Abogados de ficción. Walter Arévalo-Ramírez

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Abogados de ficción - Walter Arévalo-Ramírez


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sobre tratados, luchaba por abordar de manera efectiva la regulación de los conflictos armados y la creación de instituciones sólidas sobre solución pacífica de controversias.

      Bring (2005) rescata cómo en la novela misma ella menciona el arbitraje de Alabama de 1872 (sobre reclamaciones entre los Estados Unidos y el Reino Unido por daños a su flota mercante y la violación del principio de neutralidad, un caso que se ha reconocido como fundamental para el principio del arbitraje obligatorio) y el arbitraje de las islas Carolinas de 1885 (reconocido ejemplo de un arbitraje plenamente implementado entre potencias coloniales del momento) como exitosos ejemplos de la aplicación primigenia del arbitraje en la época como un método eficaz de solución pacífica de controversias, en una época en la que el movimiento pacifista se dedicaba a la creación de asociaciones de paz nacionales y a promover iniciativas pacíficas para solucionar conflictos de larga data.

      Por otro lado, ella también desarrollo el ius in bello en ¡Abajo las armas! El origen del derecho internacional humanitario, o derecho internacional de los conflictos armados, comparte con su obra la noción de que el derecho puede ser desarrollado, impulsado y universalizado mediante esfuerzos literarios. El derecho internacional humanitario tiene entre sus reconocidos orígenes e inspiraciones Recuerdo de Solferino que Henry Dunant escribió entre 1859 y 1862 como testimonio de las atrocidades que presenció en la sangrienta batalla de Solferino. En el libro, Dunant pidió cooperación a la comunidad internacional para reducir el sufrimiento de las víctimas de las atrocidades de futuras guerras. Gracias a su activismo mediante folletos y escritos que denunciaban las atrocidades de los comportamientos entre combatientes, posteriormente logró apoyo suficiente para crear la Cruz Roja; mediante el trabajo internacional de esta, se adoptó el primer convenio de Ginebra de 1864 sobre la protección de las víctimas de la guerra (Von Suttner, 1906).

      Varios historiadores del derecho internacional como Bring (2005) resaltan el vínculo, real e imaginario, entre las dos obras. En la novela, ella cuenta la historia del libro de Dunant y su relación con la batalla de Solferino (Hamann, 1996). En ¡Abajo las armas!, el primer marido de Martha fue asesinado en la guerra franco-austriaca de 1859, en la batalla de Magenta, y para Martha una de las causas de esa pérdida; hecho que constantemente reprocha es que Austria no fuera parte original en la Convención de Ginebra. Estas alusiones relacionan la obra con el movimiento de la Cruz Roja y la necesidad de reducir las víctimas de la guerra (Landa, 1996). Más adelante en su libro alude a la guerra prusiano-austriaca de 1866 cuando Austria se adhiere a la Convención de Ginebra y al sistema de la Cruz Roja.

      De la novela, Bring (2005) rescata un fabuloso pasaje en el que ella a través de sus personajes debate el alcance limitado de la Cruz Roja ante la falta de una prohibición universal de la guerra. En ¡Abajo las armas!, el padre de Martha le pregunta: “Bueno, ¿estás satisfecha ahora? ¿Te das cuenta de esa guerra, que siempre has pensado como barbarismo, se volverá más humana a medida que avanza la civilización?” (Von Suttner, 1889), a lo que Martha responde que los esfuerzos de la Cruz Roja siempre serán insuficientes, pues no tiene la capacidad de eliminar todo el sufrimiento de las víctimas en el campo de batalla. Su padre, mostrando su conformidad, responde: “No eliminar, sino aliviar. Lo que no se puede evitar, hay que aliviarlo”; Martha lo acepta y finaliza diciendo: “No es posible aliviar tal miseria. Me gustaría convertir tu oración y decir: Lo que no puedes aliviar debe ser prevenido”. Esto refleja su ideal de no solo aliviar los sufrimientos de la guerra mediante reglas de conducta de combate que protejan a la población civil, sino de prevenir la guerra mediante la prohibición absoluta de esta.

      Tal como analiza Bring (2005), esto no significa que Bertha se opusiera al desarrollo del derecho internacional humanitario y a las leyes de la guerra. Sin embargo, su posición frente a la prohibición de la guerra permite asumir que hay un punto argumental en que algunos detractores de la expansión del derecho internacional humanitario se preguntan si tiene sentido regular lo que debería estar prohibido.

