Informe de las Visitaciones Episcopal y Apostólica 1949-1953. P. Eduardo Aguirre C.
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Obispo de Tréveris
2. Declaración de parte del Obispo auxiliar, Mons. Stein, Tréveris, 20 de enero de 1947
Dr. B. Stein
Obispo Auxiliar
Tréveris, 20 de enero de 1947
Declaración
Conocí el Movimiento de Schoenstatt en 1930 cuando, luego de mi estudiantado en Roma, regresé a mi patria y asumí el cargo de capellán en una parroquia de la ciudad de Tréveris. Mi antecesor, un sacerdote de grandes talentos, profunda religiosidad y celo pastoral, era “schoenstattiano” y trabajó especialmente en ese espíritu con la juventud de la parroquia.
Al año siguiente tuve oportunidad de hacer ejercicios espirituales en Schoenstatt, dirigidos por el P. Kentenich. Por entonces me impresionó sobre todo la inexorable coherencia de sus reflexiones, la riqueza de contenido de sus conferencias y la hondura dogmática y claridad de su teología.
Durante mi segunda estadía en Roma, de 1932 a 1936, Schoenstatt volvió a desaparecer de mi vista.
En virtud de una ocupación más profunda con la literatura schoenstattiana a lo largo de los últimos dos años, adquirí un conocimiento más hondo del espíritu de Schoenstatt. A ello hay que agregar una estadía de tres semanas en una casa de las Hermanas de María de Schoenstatt, en el sur de Alemania, en otoño de 1946, durante la cual participé de ejercicios espirituales predicados por el P. Kastner. Dichos ejercicios me brindaron valiosas y abundantes motivaciones tanto para mi vida religiosa personal como también para mi labor pastoral.
En la teología y ascética schoenstattiana no pude encontrar nada que fuese en contra de una sana doctrina católica y una acendrada praxis católica. Al contrario: el acervo de ideas de Schoenstatt se basa en la mejor tradición de la Iglesia, en especial de la escolástica. Desde el punto de vista de los contenidos, me parece que son sobre todo dos los puntos que merecen ser mencionados como especialmente valiosos:
1) El llamado a una “santidad de la vida diaria” fundamentada en una fe viva en la Providencia que –renunciando a toda suerte de particularidades o incluso rarezas– se esfuerza seriamente por alcanzar la perfección cristiana.
2) Una piedad mariana auténticamente católica referida a Cristo y que acentúa su persona.
Desde el punto de vista histórico, el Movimiento de Schoenstatt es una nueva creación y el fruto de un desarrollo orgánico que surge de dos fuentes: del ideario de la Congregación Mariana y del “Apostolado Católico” del venerable Vicente Pallotti. Schoenstatt es por lo tanto un movimiento apostólico con carácter mariano.
Los sacerdotes “schoenstattianos” que conozco se destacan por su espiritualidad sacerdotal y por su celo apostólico.
La agrupación más notable, por ser la más fecunda del Movimiento de Schoenstatt, es sin duda la comunidad de las Hermanas de María de Schoenstatt que hoy, al cabo de veinte años de existencia, cuenta ya con más de 1.300 miembros y que se halla extendida en tres continentes actuando de una manera extraordinariamente fecunda.
Vista en su conjunto, la Obra del P. Kentenich merece gran reconocimiento y sincera admiración.
+ B. Stein
Obispo Auxiliar de Tréveris
Parte 2
Sobre la visitación episcopal o canónica llevada a cabo por Mons. Stein
3. Informe privado de Mons. Stein sobre la visitación canónica (25.03.1949) - “Relatio maior” en el archivo del Santo Oficio
I
Panorama del transcurso general de la visitación
El sábado 19 de febrero de 1949 arribé a Schoenstatt alrededor de las 12 hrs. En la capilla de la Casa de ejercicios (Casa de Alianza), en la cual me alojaría, me esperaban los dirigentes de las distintas agrupaciones, y los superiores y superioras de las distintas casas. Naturalmente, en su mayoría eran Hermanas de María. El P. Mühlbeyer, quien representaba en Schoenstatt al P. Kentenich (PK) durante su ausencia, me saludó con una breve alocución en la que me llamó “angelus Domini”, dado que yo venía a Schoenstatt por encargo de la Iglesia. En mi respuesta me referí, por un lado, a la gran seriedad e importancia de la visitación, acentuando que venía como amigo de la Obra de Schoenstatt, a la cual califiqué de “Obra de Dios”, y solicitaba una apertura ilimitada para con el visitador, como condición fundamental del éxito de la visitación. Luego di la bendición episcopal.
