Antropología de la integración. Antonio Malo Pé

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Antropología de la integración - Antonio Malo Pé


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rel="nofollow" href="#ulink_cbbf9796-123d-51b5-b6ee-1cd93869acd0">[38] Cfr. S. J. GOULD, Darwinian Fundamentalism, «The New York Review of Books», 12 (1997), pp. 34-37.

      [39] Aunque en este libro sigue declarándose un ateo militante, Dawkins admite cierto sentido en el proceso evolutivo (Cfr. R. DAWKINS, El espejismo de Dios, Espasa Calpe, Madrid 2007, pp. 102-130).

      [40] F. AYALA, Teleological Explanation in Evolutionary Biology, «Philosophy of Science», 37 (1970), pp. 1-15.

      [41] De acuerdo con Ernst Mayr, el evolucionismo darwiniano rechaza las formas substanciales que son comunes a determinados individuos. Frente a este planteamiento que Mayr llama tipológico, Darwin sigue uno poblacionista, en virtud del cual se considera la realidad viva como constituida por poblaciones de individuos únicos (cfr. E. MAYR, Populations, Species, and Evolution, An Abridgment of Animal species and Evolution, The Belknap Press of Harvard University Press, Cambridge (Massachusetts) 1970, pp. 10-21).

      [42] Una buena crítica al diseño inteligente se encuentra en M. RONHEIMER, Neodarwinismo, intelligent design e creazione, «Acta Philosophica», 17 (2008), pp. 86-132.

      [43] G. MARTELET, Evoluzione e creazione. Dall’origine del cosmo all’origine dell’uomo, Jaca Book, Milano 2003, p. 97.

      [44] Los últimos descubrimientos han llevado a modificar en parte la datación de la desaparición del Australopithecus. En efecto, recientemente se han encontrado restos del así llamado Austropolopithecus sediba que se remontan a hace 1,9 millón de años (L. R. BERGER, Australopithecus sediba: A New Species of Homo-Like Australopithecus from South Africa, «Science», 328 (2010), pp. 195-204).

      [45] Las diferencias entre los autores son notables: algunos sostienen que el homo habilis, ergaster y erectus estaban emparentados entre sí, mientras que otros afirman que se trata de especies totalmente distintas; los hay también que consideran al homo habilis como una variante del australopithecus; mientras que otros defienden que el homo ergaster pertenecía a la misma especie que el homo erectus.

      [46] Recientes estudios genéticos sugieren la posibilidad de fertilidad entre el homo neardenthalis y el homo sapiens. De hecho, parece que un pequeño porcentaje (entre el 1 y el 4%) de nuestro material genético procede del homo neardenthalis. De ahí, la hipótesis de la hibridación entre estos dos grupos tras la salida del homo sapiens del continente africano, ya que estos genes no se encuentran en los habitantes del sur del Sahara; probablemente la hibridación tuvo lugar en el Cercano Oriente unos 80.000 o 50.000 años ha, antes de la separación de los grupos de Euroasiáticos (R. E. Green e Alt., A Draft Sequence of the Neandertal Genome, «Science», 328 (2010), pp. 710-722).

      [47] Cfr. A. LEROI–GOURHAN, Les religions de la Préhistoire, PUF, Paris 1964, p. 61.

      [48] «La complejidad de nuestro sistema nervioso, resultado de una adaptación larga y problemática, explica la coexistencia de impulsos instintivos ancestrales y de aprendizaje cultural, que a menudo están en desacuerdo entre sí, tanto por los objetivos, como por la forma de alcanzarlos. En otras palabras, una serie de comportamientos primitivos y emocionales que tenemos en común con los otros mamíferos están destinados a entrar en conflicto con aquellas reglas y comportamientos que se derivan del razonamiento y el pensamiento consciente y que forman parte de nuestro trasfondo cultural» (A. OLIVERIO, L’alba del comportamento umano, Laterza, Roma-Bari 1983, p. 41).

      [49] J. J. SANGUINETI, Filosofia della mente, o.c., p. 97.

      [50] Cfr. A. OLIVERIO, Esplorare la mente. Il cervello tra filosofia e biologia, Cortina, Milano 1999, pp. 97-98.

      [51] Vid. T. M. SMITH-R. L. SMITH, Elements of Ecology, Pearson, Ontario (Canada) 2014, sobre todo la primera parte.

      [52] El noruego Arne Naess, creador del término “ecología profunda”, afirma que el derecho a vivir de cualquier forma de vida es un derecho universal que no puede cuantificarse. Según él, no hay especies que tengan más derechos a vivir que otras (cfr. A. NAESS, The Shallow and the Deep, Long-Range Ecology Movement, «Inquiry» 16 (1973), pp. 95-100).

      [53] Algunos autores, como McLaughlin, llegan a reivindicar un ecocentrismo radical (cfr. A. MCLAUGHLIN, Regarding Nature: Industrialism and Deep Ecology, SUNY Press, Albany 1993, pp. 197-227).

      [54] «Es asimismo preocupante, junto con el problema del consumismo y estrictamente vinculado con él, la cuestión ecológica. El hombre, impulsado por el deseo de tener y gozar, más que de ser y de crecer, consume de manera excesiva y desordenada los recursos de la tierra y su misma vida. En la raíz de la insensata destrucción del ambiente natural hay un error antropológico, por desgracia muy difundido en nuestro tiempo. El hombre, que descubre su capacidad de transformar y, en cierto sentido, de “crear” el mundo con el propio trabajo, olvida que este se desarrolla siempre sobre la base de la primera y originaria donación de las cosas por parte de Dios. Cree que puede disponer arbitrariamente de la tierra, sometiéndola sin reservas a su voluntad como si ella no tuviese una fisonomía propia y un destino anterior dados por Dios, y que el hombre puede desarrollar ciertamente, pero que no debe traicionar. En vez de desempeñar su papel de colaborador de Dios en la obra de la creación, el hombre suplanta a Dios y con ello provoca la rebelión de la naturaleza, más bien tiranizada que gobernada por él» (Juan Pablo II, Carta encíclica Centesimus annus, IV, n. 37).

      [55] En su discurso al Bundestag de Berlín, Benedicto XVI propone una ecología humana. «La importancia de la ecología es hoy indiscutible. Debemos escuchar el lenguaje de la naturaleza y responder a él coherentemente. Sin embargo, quisiera afrontar todavía seriamente un punto que, tanto hoy como ayer, se ha olvidado demasiado: existe también la ecología del hombre. También el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo arbitrariamente. El hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza, y su voluntad es justa cuando escucha la naturaleza, la respeta y cuando se acepta como lo que es, y que no se ha creado a sí mismo. Así, y sólo de esta manera, se realiza la verdadera libertad humana» (Benedicto XVI, Discurso al Bundestag, 22-IX-2011).

      IV.

      LA INTEGRACIÓN ESPONTÁNEA DEL DINAMISMO DEL VIVIENTE

      1 Las potencialidades de la totalidad del viviente: instintos y tendencias

      2 Dinamización, actualización y acción

      3 Deseo humano e inconsciente

      EL CUERPO PUEDE ESTUDIARSE BIEN EN SU ESTRUCTURA interna como cuerpo vivo, dotado de una multiplicidad de órganos, funciones y facultades, bien en su relación dinámica con otras realidades materiales y espirituales. Si la primera perspectiva corresponde a una concepción anatómica, fisiológica y —en el caso de la persona— también antropológica desde un punto de vista estático; la segunda se refiere en cambio a una visión dinámica del cuerpo, es decir, al estudio de


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