La ruralidad que viene y lo urbano. Absalón Machado Cartagena

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La ruralidad que viene y lo urbano - Absalón Machado Cartagena


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desarrollo incoherente, desarticulado, con notorios desequilibrios económicos, sociales, territoriales y ecológicos que destruyen la naturaleza y al hombre mismo por la acumulación sin límites, la cual desconoce los derechos elementales del ser humano como la vida. Constituye un modelo sin coherencia social y humana, de energías desperdiciadas, donde no existe una visión del universo y del planeta como algo que nos pertenece a todos. Solo hay un espacio local, territorial, donde se expresan poderes, una inhumanidad como dice Hannah Arendt (2016). La desarmonía social se desborda y la falta de coherencia en la actuación humana, expresada a través de las políticas públicas, se profundiza cada vez más con el proceso desordenado y caótico del desarrollo urbano.

      Haciendo un símil con la división en dos hemisferios del cerebro humano, lo que existe hoy es un cerebro social sustentado por el paradigma tradicional donde el hemisferio izquierdo, llámese lo urbano, antagoniza con el derecho, lo rural. Sin embargo, ambos constituyen dos realidades que se han considerado separadas, pero la una vive de la otra, la necesita. Concebidas bajo la división, no se integran ni alcanzan convergencias, tampoco guardan coherencia y, por lo tanto, no generan energías transformadoras para perfeccionarse y producir un conjunto sostenible y sustentable. Esa es la peor visión derivada de una modernidad que solo se ha desarrollado en un lado de la esfera. Al amparo de la visión dicotómica, los mercados sin regulaciones suficientes, ni controles adecuados tienden a destruir parte de ese cuerpo o todo al mismo tiempo y la porción rural de ese conjunto, la más débil, no tiene como defenderse del acoso continuo proveniente de una supuesta modernidad originada en el espacio urbano. De ese modo, la nueva visión se fundamenta en una concepción diferente de la realidad.

      Por eso, definimos el nuevo paradigma, que orienta y regula las relaciones rural-urbanas, como el de la unidad rural-urbana para superar esa dicotomía entre ambos sectores. La unidad en la diversidad existe en el fondo de esta discusión. Al concebir la realidad como una unidad cambian todas las consideraciones que han guiado a las políticas públicas y las visiones de los actores participantes. A la luz de ese nuevo paradigma, lo rural comienza a adquirir una valoración de la que carecía y sucede de la misma manera con lo urbano.

      La superación de las concepciones tradicionales inicia por considerar lo rural y lo urbano como parte del mismo cuerpo social, expresado en un territorio y en relaciones socioeconómicas y culturales. Integran tejidos sociales en la unidad que requieren buscar coherencia; pese a las tensiones y conflictos existentes entre ellos. Especialmente por esa razón, la propuesta de transformación de la ruralidad y su rediseño pasa por asumir la existencia de una conciencia que induzca el cambio de nuestra visión del mundo y, por tanto, de las relaciones rurales-urbanas. Eso puede lograrse asumiendo la visión de la “dimensión profunda” que propone Laszlo y su equipo del Club de Budapest para poder entender de una manera diferente lo que concebimos en las relaciones mencionadas.

      Así como Frecska (2017) indica que la visión materialista y neodarwiniana tradicional niega el papel fundamental de la conciencia en la evolución, el modelo dicotómico rural-urbano niega la existencia y la posibilidad de estructurar un cuerpo social único coherente; una visión unificada que ponga término a los desequilibrios y la explotación que realiza un lado del cerebro social sobre el otro. La “dimensión profunda” invita al desafío de asumir y desarrollar una conciencia más universal y planetaria en defensa de lo humano en el universo y que conciba el cuerpo social como una unidad sistémica para el desarrollo sostenible y humano, regido por la dignidad y la equidad.

      Ese fundamento es de una gran profundidad y se sustenta en los aportes de la ciencia cuántica, la cual concibe una conciencia más allá del espacio-tiempo: la “dimensión profunda” —o lo que se ha denominado en la tradición védica el campo unificado de todas las leyes del universo7, super campo o campo universal de la conciencia y totalidad única indivisible. Igualmente, se le denomina ser puro o inteligencia pura; una abstracción de donde surge una oleada de vibraciones que dan lugar a todo lo que existe. Por eso, en la física cuántica se dice que nosotros y todas las manifestaciones materiales que vemos son una vibración de ese campo. Somos diferentes frecuencias vibratorias en el universo, como lo aclara bien el físico cuántico John Hagelin en sus Conferencias. Laszlo y la tradición védica lo han denominado también La Fuente, o el Akasa, un tipo de inteligencia transformadora.

