Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas. Amy Blankenship

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Una Luz En El Corazón De Las Tinieblas - Amy Blankenship


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de vuelta a la mesa y lo colocó ahí. Mirando hacia la puerta a ver si podía encontrar a Kyoko, sus ojos se oscurecieron cuando notó a Yohji acosándola. La mayoría de las personas que lo conocían creían que Tasuki era el dulce chico Americano de al lado y el más popular en la escuela… pero sí tenía un temperamento escondido.

      Yohji estaba al borde de presenciarlo desatado si no quitaba sus manos de encima de Kyoko.

      La ira de Tasuki se reflejaba en su rostro mientras cruzaba la habitación para rescatar a su dulce Kyoko. Sabía por escuchar a otros hablando en los pasillos de la universidad que Yohji y su hermano eran agresivos con las chicas, e incluso habían sido acusados de violación más de una vez.

      Al acercárseles, vio al hermano de Yohji, Hitomi, de pie a su lado, pero no dejó que eso lo detuviera. Esos dos chicos eran veneno y lo sabía. Los ojos de Tasuki tomaron un matiz amatista iluminado al moverse hacia adelante. Su adrenalina estaba alta y apretó sus dientes viendo a Kyoko luchando para liberarse.

      A la ceja de Kyoko le dio un tic mientras la mano de Yohji viajaba hacia debajo de su espalda y la ahuecaba agarrando sus nalgas firmemente, forzándola a arquearse hacia él. Ella podía sentir su lujuria mientras sonreía con suficiencia malvada hacia ella.

      â€“ ¡Ya está! – Levantó su mano tan rápidamente que Yohji no la había visto venir hasta que escuchó el chasquido haciendo eco en su oído.

      El hermano de Yohji, Hitomi, escuchó el sonido y se volvió para mirar la mejilla roja de su hermano. Sonrió a sabiendas, pero luego mirando más allá de él, observó al chico llamado Tasuki caminando directamente hacia su hermano con una expresión lívida en su rostro.

      Sabiendo que su hermano podría ocuparse de la chica reacia él mismo, Hitomi caminó alrededor de ellos y directamente por el camino de Tasuki. – ¿Justamente hacia dónde pensabas que estabas yendo, niño?

      Tasuki miró más allá de Hitomi, sus ojos chocaron instantáneamente con los de Yohji. Podía ver la mano de Yohji acariciando la de Kyoko… sin pensarlo, lanzó todo su peso en el puño aterrizando justo en el estómago de Hitomi. Para su gran sorpresa, el otro chico apenas se movió.

      Siendo mucho más grande que el chico de colegio, con un puño, Hitomi lanzó a Tasuki tumbándolo hacia la lejana pared del pasillo. Se encogió de hombros, asumiendo que el chico no se volvería a levantar y se volvió para mirar a su hermano jugar con su nuevo juguete.

      Ver a la chica pelear para liberarse trajo una sonrisa a los labios de Hyakuhei. “Así que esta chica no será manejada tan fácilmente. Tendré placer al quebrarla.” Mirando al joven que había venido a defender el honor de la chica, Hyakuhei decidió a quién quería como su más nuevo recluta.

      Rápidamente atrapó al chico llamado Tasuki antes de que se estrellara contra la pared.

      Sus sentidos le dijeron que el chico aún era puro… virgen… qué extraño. Cubriéndolos rápidamente en obscuridad para evitar que otros los vieran, Hyakuhei bajó la mirada hacia él. Lo había visto interactuar con esta chica y varios otros. Sería una buena elección.

      â€“ Bienvenido a la obscuridad hijo mío… – Susurró clavando sus colmillos en la vena de Tasuki. Los ojos de Hyakuhei se abrieron al sabor de la sangre del chico. ¿Poder escondido? Sabía a amatista. Agarró al chico con más fuerza deseando más.

      Tasuki se había tomado el golpe en la cara de un trancazo ya que le corría mucha adrenalina por sus venas. Planeaba levantarse de inmediato, pero con brazos envolviéndolo por detrás todo se volvió negro y se sintió paralizado con un miedo instantáneo. Una suave y casi seductora voz le dio la bienvenida a la obscuridad.

