Voces De Luz. Aldivan Teixeira Torres

Читать онлайн книгу.

Voces De Luz - Aldivan Teixeira Torres


Скачать книгу
¿Y, hijo de Dios? ¿Tu afirmación no es exagerada? (Karla)

      — No me tomes como presumido. No fue mi decisión tomar este título, pero si, las entidades me acompañan. (El hijo de Dios).

      — ¡Wow! ¡Increíble! (Karla)

      — Estoy cada vez más sorprendida con este joven hombre. (Georgia)

      — No se impresione. Aunque no me adentraré con las explicaciones, soy un hombre joven perfectamente normal que busca el significado de la vida. Quiero esparcir con la literatura un mensaje de esperanza a otros como yo, para que puedan experimentar la transformación por la acción del espíritu. Eso es todo. (El hijo de Dios).

      — Muy bien. Le deseo suerte en su travesía (Georgia).

      — Deseo con muchas ganas leer sus libros, porque todavía me siento perdida. (Karla)

      — Gracias a ambas. Esto me motiva aún más a seguir mis sueños. (El hijo de Dios).

      El destino se acerca, el carro gira hacia la derecha y entra en un camino angosto. Dentro de unos metros, el Vidente se despide, paga el pasaje y finalmente sale de la van. Camina unos cuantos metros más y llega a su hogar.

      Entra en su residencia, en la sala es recibido con gran cariño por parte de sus familiares y luego se dirige a su cuarto, donde cambia de ropa rápidamente, pero mantiene consigo su mochila. Después salió del cuarto, va a través de la sala y el pasillo y finalmente llega a la cocina. En el ambiente, lavó sus manos en el lavamanos, se seca con el paño de tela, se prepara su plato con lo que está en la cocina (pasta, arroz, frijoles, harina, carne, ensaladas, vegetales y jugo) y finalmente se sienta en una silla alrededor de la mesa principal. En ese momento tendría quince minutos de descanso para alimentarse y reposar.

      Después de su almuerzo, se devolvió al cuarto donde se desvistió, se puso una toalla y toma champú, jabón y crema hidratadora. Luego va al baño de la casa donde tomaría una ducha muy rápida. Y entonces lo hizo. Quince minutos después estaba de vuelta en su cuarto, bañado y con una muda de ropa.

      Ahora solo se encontraban el Vidente y la computadora, adentrándose en su trabajo de escritor. Él trabajaría por el resto de la tarde, cenaría y luego continuaría trabajando toda la noche. Todo por lograr cumplir su sueño “Conquistar al mundo con sus palabras”.

      Al final del día, se dormiría usualmente a una hora temprana. Esta es la rutina diaria del soñador, el Vidente de la cueva y en este día especial (30 de octubre), él se encontraba conmovido por su experiencia con Emanuel, el joven hombre que le hizo una importante propuesta que podría cambiar su carrera.

      Luego del paso de dos días, llegó el sábado. El hijo de Dios se levanta muy temprano, se estira, se quita su ropa, se coloca la toalla en la cintura, agarra el champú, el jabón, la afeitadora, la crema de afeitar y la crema hidratadora y se dirige al baño, pasando a través de los dos cuartos y la sala de la residencia. Al llegar al compartimiento, colocó los artículos necesitados en el lavamanos, tomó la toalla, abrió la llave de la ducha y comenzó a inundar su cuerpo con el agua fría proveniente de la cisterna, que está mucho más fría.

      Un momento después, cerró la ducha, enjabonó su cuerpo y uso ese ejercicio para meditar un poco acerca de lo que había pasado hace dos días atrás. Después de un breve análisis concluyó que un viaje a Jeritacó, una aldea olvidada en las tierras bajas del noreste y eran el hogar de Emanuel, una criatura singular, que lo había salvado de la muerte. Aún si sólo fuese por gratitud, él podía visitarlo y descubrir un poco más acerca de Emanuel y de su propuesta. ¡Lo había decidido! Iría a Jeritacó

      Con la decisión en su mente, se terminó de enjuagar, enjabonó un poco más su cuerpo y volvió a abrir la ducha. El flujo de agua lavó sus impurezas, pero no se llevó sus preguntas ni preocupaciones que poseía ante el nuevo desafío. La nueva aventura que estaba en camino.

