Colombia frente a los escenarios del pacífico. Ricardo Mosquera Mesa

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Colombia frente a los escenarios del pacífico - Ricardo Mosquera Mesa


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Gráfico 59. Inversión en I+D 1996-2016 (% del PIB)

       Gráfico 60. Grupos de investigación por sector

       Gráfico 61. Porcentaje del PIB invertido en I+D

      Lista de tablas, figuras y mapas

       Tabla 1. Destinos de las exportaciones latinoamericanas 2012, datos en porcentaje

       Tabla 2. Distribución del ingreso en la Alianza Pacífico (2017)

       Figura 1. Las cifras de la Alianza del Pacífico (AP)

       Figura 2. Indicadores económicos Chile-Colombia

       Figura 3. Indicadores económicos México-Perú

       Figura 4. Índice global de competitividad: Colombia

       Figura 5. Generalidades del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica

       Figura 6. Ranking académico de universidades del mundo (2018)

       Figura 7. Mejores universidades en Latinoamérica (2018)

       Figura 8. Top 10 de economías innovadoras en 2019. Índice de Innovación Bloomberg

       Mapa 1. Bloques de cooperación económica y política para el desarrollo regional

       Mapa 2. Nuevo mapa de la seda – China define nuevas rutas comerciales para acercar otras regiones al país

      AGRADECIMIENTOS

      Al profesor Homero Cuevas Triana (q.e.p.d.), quien hizo importantes sugerencias al inicio de la investigación y valiosos comentarios como lector, y que luego, como decano de la Facultad de Ciencias Económicas, facilitó la edición del libro de mi autoría, Colombia frente a los escenarios del Pacífico, Colección 60 Años FCE (2013). De igual forma agradezco al sociólogo, escritor y colega Gabriel Restrepo, quien se dio a la tarea de leer todas las publicaciones anteriores y actuales, y con quien sostuve fecundas conversaciones. Gabriel, como presentador del actual libro, hizo sugerencias y aportes enriquecedores. También a los miembros del Comité Editorial de la Facultad de Ciencias Económicas, profesores Álvaro Zerda S. y Juan Abel Lara (q.e.p.d.), por recomendar la publicación de aquel primer trabajo sobre el tema que hoy también aborda este libro.

      A mis asistentes de investigación, los economistas M. A. Alejandro Ariza y David Rivera Escobar, quienes leyeron los borradores y contribuyeron a la actualización de información en distintos momentos del proceso. A Manuel Nieto y Juan Manuel Monroy, mis monitores del seminario dictado en 2015-2018, “Globalización, Integración y Bloques Económicos”, y como profesor ocasional a Alejandro Ariza, quien nos acompañó al final del segundo semestre del 2018. Desde luego, agradezco también a mis alumnos destacados del seminario, Julián David Rodríguez y Angie Paola Fonseca, por su activa participación en la actualización de indicadores. Angie fungió como asistente de investigación en la versión final.

      Mención especial merece el filósofo Gustavo Silva Carrero, editor de la Colección Apuntes Maestros en la Rectoría del profesor Ignacio Mantilla, quien me invitó a escribir acerca de mi trayectoria académica e investigativa, plasmada en el libro Pensamiento y acción. Los senderos recorridos por un “intelectual orgánico” (Universidad Nacional de Colombia, 2015). Silva, conocedor de mi línea investigativa, hizo importantes sugerencias no solo de forma sino de contenido al presente libro, Colombia frente a los escenarios del Pacífico. ¿De qué Pacífico hablamos?, y acompañó esta publicación —la cual, junto a las cuatro anteriores, cierra un ciclo de búsqueda investigativa de más de veinte años—sobre el lugar que ocupan los grandes bloques económicos, Colombia frente a ellos, y cuáles son los nuevos retos que impone la globalización.

      PRESENTACIÓN

      Es la economía global, no seamos tan ingenuos

      A modo de presentación iconoclasta al libro de Ricardo Mosquera Mesa: Colombia frente a los escenarios del pacífico. ¿De qué Pacífico hablamos?