Las comidas, que tomé sucesivamente con directores y colaboradores de las distintas agrupaciones, fueron utilizadas para que ellos me informaran con mayor detalle sobre la estructura y originalidad de la Obra de Schoenstatt Estuvieron presentes los siguientes sacerdotes: El P. Fischer (peregrinos, ejercicios espirituales para las Hermanas); el P. Kastner (ejercicios espirituales para sacerdotes); el P. Engel (Instituto de los Sacerdotes Diocesanos); el P. Friedrich (Liga de Mujeres y de las Jóvenes); el P. Branzen [correcto Brantzen] (Juventud Masculina); el P. Bezler (Juventud Femenina); el P. Kolb (Apostolado de los Enfermos); y el P. Rath (Cáritas y editorial Lahn, filial Schoenstatt). El P. Tick (Obra de las Familias) no estuvo presente. El 19 y el 20 de febrero, por la tarde, de 18 a 19 hrs., el P. Menningen, ciertamente el colaborador más estrecho y de mayor confianza del PK, me dio una conferencia (sic) sobre la estructura de toda la Obra de Schoenstatt.
Muy valiosa fue además una larga conversación con el P. Möhler, rector de la Facultad de Teología, y otras dos con el P. Köster, especialista en dogmática. Con los mencionados sacerdotes conversé también sobre tres cuestiones a las que sobre todo quiero dar solución mediante esta visitación: 1) La presunta pretensión de Schoenstatt de exclusividad y totalidad; 2) La “disciplina de arcano” de Schoenstatt; 3) La estrecha vinculación personal de la Obra de Schoenstatt con el PK. Además de la literatura que he estudiado en las últimas semanas y meses (carta del PK a propósito del 20.5.48 y del 18.10.48; sus minuciosos informes sobre Sudáfrica y Norteamérica; la conferencia de la Hna. Mirjam, maestra de novicias, sobre “La imagen del hombre nuevo”, tal como ésta se vuelca a la realidad dentro del instituto de las Hermanas de María, entre otros), durante la visitación tuve oportunidad de tomar detallado conocimiento de otros escritos destinados en realidad al círculo más íntimo de la Familia, sobre todo la carta del PK sobre el 20.1.49, además el último tomo de “Hermanas de María”, el boletín familiar de las Hermanas de Schoenstatt, etc.
El 24 de febrero estuvo dedicado sobre todo a las “Señoras de Schoenstatt”. Dediqué la mañana a estudiar los textos que me dio el P. Mühlbeyer, director general de las “Señoras de Schoenstatt”. Por la tarde, de 15 a 17 hrs., visité junto con él la central del instituto de las “Señoras de Schoenstatt”.
Dado que las Hermanas de María son la rama más fecunda y desarrollada de la Obra de Schoenstatt (según la Hna. Mirjam, “un intento de crear el hombre schoenstattiano de pura cepa”) dediqué a la visitación de este instituto secular la mayor parte del tiempo y de las energías. En ocasión de mi visita a “Sonneck”, el Generalato de las Hermanas de María, en la tarde del primer día, me enteré de que en Schoenstatt mi visita no había sido anunciada a las Hermanas como una “visitación canónica”. Fundamentación: Se pensó que en mi conferencia introductoria yo podía explicárselo mejor a las Hermanas. Empleé además la tarde del primer día (19 de febrero) para examinar la lista de las Hermanas residentes en Sch (véase anexo 1): Alrededor de 370 Hermanas y novicias, repartidas en trece diferentes comunidades. De ellas, cerca de 60 novicias en noviciado cerrado y 50 Hermanas en ambos terciados. Decidí comenzar mis conversaciones personales, en primer lugar, además de la alta dirección, con las Hermanas del apostolado (“Iglesia ambulante”), las educadoras (dos Madres de noviciado y dos Madres de terciado) y el cuerpo docente de la Escuela superior en Casa Wildburg.
El domingo 20 de febrero, preparé en la mañana la conferencia