Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia. María Isabel Zapata Villamil

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Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia - María Isabel Zapata Villamil


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políticos de la historia de las ideas era la consideración histórica de los conceptos y los lenguajes en que aparecen. Así, ese ideal “presente por alcanzar” queda lejano en la historia de las ideas.33

      Como se explorará a profundidad más adelante, Quentin Skinner, uno de los principales estudiosos de la historia de los lenguajes políticos, quien pertenece a la denominada Escuela de Cambridge, pone en primer plano un punto fundamental que separa la nueva historia intelectual de la de las ideas. Para Skinner, tanto las creencias en general de las personas, como las ideas de los filósofos políticos, deben ser contextualizadas en su tiempo de producción; lo anterior no solamente abarca el contexto social, sino además el contexto intelectual en el que surgen dichas ideas.34 De acuerdo con lo anterior, Skinner propuso un método intencionalista; un modelo interesado en cómo y para qué se usaban las ideas, de acuerdo con la reconstrucción de un contexto intelectual.35 Según esa red semántica, se busca descubrir las intenciones del autor.36 En el marco del estudio de dichos contextos, se incluyen los que corresponden al debate, así como las lecturas y los debates gestados en torno a dichas lecturas. Esos contextos intelectuales, los cuales son producidos por las palabras, así como el significado de cada una de ellas y los cambios que estas sufren, se incluyen de igual modo en el estudio de los lenguajes políticos; lo mismo corresponde al análisis de los usos de los significados en sus propios contextos, ya que tales usos pueden verse modificados al cambiar el contexto. Por último, dichas particularidades pueden ser comparadas con nuestros usos de las palabras, y de esa manera es posible señalar de qué modos el pensamiento no es un constructo monolítico.37 Tal relación, que involucra el vínculo entablado entre el pensamiento y el contexto social e intelectual, será uno de los puntos más criticados de la historia de las ideas, en tanto que resultaba notoria su dependencia de la historia social, que casi la había convertido en su producto subsidiario.38 Cabe señalar que la Escuela de Cambridge, organizada en torno a los postulados de John Greville Agard Pocock y de Quentin Skinner, se basó ampliamente en los planteamientos de la obra publicada por Peter Laslett Dos tratados sobre el gobierno civil de Locke, entre muchos otros títulos. En ese estudio, el historiador británico afirmaba que el interlocutor de Locke en las discusiones que rodeaban la obra no era Hobbes, sino Filmer: una persona casi desconocida hoy en día; en consecuencia, argüía que solo en el marco de esa relación es posible entender las ideas planteadas en la obra de Locke.39

      Al desglosar los planteamientos de la Escuela de Cambridge, es también esencial reconocer que esta se distingue por su oposición a aquellos planteamientos que promovían un análisis de los textos postulado de una manera ahistórica.40 En un comienzo, el programa esbozado por Skinner dirigía sus objeciones hacia la tradición de trabajos de historia intelectual de inspiración marxista forjados en el contexto anglosajón. Estas objeciones se centraban específicamente en la forma como se proponía la lectura de obras de filosofía política, en tanto que se las concebía únicamente como expresiones de las transformaciones de la estructura social del momento. Para Skinner, no era posible estudiar las creencias de las personas en general, ni las de los filósofos políticos solo de acuerdo con un contexto social; para él, también debía tenerse presente el contexto intelectual.41 Entre las fuentes del teórico e historiador británico se encuentran la filosofía lingüística del último Wittgenstein42 y los actos del habla de John Langshaw Austin y John Sarle. Igualmente, para el desarrollo de los planteamientos de Quentin Skinner, también fueron importantes las consideraciones de Thomas Kuhn y Clifford Geertz, en la medida en que le permitieron esbozar de qué modo los pensamientos de determinado autor estaban más relacionadas con el conjunto de ideas que tenía que con los hechos objetivos, los cuales lo rodeaban en su época. Por su parte, Pocock construyó sus postulados de acuerdo con nociones claves de Wittgenstein (Sprachspiele), Kuhn (paradigma) y Foucault (discurso).43 Según estos planteamientos, justamente Pocock y Skinner advirtieron el anacronismo que se comete al estudiar la historia de las ideas y trasladarle definiciones conceptuales de nuestro tiempo a documentos históricos.44

