Lo que decimos de ellos. Daniel Parodi Revoredo

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Lo que decimos de ellos - Daniel Parodi Revoredo


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depuradas como La multitud, la ciudad y el campo en la historia del Perú (1947) o El azar en la historia y sus límites (1973).

      Sin embargo, su Historia de la República del Perú, obra monumental compuesta de varios tomos, y que motivó múltiples reediciones en vida del autor hasta la década de 1970, y otras tantas reimpresiones posteriores, se ha convertido en referente obligado al que se recurre incesantemente para periodificar las etapas de las que trata. De hecho, hasta el día de hoy, los nombres con los que el historiador tacneño denominó las fases de la era republicana se reproducen una y otra vez en textos escolares y manuales de difusión, al punto de que podemos animarnos a lanzar la hipótesis de que los imaginarios y representaciones históricas acerca de este periodo, que circulan en la colectividad, se vinculan muy cercanamente al relato que Basadre hizo de este.

      Al respecto, es justo comentar la reseña que acerca de la presente temática publicase el historiador chileno Rafael Sagredo, quien sostiene acertadamente que Basadre presenta a la Guerra del Pacífico como la expiación de una serie de desaciertos, de la corrupción y la inestabilidad política peruanas desde la Independencia hasta el estallido de aquella conflagración. Al respecto dice Sagredo que Basadre:

      Narra la historia de un Perú asolado por las guerras de Independencia, luego por las luchas intestinas que consumieron recursos, aquejado por lacerantes problemas de definición nacional y sometido a la secuela de trastornos que dejaron profunda huella. (Sagredo, 2004, p. 210)

      El presente artículo se divide en dos partes, lo que nos permite analizar por separado los discursos acerca del Perú y de Chile que contiene la obra sujeta a pesquisa. Este procedimiento ha favorecido la comparación, al final, de los imaginarios con los que el autor recrea las características de ambas naciones.

       EL PERÚ

      La obra de Jorge Basadre denuncia el deficiente manejo de la administración pública por parte de la clase gobernante y cuestiona la eficacia del proyecto liberal-nacionalista decimonónico. Las negativas imágenes iniciales que describen el Perú son luego contrastadas con otras que exaltan el heroísmo demostrado por los militares y la población civil en la Guerra del Pacífico. Esta última proposición sugiere la gestación de una nación incipiente en un contexto caracterizado por la adversidad.

       La crisis de la nación incipiente: el Perú decimonónico en la obra de Jorge Basadre

      Desde mediados del siglo XIX, la situación financiera del Perú mostró una evidente mejoría debido al descubrimiento de las propiedades fertilizantes del guano, el abono que aves migratorias depositan en diversas islas del litoral peruano. La comercialización de este fertilizante natural permitió superar la crisis económica que devino tras la guerra de Independencia y dotó al Estado de abundantes recursos que le permitieron ampliar sustantivamente el gasto público, ensanchar el aparato estatal y realizar diversas obras de infraestructura.

      Sin embargo, la historiografía peruana coincide en reconocer que los recursos provenientes del guano no fueron bien utilizados por el Estado. Esta situación, agravada por los compromisos financieros adquiridos tras la firma del Contrato Dreyfus en 1869, y por los efectos de la gran depresión mundial de 1873, habría generado una espiral de endeudamiento que propició la bancarrota fiscal y empobreció al país en los años previos al estallido de la Guerra del Pacífico.

      En particular, Basadre sostiene que el Estado aprovechó mal las riquezas obtenidas de la venta del abono y que su presupuesto pasó a depender casi completamente de dichos ingresos. Estos se habrían utilizado fundamentalmente para ampliar las burocracias civil y militar (Basadre, 2005, t. VII, p. 80).

      Por lo demás, una medida que adoptó el gobierno de Manuel Pardo para hacer frente a la crisis económica derivada de la gran depresión mundial de 1873 y del agotamiento de los ingresos guaneros, fue la aplicación del estanco y la posterior nacionalización de las industrias salitreras. Basadre también cuestiona esta política estatal y denuncia flagrantes casos de corrupción en su aplicación.

      Sostiene el autor que los resultados de las tasaciones de la infraestructura expropiada fueron en muchos casos sobrevaluados para beneficiar a las empresas extranjeras que operaban en Tarapacá, las que habrían ejercido presión para obtener indemnizaciones excesivas (2005, t. VII, p. 270).

