Los rostros del islam. Pablo Cañete Blanco
Читать онлайн книгу.algunos aspectos que consideramos clave para poder entender mejor la realidad múltiple que presenta este sujeto de investigación desde el punto de vista religioso.
1.1. Fundamentos religiosos
Aunque cerca de dos mil millones de personas en el mundo se declaran musulmanas, no en todos los países se vive de la misma manera la religión. En estos casos y dada su proximidad geográfica y motivos sociohistóricos divididos, a menudo tienen lugar conflictos entre comunidades islámicas dentro del Estado.
Lo que sí existe es un cierto consenso respecto a algunos de los preceptos más fundamentales. Estos son los cinco pilares del islam, aceptados por toda la comunidad islámica:
Mapa de religiones según constitución
1.Profesión de fe: No hay más dios que Dios y Mahoma es el mensajero de Dios. Afirma el monoteísmo, una fe inquebrantable y firme en la unidad (tawid). Sirve para recordar a los fieles que el politeísmo es el único pecado imperdonable. Además recuerda que Mahoma es el último y definitivo profeta (no el único).
2.Oración (salat). Cinco veces al día los musulmanes deben orar con la mirada dirigida a La Meca. El muecín1 llama a los fieles a rendir culto a Dios desde lo alto del minarete de las mezquitas.
Se reza al amanecer, al mediodía, a media tarde, al anochecer y de noche. Además, los viernes la oración del mediodía es una plegaria colectiva. Tradicionalmente las mujeres rezaban en sus casas pero en determinados países se ha hecho más frecuente ver a las mujeres rezando en las mezquitas.
3.Limosna (zakat). Es una obligación y refuerza tanto la responsabilidad individual como colectiva. Es la forma que tiene el islam de corregir las desigualdades sociales. El uso del dinero recaudado, según indica El Corán, sirve para ayudar a los pobres, huérfanos y viudas, para liberar a los esclavos y deudores y para ayudar a difundir el islam.
La limosna, que puede formularse en algunos países islámicos como un impuesto, suele rondar el 2,5% de la riqueza y bienes acumulados, no solo los ingresos.
4.Ayuno en el Ramadán. En el calendario musulmán, el noveno mes del año se llama Ramadán. Durante todo este mes, los musulmanes deben abstenerse de la comida, la bebida y la actividad sexual desde que sale el sol hasta que se pone. Durante la vigésimo séptima noche del mes de Ramadán los musulmanes celebran la Noche del Destino (Laylat al-Qadr), en que el profeta Mahoma recibe por primera vez la revelación.
5.La peregrinación a La Meca (hay). Todos aquellos musulmanes que puedan deben peregrinar al menos una vez en la vida a La Meca (en concreto el centro de peregrinación es la Kaaba, ‘casa de Dios’. Más de 1,5 millones de musulmanes suelen asistir a Arabia Saudí cada año a realizar esta peregrinación (Espinosa, 2013c).
Sin embargo, incluso entre los preceptos más fundamentales existe un cierto disenso. Aunque estos cinco pilares son reconocidos por todas las comunidades musulmanas como elementos básicos, en cada región se perfilan variaciones que incluyen entre sus fundamentos otras obligaciones, entre la que destaca la de la yihad, que viene de la palabra yahd, que significa ‘esfuerzo’o ‘lucha’y es considerado por algunos fundamentalistas como el sexto pilar.
Aunque realmente no existe un sustrato teológico ni histórico lo suficientemente significativo como para considerar que la lucha es una de las obligaciones fundamentales de los musulmanes, sí que responde al deseo de generar una cierta identidad reactiva y agresiva. En definitiva, busca generar un islam totalizador.
Aunque no existe una regla general, podemos decir que hay algunos suníes que la consideran un sexto pilar y chiíes, como los duodecimanos, que la incluyen en listas más largas de obligaciones. Y frente a esta postura, hay autores que niegan rotundamente que pueda equipararse esta obligación con el rezo o con el ayuno en el mes de Ramadán (Tamayo, 2009: 22).