      Jadeó sintiendo dientes afilados hundirse en la piel de su cuello. Mientras la vida le era drenada, sus pensamientos fueron sobre Kyoko y lo mucho que necesitaba llegar a ella. Estaba extendiendo su mano en un último intento de llegar a ella cuando el olvido llegó reclamando su último aliento.

      *****

      La mano de Kyoko aún ardía del impacto contra la mejilla de Yohji. Se quería encoger ahora que podía sentir muchos ojos interesados en ella. No había ayudado el que la bofetada hubiese sonado como un disparo.

      â€“ ¡Maldita sea todo! – Esto era lo que ella estaba tratando de evitar, pero no, Yohji tenía que ir y ser un imbécil. Hablando de imbéciles, él aún tenía que quitar sus manos de encima de ella. Lentamente subió su mirada a él. Por la mirada iracunda en sus ojos, ella no pensó que él planeara dejarla ir en lo absoluto.

      Devolvió la mirada furiosa y fulminante, esperando a ver si él se la cobraría o la dejaría ir. Si ella fuera del tipo de apostar… apostaría por la primera opción.

      Kyou podía decir que la brizna de chica no era oponente para la lujuria que venía del chico que la sostenía con tanta fuerza. Mentalmente hizo trizas al lujurioso por atreverse a tocar lo que pretendía reclamar como su posesión. Repentinamente no le importaba si Hyakuhei lo detectaba o no mientras tomaba su decisión. Justo cuando Kyou se movía para salir de las sombras, intentando llevársela lejos del acosador, escuchó un gruñido profundo.

      Aturdido momentáneamente, Kyou supo que ese tipo de gruñido solo era conocido de provenir de un Lycan. Sus ojos dorados siguieron el sonido a su fuente mientras continuaba vibrando desde la entrada a solo unos metros de la chica. La furia del lobo inundó el pasillo lleno de gente.

      Los ojos de Kyou se entrecerraron ante la escena, preguntándose si podía confiar en que semejante fuerza intemporal llegara tan cerca de la chica. No había visto un Lycan desde que lo habían convertido y, luego, solo había observado en la distancia. Recordaba una vez haberle dicho a Toya que los vampiros y los hombres lobo no se mezclaban. Toya le había preguntado por qué y no le había respondido, porque solo estaba repitiendo las palabras que le había dicho Hyakuhei sin saber la razón de ello.

      Kotaro dio una mirada a Yohji toqueteando a “su mujer” y perdió la cabeza. En un abrir y cerrar de ojos, Yohji se estrelló contra la pared con la mano de Kotaro alrededor de su garganta, levantándolo varios centímetros del suelo. Había lidiado con los lujuriosos hermanos anteriormente, y donde estaba uno… el otro seguramente le seguía.

      Sus sentidos estaban en extremo alerta oliendo el hedor de Hitomi y supo que venía desde atrás. Con una patada bien situada, Kotaro envió a Hitomi volando a través del aire, aterrizando en una pila en el suelo pasillo abajo. Las personas se dispersaron y el pasillo rápidamente se despejó.

      Kyoko se sentó donde había caído en el suelo con los ojos abiertos… casi perdiéndose lo que acababa de suceder, ya que había sucedido muy rápido. Su mirada fue de la silueta desplomada de Hitomi hasta la furiosa silueta de Kotaro, quien sostenía el cuello de un Yohji que lentamente se volvía azul.

      A sabiendas de que debía detener a Kotaro antes de que realmente hiriera a alguien, Kyoko jadeó y comenzó a levantarse. Presionando sus manos contra el suelo, se tropezó detrás de Kotaro poniendo una mano en su hombro tratando de calmarlo.

      â€“ Gracias Kotaro, pero ya estoy bien, puedes dejar ir a Yohji. ¿Sí? – Su voz era suave, pero su pánico incrementó cuando los dedos de Kotaro se apretaron alrededor de la garganta de Yohji. Kotaro volteó su rosto a Kyoko y ella dio un sorprendido paso hacia atrás viendo el tinte rojo alrededor de sus ojos azul hielo.

      â€“ ¡Vi dónde estaba su mano Kyoko y creo que es hora de sacar la basura! – gruñó Kotaro volteando hacia Yohji y escuchó con mórbida fascinación al chico, mientras hacía sonidos de gorgoteo y tomaba un tono de azul


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