      Asimismo, señala que el monopolio estatal del salitre resultó ser una medida ineficaz, toda vez que este nitrato también se expendía desde el litoral boliviano de Atacama. Añade que varios inversionistas de Tarapacá lograron colocar su producto en el mercado, perjudicando así el pretendido monopolio y la fijación estatal de los precios del fertilizante. Basadre concluye su reflexión cuestionando la adopción de esta medida y sugiriendo que pudieron aplicarse políticas más eficaces:

      En lo que atañe al salitre, hubo que seguir pagando a los antiguos dueños y se generó el despilfarro en generosas comisiones de dinero con este motivo y otros; los consignatarios extranjeros y los bancos limeños no fueron eficaces para que en Europa diera resultados positivos el experimento, pues los intereses de esas entidades chocaban inflexiblemente. La producción salitrera en Bolivia y, en parte, la acción de capitalistas independientes en Tarapacá llegaron también hasta los mercados. Lo que pudo ser espléndido negocio bajo una administración adecuada, se malogró. Mejor que expropiar hubiese sido imponer un impuesto razonable sobre esta industria en la que, al lado de capitales extranjeros hubo, repetimos, un buen porcentaje de peruanos, merecedores de estímulo. (Basadre, 2005, t. VII, p. 273)

      Para Basadre, la mala administración estatal del salitre encontró su colofón en la Guerra del Pacífico. Durante el conflicto las fuerzas chilenas ocuparon el departamento de Tarapacá y se apoderaron del nitrato y de la capacidad instalada para explotarlo. Para el autor, esta situación agravó la crisis fiscal e implicó la quiebra de diversas entidades bancarias, las que se declararon en bancarrota cuando dejaron de administrar la comercialización del salitre (Basadre, 2005, t. VII, p. 275).

      Asimismo, la política de adquisiciones militares del Estado peruano en la década previa a la Guerra del Pacífico es observada por el historiador tacneño. Basadre cuestiona la negativa del gobierno a adquirir dos blindados en Europa en 1874, cuando inclusive ya se había firmado el contrato que formalizaba la compra de dichos elementos bélicos.

      Sostiene Basadre que en aquellas circunstancias solo los diputados Miguel Grau y José Rosendo Carreño se opusieron a la anulación de la transacción. Recuerda además el testimonio de José Antonio de Lavalle, quien al manifestar al presidente Manuel Pardo su preocupación por los dos blindados que Chile compró en 1874, habría obtenido la siguiente respuesta: “Yo también he hecho construir ya dos blindados que se llaman el Buenos Aires y el Bolivia” (Basadre, 2005, t. VIII, p. 243). Finalmente, Basadre asocia la anulación del referido contrato con la crisis hacendaria que por aquel entonces atravesaba el país y que ya hemos referido:

      Se ha visto ya en el capítulo correspondiente a la política hacendaria de 1872–1876 cómo se consignó en el Presupuesto de 1874 para la compra de armamento naval, la partida presupuestal específica suprimida al efectuarse, bajo los efectos de la tremenda crisis fiscal, la considerable economía que implicó tan grave decisión. (Basadre, 2005, t. VIII, p. 221)

      Por otro lado, Basadre afirma que el Tratado de Alianza Defensiva suscrito con Bolivia en 1873 supuso un evidente riesgo para la nación, pues se asoció la suerte del Perú con la de Bolivia. Indica que, en lugar de aquel, debieron realizarse los esfuerzos necesarios para contrarrestar la superioridad naval adquirida por Chile. Sugiere que, en todo caso, la no adquisición de los blindados debió llevar al Perú a abandonar su alianza con Bolivia y a mejorar sus relaciones con Chile, para de este modo cautelar la seguridad territorial del país (Basadre, 2005, t. VIII, p. 222).

      Para Basadre, la desorganización del Estado se expresó también a inicios de la Guerra del Pacífico. En aquel entonces el Perú habría carecido de un sistema tributario eficiente. Por ello se tuvo que recurrir a una política de empréstitos de emergencia, con la que contribuyeron algunos bancos. Sin embargo, la difícil situación de las entidades financieras


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