En sí, el concepto de yihad es el de lucha en un sentido amplio. Tiene dos vertientes (Hisham, 1996):
•La yihad mayor (yihad al akbar) es la que supone un esfuerzo con uno mismo para hacer aquello que es correcto. Supone la lucha contra las cualidades malignas. Existe un dicho del profeta recogido en los ahadiz2 que dice que la yihad al akbar consiste en la lucha interior de los siervos de Alá contra sus propios deseos impuros. Nazanín Amirian y Martha Zein (2009: 193) citan los textos sagrados para explicarlo de manera sencilla: «Los verdaderos muyahidín son los que luchan contra su ego (nafs)».
•La yihad menor (yihad al asgar), más fácil, es convertir a los demás a las prácticas del islam3 y defender las propias creencias: la guerra santa. Desde Europa y Estados Unidos suele ser criticada, sobre todo desde la irrupción de los autodenominados grupos yihadistas que poco o nada tienen que ver con el concepto auténtico de yihad: la yihad menor solo permite el uso de la fuerza en caso defensivo. Sí es cierto, no obstante, que aunque tiene un matiz defensivo, la guerra santa a menudo se ha usado como pretexto para el ataque y no la defensa (Esposito, 2006: 117).
Aunque pueda parecer que la yihad es un concepto completamente ajeno a la cultura occidental, la descripción que hace Hashmi sobre las similitudes éticas entre las tradiciones del islam y Occidente resultan esclarecedoras de que no hay tanta distancia: «Al observar la relación entre la tradición islámica del yihad y la tradición occidental de la guerra justa, me gustaría sugerir que existe una creciente convergencia en ambas concepciones, lo que permite establecer un diálogo intercultural sobre la ética en estos ámbitos» (Hashmi, 2009).
Esta idea es especialmente interesante porque nos permite, por una parte, vislumbrar la diferencia respecto a la estructura de poder en las sociedades a ambos lados y, por otra, comprender la fuerte polarización y la falta de ecumenismo práctico en la fe musulmana.
Frente a un modelo moderno en sentido europeo, en el que Dios como fuente de derecho y poder deja paso al modelo ilustrado, en el que los poderes se separan y obtienen legitimación democrática, nos encontramos con un modelo en el que todo queda subordinado a Dios.
Solo si se entiende que el islam es plural pero que, a la vez, genera estructuras sociales moduladas y encuadradas en un esquema jerárquico subordinado a la fe, se pueden comprender las sociedades islámicas. No es idéntica la sociedad tunecina a la iraní, ni a la turca, como tampoco es igual la manera de comprender el islam. En todas ellas Dios ocupa un lugar central y cuasi determinante, sin embargo, dado que la creencia es sustancialmente diferente, se generan sociedades diferentes que han desarrollado su propia modernidad. Son evidencia de esta división las escuelas jurídicas (fiqh), la escisión entre suníes y chiíes, las guerras intestinas y movimientos como el wahabismo, el yihadismo o el sufismo.
Hay que subrayar que, de entre todos los elementos diferenciadores de las comunidades islámicas, hay uno que ha tomado especial relevancia en el terreno geopolítico, el islam chií. Porque aunque la mayoría de los musulmanes son suníes, existe una importante minoría chií.4 Ambos comparten la misma religión pero los conflictos históricos, acentuados durante las últimas décadas, han creado fuertes lazos de enemistad que perviven incluso hoy en día.
La principal diferencia entre estas dos maneras de entender el islam es la sucesión del profeta Mahoma. Cuando este murió no dejó claro quién debía ser su sucesor. Parte de la comunidad (los chiíes) se inclinó del lado de Ali, yerno del profeta, mientras que la mayoría (suníes) reconoció a Abu Bakr as-Siddiq como califa. Ahí se produjo la escisión entre la tradición (eso quiere decir sunna) y chiíes (shi’a quiere decir ‘partidario’). Mientras que para los suníes era la comunidad la que designaba al califa, para los chiíes el imán (figura alternativa al califa) solo podía serlo