Entrenamiento para siempre. Jurij Alschitz
Читать онлайн книгу.el camino del docente. Tienen que comenzar su conferencia, su clase, su entrenamiento, desde el inicio.
—¿Desde dónde?
—Desde la "página en blanco".
CAPÍTULO CERO
Antes de la clase
9:30
Cada mañana, al entrar al salón de clases, me siento extraño. Aunque no es el primer día que trabajo aquí, siento que el espacio, los muebles, los objetos no me pertenecen. No es mi salón de clases, me digo a mí mismo. En el mejor de los casos el salón no es de nadie; los actores y yo tenemos que hacerlo nuestro. Debemos sentir el espacio y domesticarlo. Hay que conectarse con su energía si queremos trabajar en él, si queremos crear algo en él. De lo contrario no resultará.
El espacio puede estar cansado e irritado. Puede estar durmiendo cuando ustedes entran; tendrán que despertarlo. Hay que charlar con él, jugar con él, a veces dejarlo descansar y otras dejarlo a solas consigo mismo. Hay que mantener un buen contacto con el espacio del escenario o del salón de clases; este contacto debe ser, antes que nada, a nivel energético. De la misma manera en que el actor necesita el entrenamiento antes del ensayo y del espectáculo, igualmente se necesita el entrenamiento para el espacio en el que se va a trabajar. Es necesario preparar el ambiente que nutrirá con energía al actor. Hay que preparar el aire en el que volará su globo.
Hace mucho comencé a trabajar en un ejercicio para el salón de clases, para el escenario. Descubrí algo muy interesante: hay que comenzar el ensayo con el espacio escénico, no con los actores; durante una hora, dos horas, no importa. Aquí no hay que escatimar tiempo porque si el espacio está preparado correctamente, él mismo les explicará a los actores qué y cómo interpretar. He pensado en esto desde hace mucho tiempo, pero no he escrito muchos ejercicios de este tipo. No obstante, quiero recomendarles algunos. Sin embargo, hay una condición: tiene sentido realizarlos únicamente si ustedes creen que el escenario es un ser vivo.
EJERCICIO
La limpieza
Disponerse a trabajar en un lugar ordenado. La productividad, la calidad del trabajo dependen de esto. Y también, la satisfacción. Cuando el salón de clases está bien organizado, el trabajo avanza adecuadamente.
No hay nadie en el salón. Usted no necesita a nadie. No le hacen falta ni trapo, ni escoba, ni cepillo. Que sus manos jueguen el papel de estos objetos necesarios para la limpieza. Sin tocarlos con las manos, limpie las paredes, el piso, todo, incluyendo los rincones más alejados de su lugar de trabajo. Gaste su energía como si realmente hubiera limpiado el polvo y sacado la basura. Realice este acto con plena responsabilidad, como un rito. No se apresure en realizarlo. Siéntase como el amo, el artesano. ¿Ha visto cómo los artesanos preparan su lugar de trabajo? ¿Cómo selecciona el pintor sus pinceles y pinturas? ¿Cómo extiende las partituras y coloca su silla el pianista? No es solamente meticulosidad, sino modificación del espacio para una nueva vida. Un rito. Usted no sólo prepara el espacio, se acondiciona a sí mismo para este espacio.
Después de "tirar la basura" fuera del estudio, comience a limpiarse a sí mismo, como quitando de su cuerpo capas de "suciedad de la vida": capa tras capa, hacia abajo, hacia los pies. Utilice sólo las manos, arranque con rudeza esta cotidianidad venida de las calles y de las cocinas comunitarias1, que está pegada a su cuerpo. Al terminar este ejercicio, eche fuera del cuarto lo que logró limpiar. Luego, no olvide lavar sus manos y enjuagar su cara.
Durante mi estancia en Japón, observé cómo un actor, completamente solo, durante más de una hora lavaba el piso de su salón de ensayos, aunque ya estuviera limpio. ¿Para qué?, me pregunté sorprendido en aquel entonces.