      El Akasha “es el elemento total que subyace a todas las cosas y se convierte en todas las cosas” (Laszlo, 2013, p. 80); es el elemento fundamental del cosmos. Montecucco dice que esta visión emergente de la ciencia “forma parte de un modo más ecológico, más humano, más sostenible de contemplar el mundo” (2017, p. 182).

      Como se indicó anteriormente, el cambio puede empezar por la esfera de lo rural, con la ayuda de las conciencias originadas en lo urbano. No basta con que los habitantes rurales, alcancen un mayor nivel de conciencia para adquirir una nueva visión del mundo, se requiere que al tiempo lo hagan también los ciudadanos de las zonas urbanas. Si bien la transformación empieza con el rediseño de la ruralidad, en el camino de la evolución, ambas esferas o realidades terminarán reinventándose en una nueva visión.

      Alcanzar la nueva conciencia es un proceso gradual y acumulativo a través de programas y proyectos específicos, locales y territoriales, dotados de nuevas visiones y maneras de ver y hacer las cosas, así como de relaciones y procesos que aglutinen voluntades de cambio en un campo de coherencia. El problema radica más en la voluntad expresada en decisiones, que en la inteligencia; pero si la inteligencia y la sabiduría acompañan esas voluntades, el proceso de transformación será más potente. El nuevo paradigma de las ciencias cuánticas considera que todo está interconectado e intercomunicado y existe una sola unidad donde se conjugan todas las diversidades posibles. En eso, difiere de la visión tiempo-espacio, sensorial, materialista, donde tiene sentido ver las realidades como separadas y antagónicas, como en el caso de lo rural y lo urbano.

      Resulta por lo menos sorprendente, que la tradición indígena haya proclamado en diversas formas este criterio de la unidad que la física cuántica trata de expresar, desde hace tiempo, en fórmulas matemáticas. Al Jefe Seatle de la tribu Duwamish, se le atribuyen estas palabras:

      Todas las cosas están conectadas entre sí […] Lo que sea que suceda a la tierra, recaerá sobre los hijos de la tierra. El hombre no tejió el tejido de la vida; él es simplemente uno de sus hilos. Todo lo que hiciera al tejido lo hará así mismo […] Todas las cosas están conectadas. (1854).

      Estos procesos de cambio de conciencia están en marcha y se observan a través de múltiples indicadores. Los ejemplos son innumerables: el creciente surgimiento y activismo de todo tipo de organizaciones y movimientos que pregonan el combate contra los factores que generan el cambio climático, a través de acciones decididas sobre el manejo del medio ambiente con una visión ambientalmente compleja (Carrizosa, 2000); la conservación de la naturaleza, el freno a la deforestación; la defensa de las comunidades indígenas y campesinas; el combate al consumismo desaforado; las críticas a la creciente desigualdad; la necesidad de suprimir el uso del plástico y el consumo de alimentos ultra-procesados; la defensa de la agricultura agroecológica y la crítica al uso de insumos agroquímicos y energías fósiles, etc. También están los grupos de meditación y de coherencia creados por las escuelas de meditación del Oriente asiático.

      En un libro reciente, Reconnecting to the source (2020), Laszlo ofrece una síntesis de las aproximaciones al nuevo paradigma de la ciencia. Allí, afirma que el mundo no es una estructura mecánica materialista, sino un holograma cuántico cuya información está en toda partícula, átomo y ser humano. El universo es un sistema cuántico integral, un dominio de coherencia que se debe a la conexión y comunicación de todas las partes, donde todas reciben información y responden a todas las otras partes. Esos sistemas coherentes son de integración sistémica.

      Concebir de otra manera el campo, la ciudad y sus relaciones pasa por nuestra capacidad, voluntad y decisión de elevar nuestros niveles de conciencia. La búsqueda de esos nuevos escenarios de nuestra conciencia puede iniciarse a través de movimientos de solidaridad y compasión en áreas como la educación, la salud, los negocios y la política, como indica Hagelin en varias conferencias.

      El nuevo paradigma del siglo XXI propone una concepción radicalmente nueva mediante la redefinición


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