Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia. María Isabel Zapata Villamil
Читать онлайн книгу.rel="nofollow" href="#litres_trial_promo">Nombramiento de la Comisión Nacional del Centenario de la Independencia en México
Programa oficial de las celebraciones de la independencia en Colombia
Programa de actividades de la celebración del centenario de la independencia en México
Participación de la sociedad por medio de las academias y las asociaciones en Colombia
Participación de la sociedad por medio de las academias y las asociaciones en México
Republicanismo en Colombia a inicios del siglo XX
La celebración del centenario de la independencia y la opinión pública en Colombia
Eventos de la celebración del centenario de la independencia más destacados por la prensa
La Exposición Nacional en la opinión pública
Informes de Tomás Samper en la Gaceta Republicana sobre la Exposición Nacional
Concursos científicos y sesiones académicas
Polémica por personajes ilustres en la historia de Colombia presentados en el San Bartolomé
Hechos y personajes de la historia
Héroes para venerar, enemigos para aborrecer
Celebración y opinión pública en México
Eventos sociales como tema principal del centenario en El Imparcial
Héroes y eventos de la historia
Antipatriotismo: epidemia del momento
INTRODUCCIÓN
México y Colombia fueron escogidos para este libro porque, al momento de la celebración del centenario de las respectivas gestas de independencia, la situación de cada uno correspondía a distintos extremos. Mientras desde hacía 34 años México se encontraba bajo el régimen de paz y orden de Porfirio Díaz, Colombia se hallaba bajo el mandato de la hegemonía conservadora, sumida aún en la guerra y el conflicto político, aunque con profundos anhelos de paz. Es posible afirmar, entonces, que la celebración del centenario en Colombia expresó las condiciones que vivía el país. Se buscaba la reconstrucción de un país en mala situación económica, con el reto de superar la devastación de la Guerra de los Mil Días y la separación de Panamá.1
Mientras los festejos del centenario de la independencia en Colombia se realizaron bajo las más estrictas normas de austeridad, el derroche de lujo, fiestas, bailes e invitaciones que se vivió en México, no tuvo comparación. Otro punto que nos muestra las diferencias que hubo entre los dos países fue el que el discurso se articulara alrededor de la celebración del centenario, junto con el elemento militar. Además, México hizo alarde de su poderío bélico, mientras Colombia se centró en el desfile de carrozas alegóricas y las misas de Te Deums.
A pesar de estas diferencias, los dos países experimentaban momentos similares. Colombia se encontraba en un momento de ajustes prácticos y reflexivos organizados en torno a las consecuencias que trajo un largo siglo de enfrentamientos internos. En ese momento, el país optó por buscar medidas tendientes a promover el desarrollo económico, para que a su vez este fuera el impulsor de la coexistencia pacífica de los partidos. Se delineó así una situación parecida a la que se dio en México desde 1876, año en el que se instaló en el poder el liberal Porfirio Díaz, la cual se extendió hasta 1911; periodo en el que el lema principal fue orden, progreso y libertad. Cabe anotar que los conceptos que componían aquel emblema tomaron, de igual modo, una importancia notoria en Colombia, pues el país estaba bajo el régimen de la Unión Republicana, la cual era liderada por el recién electo Carlos Eugenio Restrepo.
Aquel contexto enmarcó la preparación de las festividades en ambos países. Desde 1907 se creó en Colombia una junta a la que se le encargó aquella celebración y, aunque a comienzos de 1910 dicho grupo renunció a tales funciones, entre el 15 y el 30 de julio, el país y la capital de la república vivieron días de fiesta con “cabalgatas, desfiles militares, juegos florales, retretas, procesiones, misas y Te Deums”.2 Además, se hicieron muchos concursos centrados en las ciencias exactas, la pintura y la historia. En los actos de conmemoración, personajes de la vida nacional leyeron diversos discursos cuyos temas exaltaban más las acciones del presente que las del pasado.
En México ocurrió algo similar. Se construyeron varios monumentos, se hicieron grandes fiestas, se mejoró el Paseo de la Reforma, se edificó la Columna de la Independencia, se resaltaron los héroes, etc. Asimismo, las celebraciones estuvieron rodeadas de vientos de cambio y modernización, como lo mostró en Colombia la exposición de la industria que se instaló en el recién inaugurado Parque de la Independencia. Para aquel momento, tanto en Colombia como en México, la luz eléctrica ya iluminaba varias ciudades, y los medios de transporte se revolucionaban. En Bogotá, se dejó de utilizar desde 1910 el tranvía de caballos, para dar paso al eléctrico; en México, mientras tanto, la flotilla de la compañía de carros de alquiler sirvió para transportar a las delegaciones de los países invitados.3
Este impulso modernizador dio paso a la adopción de novedades periodísticas desarrolladas en Europa y Estados Unidos, tales como los relatos ilustrados, las crónicas y las entrevistas; proceso que llevó a que, a lo largo de todo el siglo XX, se viera el cambio de una prensa sectaria a una prensa moderna y dinámica.4 Con esto no se busca decir que desde un principio estos aparecieran en su forma más pura. Sus fronteras no estaban definidas, y se podían encontrar características de un género en otro. Igualmente, estos no fueron del todo nuevos. Asimismo, cabe considerar que dichos géneros encontraron sus orígenes en formas narrativas anteriores. Por ejemplo, el género de la crónica periodística tiene sus orígenes en América Latina; particularmente, en los