      Existen otros lugares en donde se originaron estudios basados en la historia intelectual o de los conceptos. Según Reinhart Koselleck, en la Universidad de Heidelberg surgió la hermenéutica gadameriana, mientras que en la Escuela Fontenay-Saint-Cloud se originó la lexicografía histórica francesa. Desde perspectivas diferentes, ambas escuelas ponían en el centro de la discusión la importancia del lenguaje en la investigación histórica.45 A tono con lo anterior, cabe señalar lo que la Escuela Fontenay-Saint-Cloud, representada por los trabajos que Antoine Prost y Maurice Tournier, formula sobre el lenguaje político, a partir de su metodología cuantitativa.46

      Por su parte, la escuela desarrollada con base en los planteamientos de Reinhart Koselleck, la cual es conocida como historia conceptual, tiene como objeto de estudio el nuevo mundo conceptual que surge de un mundo viejo. Con ese planteamiento, Koselleck hace énfasis en que el cambio de lo conceptual se deriva de él mismo, y no de estructuras externas que lo influencian. Según este autor, los diccionarios históricos ayudan a percibir las continuidades y discontinuidades que se observan en la metamorfosis de un concepto. Sus principales preguntas son ¿cómo viajan los significados a lo largo del tiempo?, ¿cómo deben ser comprendidos hoy los textos del pasado?, y ¿qué tipo de traducción sería más conveniente, una literal o mejor una postulada en términos contemporáneos?47

      En la investigación histórica en general, podemos leer las fuentes de dos maneras. Estas pueden ser evaluadas como resultado de la articulación de los sujetos históricos que actúan según la fuente, o como la constitución lingüística de ciertas estructuras de significado.48 Igualmente, en la investigación histórica puede haber dos tipos de conceptos. Son estos los formados y definidos previamente por las ciencias, por una parte; y, por otra, los conceptos tradicionales, propios del lenguaje de la fuente.49 En el presente caso, nos apoyaremos en la historia de los conceptos para ver la diferencia o la convergencia que hay entre ellos y su uso en el pasado, así como para dejar abierta la reflexión sobre su uso en el presente.50

      Como parte del lenguaje, los conceptos constituyen un fragmento de la representación del mundo circundante. Además, al igual que los demás productos humanos, cambian. En tanto, el escenario en que se presentan, los actores, las perspectivas, el entendimiento, el uso y, en fin, los significados que se les dan a los conceptos, de igual modo, cambian y se renuevan.51 Lo anterior nos lleva a estudiar como objeto aquellas palabras claves que usan unos miembros de una sociedad para describirla; por medio de ellas, será posible explorar lo que piensan sobre ella, y cómo son usadas para legitimarla en los términos de los valores morales vigentes en la sociedad, la transformación o el statu quo. Simultáneamente, es claro que una cosa es lo que se dice de ella, su contenido y lo que se quiso hacer con lo que se quiso decir.52 En concordancia, se estudiará qué significado o significados se les adjudicaban al orden, al progreso y a la libertad durante la celebración del centenario de la independencia, según las distintas posturas de los grupos que conformaban la opinión pública en cada país. Del mismo modo, será esencial tener en cuenta que esos conceptos fueron los condensadores del contexto intelectual que enmarcaba la celebración del centenario de la independencia en ambos países, con sus propios matices. Con tal propósito, se recurrirá también al estudio de los distintos ambientes políticos que rodearon las celebraciones y los contextos intelectuales que la alimentaron.

      En el presente trabajo, se explora de qué modo un concepto no es una palabra más. Las palabras tienen posibilidades significativas que se aplican de manera particularizada a cada objeto; en tanto, el concepto contiene un conjunto de significados y, a su vez, su contexto sociopolítico forma parte integral de él. En consecuencia, los conceptos pueden ser vistos como concentraciones de experiencias históricas y al mismo tiempo, anticipaciones de experiencias posibles por venir.53 Esta complejidad hace que los conceptos hagan parte de redes semánticas que, con sus connotaciones, les dan simultáneamente a estos una infinidad de significados. En el concepto se encuentran sedimentados múltiples sentidos producidos en diversas épocas; sentidos que al mismo tiempo se ponen en juego con cada uso que se les da en un momento determinado, lo cual transforma en sincrónica una noción que se ha construido con el paso de los años.54 De esa manera, y como ya hemos elucidado, los conceptos


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