      Por segunda vez consecutiva, el querido amigo Ricardo Mosquera Mesa me honra al solicitar unas palabras para la presentación de su último libro, con el cual prosigue la tarea de escrutar los nuevos escenarios del mundo en busca de lo que yo denominaría con el nombre de un antiquísimo texto crucial en la historia del pensamiento universal: Guía para perplejos, del sabio hebraísta de origen cordobés Moses Maimónides (1035-1104). En medio del sacudón experimentado en los mundos judaicos, islámicos y católicos por la difusión del pensamiento de Aristóteles, el genial teólogo, médico y jurisconsulto emigrado de España y muerto en Egipto, ofreció un mapa mental para orientar y sosegar la fe en una dirección más cercana a la razón.

      Solo que hoy, a casi un milenio de distancia, no son la teología ni la metafísica la causa de tantos alborotos e incertidumbres, sino la economía. O mejor, para volver a la nominación originaria de la Ilustración: la economía política, cuyo faro estaba en el nacimiento de esta ciencia bien asentada en la isla de Britania acaballada en el promontorio de la Revolución Industrial. Solo que, como signo de los tiempos, lo que queda de la gloriosa revolución británica de la gran Isabel I, hoy, en tiempos de Isabel II, es un pleito que se parece más a un altercado de despacho judicial de suburbio relativo a un infamante concubinato, que al contencioso de un buen divorcio: me refiero al Brexit. Porque como demuestra Ricardo Mosquera Mesa con una contundencia ejemplar a través de informaciones cuidadosamente compiladas y agrupadas por él, el eje del mundo se ha corrido ya muy lejos del meridiano de Greenwich hacia el mar de China y, solo de modo convencional y anacrónico, el día universal amanece primero en las islas británicas, porque el tiempo del mundo real empieza a despuntar en la Bolsa de Shanghái.

      Al ofrecerme este galardón, pues como tal estimo la invitación a escribir esta presentación, el buen amigo Ricardo Mosquera Mesa remueve muchos recuerdos. Dos son principales. Al primero ya aludí en otra ocasión y fue su amable gesto de ofrecerme la Vicerrectoría Académica en su muy buen paso por la Rectoría de la Universidad Nacional hacia 1989. Con su bonhomía proverbial, como de opita bien moderado por la galantería del sur, su administración fue un puente formidable hacia el relativo sosiego iniciado en los años noventa, luego de dos tormentosas décadas en las cuales los claustros fueron más galleras que foros de pensamiento. Y por ello hubiera sido fascinante aceptar la oferta y acompañarlo en ese tránsito cuando el alma máter alcanzaba la mayoría de edad.

      Como decliné el gran honor, según conté, Ricardo la ofreció a Antanas Mockus, de modo que este otro amigo me debe unas cuantas velas en alguna capilla —sugiero la de Bojayá, que se especializa en lisiados, incluso del alma—, velas que yo tomaría como signo de gratitud al destino por haber evitado esa carrera hacia unas dignidades que, por la proclividad de cierto anarquismo espiritual mío, siempre he recusado y recusaré.

      Me debo a mí y a quienes me conocen algunas confesiones en público: yo no tenía por qué asumir tal oficio de “negro” o escritor fantasma del presidente Belisario Betancur. Fui elegido por buen escritor y por mi condición ingenua. Nunca se me corrigió una coma, ni se me dijo qué acentuar y qué evitar. Durante esos cuatro años, no hablé con el presidente Betancur más de treinta minutos discontinuos. Él solía encauzar los encargos por medio de Bernardo Ramírez, ministro de Comunicaciones, o por la jefatura del Departamento Nacional de Planeación. Solo en dos ocasiones llamó para urgir entregas por premura de tiempos. No conté con asesores, ni delegué nada de la escritura, pese a ser jefe de Unidad de Desarrollo Social, trabajo complejo que no dejé de ejercer. No poseía más fuentes que los aburridos informes ministeriales al Congreso y una revisión microscópica de toda la prensa. No solamente no recibí un centavo por ello, sino que sería bien castigado por poner un límite impasable entre mi libertad para servir, como yo creía, a la Nación, más que al Estado, y por declinar los ofrecimientos —que los hubo—, de cooptación y de adscripción a cortesanías y a círculos íntimos del poder del gobierno, a los que rehusé con mi proverbial ingenua indiferencia.

      Nada de esto le dije al querido Ricardo cuando


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