26 años de esclavitud. Beatriz Carolina Peña Núñez
Читать онлайн книгу.se contarían los franceses despojados, si la bandera del otro navío era legítima y no una de las estratagemas de confusión de identidad acostumbradas en la época; cf. González, “Curazao en la historia”, 52. Los dos barcos podían haber estado unidos, o bien desde antes, en las negociaciones corianas, o bien después, en las coyunturas urgentes de la sobrevivencia en mar abierto y en la recuperación de las naves. Araúz estudia “la connivencia entre la Compañía francesa de Guinea con los ingleses y sobre todo con los holandeses en el tráfico negrero y de mercancías, así como la participación de los corsarios galos en el trato clandestino en el Caribe”; cf. Araúz, El contrabando holandés, 1:16.
70 Hussey, The Caracas Company 1728-1748, 74-75.
71 Vicente de Amezaga Aresti, Vicente Antonio de Icuza. Comandante de corsarios (Caracas: Comisión Nacional del Cuatricentenario de la Fundación de Caracas, 1966), 11; Aizpurua, Curazao y la costa de Caracas, 153, 195; Hebe Oquendo Chacón, “Respuesta de los holandeses y contrabandistas criollos en oposición a la Guipuzcoana (1731-1732)”, Mañongo 17 (2001): 279-280.
72 Se llamó contrabando forzado a la práctica curazoleña de detener a la fuerza los navíos en el mar, atacar a la tripulación, arrebatarles los alijos de mercancías y, a cambio, entregarles pago, en moneda o productos, y recibos de venta. Como era muy difícil de probar, el procedimiento era algunas veces auténtico, y otras, simulado. Tocaba a las autoridades españolas comprobar si detrás de cada hecho de esta naturaleza, que llegaba a su conocimiento, se escondía un acuerdo previo entre las partes. Pese a las protestas de los embajadores españoles en La Haya, el procedimiento continuó por décadas; cf. Emmanuel y Emmanuel, History of the Jews, 216.
73 Araúz, El contrabando holandés, 2:60-67.
74 En el excelente recurso histórico que es el primer apéndice de la obra de Amezaga, titulado “Cuadro general de las presas hechas por los corsarios de la Real Compañía Guipuzcoana formado según los datos que constan en la documentación existente en el Archivo General de la Nación (Caracas)”, aparece una balandra corsaria llamada María Luisa, que en 1751 apresó una balandra holandesa; cf. Amezaga, Vicente Antonio de Icuza, 189, 199, 201. También la menciona al vuelo Aizpurua en relación con el apresamiento injusto que hizo esta nave de una balandra francesa en 1751 cerca de Los Roques; cf. Aizpurua, Curazao y la costa de Caracas, 217, 239. Por la fecha, es poco probable que se trate del mismo barco ahora recuperado.
75 Vivas, La aventura naval, 52-53.
76 NYSA, NYCCP, Vol. 82, Part 2, 1755-56, Hardy, Doc. 120.
77 Herman Winkler se naturalizó en la provincia de Nueva York el 29 de octubre de 1730; cf. New-York Gazette, 9 de noviembre de 1730, 4.
78 Seaflower significa “Flor del Mar”, y Charming Joana, “Encantadora Joana”.
79 El New-York Gazette del 5 de mayo de 1735, página 4, registra la balandra Seaflower, y no el ship, o buque Seaflower, que es una embarcación de distinto porte y tonelaje, en proceso de carga para marchar a Carolina del Norte con el capitán E. Doget; igualmente hace Pennsylvania Gazette del 1 de mayo de 1735, con una ligera diferencia en el apellido del capitán E. Dogget. La siguiente aparición de la balandra es en el New-York Gazette del 21 de diciembre de 1736, página 4. Se lista aprobada para zarpar a Curazao, esta vez desde Filadelfia, capitaneada por T. Coatam.
80 Al parecer, había un grupo de capitanes, F. Seymour, H. Seymour y W. Seymour, que debieron ser hermanos o padre e hijos. Casi siempre navegaban con la misma balandra Charming Joana o Charming Joanah.
81 El barco se matricula para viajar a Curazao, se le autoriza para navegar a Barbados, y después de dos meses y medio, regresa de Bermuda. Estas diferencias pueden deberse a que algunos barcos tocaban distintos puertos amigos del Caribe.
82 La balandra Charming Joana no permanecerá mucho en el puerto. Un seguimiento de las navegaciones del barco por poco más de un año registra su intensa actividad en el Caribe. Reaparece en el NYWJ, 14 de octubre de 1734, página 4, aprestándose para salir, esta vez a Jamaica; y autorizada a zarpar, en el ejemplar del 28 de octubre de 1734, página 4, capitaneada por Florents Seymour, junto con la balandra Katharin, al mando de Matt Wolf. Según el mismo periódico, retornó desde Bermuda en abril de 1735; cf. NYWJ, 14 de abril de 1735. Se inscribió el mismo mes para marchar a Antigua; cf. NYWJ, 21 de abril de 1735. Y le dieron permiso para salir a principios de mayo; cf. NYWJ, 5 de mayo de 1735. Entró en Nueva York de Antigua a inicios de julio; cf. NYWJ, 14 de julio de 1735. A fines de este mes se aprestaba para salir a Curazao; cf. NYWJ, 28 de julio de 1735. A fines de agosto la autorizaron a zarpar con el capitán William Seymour, quien la tendrá bajo su mando en las próximas navegaciones; cf. NYWJ, 25 de agosto de 1735. Retornó de Curazao en noviembre; cf. NYWJ, 10 de noviembre de 1735. El mismo mes se inscribió para salir; cf. NYWJ, 17 de noviembre de 1735). Y obtuvo permiso para zarpar; cf. NYWJ, 24 de noviembre de 1735.
83 Emmanuel y Emmanuel, History of the Jews, 215.
84 O’Callaghan, Documents Relative, 5:685.
85 Willem Klooster, “Defying Mercantilism. Dutch Interimperial World in the Atlantic Trade”, en The World of Colonial America. An Atlantic Handbook, ed. por Ignacio Gallup-Díaz (Nueva York: Routledge, 2017), 309.
86 En 1734, James Alexander, dueño de tres casas y un establo, era el abogado más rico de Nueva York y el segundo habitante con mayores contribuciones fiscales. En 1745, su fortuna se estimaba en £100 000; cf. Jill Lepore, New York Burning. Liberty, Slavery, and Conspiracy in Eighteenth-Century Manhattan (Nueva York: Vintage Books, 2005), 31.
87 Literalmente: “at present there is no great hurry of business there being no great demand from the Spanish Coast”. Provoost reporta que se ocupa de las ventas diariamente. Entre las mercancías con mejor salida, menciona la harina y la mantequilla. El pan de leche, de Abrahamse (algún panadero que estaría tratando de expandir su producto a través de la venta a los Provost-Alexander), es “cosa muy ordinaria”, comenta, por lo que se vio obligado a reducirle el precio. El joven les pide a sus padres noticias, aun las más minúsculas, acota, de la ciudad neoyorquina, “nuestro lugar de nacimiento”. Brevemente, les transmite algunas primicias políticas que sobre Nueva York llegan a la isla en los periódicos de Ámsterdam que arriban en los barcos; cf. NYPL, Provoost Family Papers, 1736-1897.
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