      Con todos estos antecedentes, Bertha y otros activistas del movimiento por la paz asistieron a la Conferencia de Paz de La Haya en 1899. Curiosamente, los principales resultados del evento concluyeron con el desarrollo de directrices del ius in bello, como los reglamentos de guerra terrestre y la prohibición de ciertos tipos de armamentos, en lugar del desarrollo de un régimen extenso de ius contra bellum que incluyera una prohibición universal de la fuerza, como ella deseaba, o un modelo de regulación y excepciones colectivamente decididas, como el sistema actual de Naciones Unidas.

      No obstante, en la primera Convención de La Haya, se adoptó la idea que tanto ella había defendido en su novela: la solución pacífica de controversias y arbitraje, aunque no se acordó que fuera obligatorio: simplemente los participantes acordaron que intentarían evitar la guerra y utilizar los buenos oficios y la mediación, pero solo en la medida de lo posible (Laurence, 1992; Von Suttner, 1906).

      En conclusión, ¡Abajo las armas! es un increíble esfuerzo literario por, a la vez, desarrollar y promocionar una conciencia universal sobre la necesidad de la abolición de los mecanismos de fuerza como el medio principal para la solución de los conflictos entre Estados y una inspiración para el régimen de ius contra bellum blando que vendría después de la Conferencia de La Haya, que sería solo exitoso tras las dos guerras mundiales. Igualmente, la narrativa a través de las situaciones personales de los personajes, a la par de una macrohistoria relativa a los poderes en conflicto, le permitió también en su novela proponer reglas específicas, principios y, sobre todo, la urgencia de la universalización del derecho internacional humanitario, sin dejar de expresar la paradoja jurídica de la necesidad de regular algo que debería estar universalmente prohibido, como el uso de la fuerza.

      En lo que sería un best seller de su tiempo, Bertha von Suttner hace una notable contribución para promover la educación sobre y para la paz. La novela es en sí misma una abierta y valiente crítica al militarismo de la época y al movimiento armamentista que llevaría a la Primera Guerra Mundial; literariamente, esta novela tiene gran importancia, pues la autora utiliza un lenguaje y estructura que permite promover en el lector el ideal de la paz, introduce a lectores no especializados en conceptos jurídicos que en su momento estaban naciendo y plantea un debate que en su época era contracultural, pues la sociedad asumía el militarismo como un elemento natural a la vida en sociedad.

      La riqueza de la novela en la educación para la paz es enorme, pues algunos analistas resaltan cómo una de las ideas principales es la transformación de los personajes al descubrir una injusticia y encontrar la necesidad de su regulación o abolición, pues, en todo caso, ella retrata a una mujer que gana experiencia en el curso de su vida, de forma opuesta a la educación tradicional que recibió en su infancia y mediante la observación de los conflictos de su tiempo. La mujer, Martha, inicialmente presentada como tradicional e ingenua, se deja llevar por la pasión de su padre y de su marido hacia las armas, el militarismo, los ejércitos y los nacionalismos. Esa misma educación se la brinda a su hijo, mediante juegos de soldados, para compartirle el entusiasmo por la guerra. La novela resalta cómo la educación y la propaganda política de la época buscaban entusiasmar a las masas hacia la guerra, y ella la contrarresta mediante la transformación que puede tener una persona, hasta llegar hacia la total oposición al conflicto armado a causa de las experiencias dolorosas que sufrió con su familia (Wintersteiner, 2006).

      Esto da lugar a uno de los mensajes clave de la novela. La educación militarista de la época no solo tenía efectos en los hombres que hacían parte del conflicto armado, sino de las mujeres de sus familias, que quedaban presas del modelo ideológico del militarismo prusiano y reproducían en la cotidianidad instituciones belicistas. Wintersteiner (2006), uno de los más reconocidos analistas de su obra, resalta la crítica de la autora a este modelo en uno de los pasajes iniciales de la obra:

      Las chicas que no marchan a la guerra, no obstante, se habían educado utilizando los mismos libros escolares que los jóvenes soldados. Así, las chicas adquirían los mismos puntos de vista, que, a su vez, conducen a una sensación de celos por no poder participar y una admiración hacia los militares […] esto da lugar al fenómeno de las madres espartanas y “madres bandera” (custodias de las banderas de asociaciones)


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