      Sintiéndose limpio, el hijo de Dios terminó su ducha, se puso de nuevo su toalla, dio 4 pasos que lo colocaron en frente del borde del lavamanos y comenzó la segunda parte del servicio del baño: Afeitarse su barba. Se colocó la crema de afeitar en toda su cara y con la ayuda de la afeitadora comenzó a remover su barba de su cara y cuello. Necesitaba estar presentable para hacer una buena impresión a cualquier lugar al que iba. En siete minutos concluyó su trabajo, se lavó su cara, limpió su afeitadora y salió del baño.

      Ahora el próximo paso es regresar a su cuarto, rápidamente llega a ese ambiente después de pasar por los mismos obstáculos. Inmediatamente tomó su nueva maleta de ruedas y comenzó a guardar sus efectos personales. Entre los objetos se encontraba la ropa, compuesta por pantalones, pantalones cortos, ropa interior, piyamas, su manta abrigada; sombreros, gorras, zapatos casuales y zapatos deportivos, artículos de higiene personal como jabón, champú, pasta dental, toallas de cara y de cuerpo completo; radio de baterías y su crucifijo y su biblia, que son inseparables. También se lleva un poco de dinero, tres copias de su libro publicado y el teléfono, por si ocurre una eventualidad.

      Al terminar de arreglar todo, tomó su maleta, pasó a través de los dos cuartos y el corredor y al final llegó a la cocina, donde ya estaban sus familiares. Cuando le preguntaron acerca de la maleta, les anunció acerca de su viaje a Jeritacó, que era recibido con poca sorpresa, debido al hecho de que era un escritor, sin importarle que su familia no acepte o crea en sus habilidades como profesional.

      Después de desearle los buenos días a todos, se sentó y tomó su café mañanero acompañado de pan con requesón y queso. Como estaba apurado, no le tomó más de cinco minutos terminar su desayuno y al final se despidió de todos con lágrimas en sus ojos. Sería una separación momentánea entre ambos, pero él esperaba que esta vez estuviese menos tiempo fuera de casa en comparación a sus otras sagas.

      Luego de partir, pasó a través de los mismos ambientes en la dirección opuesta, alcanzó la puerta de salida, hizo una respiración profunda y salió. Así se inició el nuevo desafío en esa mañana del sábado.

      Con un paso regular, el hijo de Dios pasó a través del carril y llegó al perímetro urbano de la ciudad, caminando en dirección a la autopista BR 232. En ese momento, en su corazón prevalecía una mezcla de anticipación, ansiedad y nerviosismo, lo que era natural debido a que se estaba embarcando en una nueva aventura por sí solo.

      En el centro de la ciudad, caminó a través del mismo saludando a sus amigos en la vía, giró a la izquierda caminando por doscientos metros y después llegó a la autopista. Ahora, le faltaba poco para llegar a la parada de la van cuya primera parada era Arcoverde.

      En esta última parte de su viaje, el hijo de Dios aprovechó para planear los próximos pasos dentro de su mente, los cuáles a su parecer eran de gran importancia. Sólo existían dos posibilidades en ese momento: El viaje a Jeritacó sería un empujón que le permitiría elevarse a niveles más altos o sólo sería un momento de distracción junto a su nuevo amigo. Se conformaría con cualquiera de ellas y seguramente lo sacarían fuera de su monotonía reciente luego de haber completado su cuarta saga de la serie “El Vidente” llamada “El Testamento – El Código de Dios” quien reveló a un Señor distinto de la mayoría.

      Con todo planeado y en orden, Aldivan alcanzó el borde de la autopista alrededor de las 7:00am. Ahora estaba rezando para que el transporte no se tomara mucho tiempo en llegar, ya que se estaba haciendo tarde.

      Pasados quince minutos pasó una van gris, con cuatro filas de sillas, y aunque llegó casi llena se detuvo casi enfrente de nuestro querido personaje. Delicadamente el conductor, llamado Evandro, se bajó, abrió la puerta de la van y colocó a Aldivan en una esquina. Luego cerró la puerta, se fue a su lugar y continuaron con su trayectoria. El destino comenzó a ser trazado en su complejo e intrincado trayecto, que le permitiría a el Vidente observar nuevos horizontes. Era lo menos que esperaba luego de todo el esfuerzo que estaba invirtiendo.

      El comienzo del viaje pareció ser normal, un intenso movimiento en la autopista desde Recife en dirección a Hinterland por parte del gran número de


Скачать книгу