Actores bolivianos, susurrando, acomodaban en las esquinas del escenario hierbas aromáticas, conocidas sólo por ellos. Gente supersticiosa, me dije entonces.
Los hindúes leían tantras antes del espectáculo. Pérdida de tiempo, pensé. Luego observé un ejercicio en México y enseguida los comprendí a todos, a los japoneses, a los bolivianos, a los hindúes, y me sorprendió la claridad del resultado que sentí en mí mismo.
EJERCICIO
Sexo en el escenario
El ejercicio se basa en una antigua costumbre que encontramos en Latinoamérica: al hogar de una persona enferma de gravedad entraban personas jóvenes quienes, con enérgicos y potentes movimientos eróticos, imitaban el acto sexual con ciertas partes del espacio. Parecían fecundar el ambiente muerto. Lo regresaban a la vida. Le transmitían energía. Se creaba un potente campo, en el cual el enfermo sanaba mucho más rápido. Los actores de un pequeño teatro llevaban a cabo un acto parecido a éste. Llenaban el espacio con energía emanada de palabras, movimientos y sonidos eróticos. Al tener sexo con el espacio, preparaban el escenario para el espectáculo. Esto me causó una fuerte impresión. Veinte minutos después el escenario parecía un horno e incluso yo me sentía de nuevo joven.
Después del espectáculo les dije a las actrices de este teatro que los europeos también deberíamos realizar ejercicios semejantes. "Sólo hay un problema —me contestó sonriendo una hermosa mexicana—, los actores en Europa en su mayoría son ateos." Estuve de acuerdo con ella.
EJERCICIO
La máquina quitanieve
El espacio está hecho de materia y posee una masa. Intenten recogerla. Usando manos y pies como si fueran remos, como si fueran elementos de una máquina quitanieve, absorban de esta masa lo más que puedan. Sientan cómo se están llenando de ella. Que la masa viva dentro de ustedes por un corto periodo de tiempo, que se acostumbre, que se caliente. Luego regrésenla a su escenario, a su espacio de trabajo. Entréguenla completa y añadan una partícula de ustedes mismos.
Después de dominar el ejercicio, traten de realizarlo con una sola respiración y con un solo movimiento. Una inspiración, aspiren todo el volumen del espacio; una expiración, regrésenlo completo. No se queden parados en un solo lugar, muévanse. Mientras más generosamente entreguen, más calidez de ustedes habrá en este espacio y en mayor medida el espacio les pertenecerá.
Los ejercicios con el salón de clases deben realizarse antes del entrenamiento. Le ayudarán al actor a conectarse con los flujos energéticos del espacio. Conviene explicar esto con más detalle. Es sabido que las personas y el espacio a su alrededor se encuentran en un proceso universal único de perpetuo intercambio de energía. También sabemos, gracias a la física contemporánea, que los objetos y las personas irradian constantemente energía, que se halla en el medio ambiente que nos rodea y se distribuye en ciertas corrientes, como el movimiento de las capas de aire en la atmósfera de la Tierra o del agua en el océano. De tal forma que todos los lugares en los que vivimos y trabajamos son atravesados por flujos energéticos. Su circulación es tal que en ciertos lugares ocurren torbellinos parecidos a los que vemos en las fotografías de satélites que nos muestran la circulación de los frentes de aires fríos y calientes. Debemos aprender a sentir y definir los secretos de estos flujos energéticos. En cualquier lugar siempre hay dos puntos: el positivo y el negativo. El positivo proporciona energía; en caso de que haga falta, los actores experimentados lo encontrarán a como dé lugar. El negativo es necesario para el contraste de las sensaciones: cuando uno necesita reflexionar, aclarar una situación. Este punto se utiliza para las escenas tranquilas, para los monólogos-meditaciones. Encuentren estos puntos. Claro que se necesitará tiempo, pero a cambio ustedes descubrirán importantes secretos del espacio de trabajo.
Un consejo más: sean de los primeros en llegar al teatro, sin falta. Es importante que uno mismo abra su teatro, su salón de clases. Son