Análisis del discurso en las disputas públicas. Giohanny Olave
Читать онлайн книгу.como en el caso de la polémica sobre el acuerdo de paz en Colomiba, y otros recursos como la risa y las poses de los «concursantes». Se trata de una materia de estudio, muy apropiada para la erística, que nos permite entender los intercambios del microblog de una manera diferente a otras disciplinas, como, por ejemplo, la argumentación.
En el caso que nos ocupa, se puede distinguir un intercambio del destinatario con identidad (Cristina y su grupo), del que no se esperan respuestas, y un destinatario múltiple sin identidad, que define una arena de lucha discursiva interactiva, irruptiva y desordenada.
El triunfo reclamado por la candidata no era la victoria electoral sino el avance en números de participantes en relación con el anterior proceso interno y la ubicación del partido Unidad Ciudadana como la fuerza opositora frente a las demás formaciones políticas participantes. Los resultados, sin embargo, eran frustantes: 41,37 % del oficialismo contra 37,25 % del kichnerismo. Sin embargo, no se puede permitir la derrota; se sigue aquí la lógica erística de siempre ganar. Confirmación: sí gano; refutación: no gano.
Se enfrentan dos series de recursos verbales y no verbales que buscan reafirmar el ánimo o confianza (tharsos) en una parte del electorado, o al contrario, crear el sentimiento de vergüenza (aiskhynê), mediante ataques a la reputación del adversario. Tanto el ánimo como la vergüenza son dos pasiones estudiadas por Aristóteles, aplicables en particular en el ámbito político, y ambas son medios para alcanzar la persuasión ya sea por parte de la expresidenta (quien pretende evitar el desánimo de sus huestes) o de sus adversarios.
Desde el punto de vista retórico, se emplean sobre todo tópicos epidícticos que, de un lado, buscan fortalecer las bases políticas mediante el elogio y, del otro, vituperar ciertos rasgos del adversario con la finalidad de socavar su credibilidad. Así, en el caso de la deshonestidad, se recurre a una serie de afirmaciones y estrategias, en particular las acusaciones contra Cristina de ladrona y de perdedora. Ambas podrían ser conclusiones argumentativas de carácter judicial, pero aquí no son propiamente argumentaciones, sino expresiones lo más ofensivas posible (hostigar, instigar, agredir) que buscan simplemente minar la honestidad de la candidata, que es defendida por el grupo a favor con expresiones elogiosas (hermosa, fiel, etc.) para la futura senadora y vituperios contra los atacantes. Las ofensas, los insultos o las burlas pueden ser potenciadas mediante recursos verbales (figuras retóricas o signos de admiración o prosódicos: fueraaa) y no verbales (imágenes).
En estas interacciones se encuentran también afirmaciones basadas en pruebas y argumentos lógicos. Así, el tema de la victoria o derrota, para lo cual sirve el siguiente ejemplo registrado por el autor:
Te diste cuenta que perdiste???... 37 es menos que 42 no???... o tenes alguna visión distinta y “revolucionaria” de las matemáticas?...
Pero la prueba seca: 37 es menos que 42, y su conclusión: perdiste, se presentan en forma de burla mediante interrogaciones e ironías, que dan una idea clara de los recursos empeados en los tribunales para poner al juez de parte del orador. El análisis lógico y dialéctico de los argumentos no ve (o no ve por lo menos desde esta óptica) estos procesos extraargumentativos. Así, la última parte podría ser analizada como una reserva (o tenés alguna visión...) con base en el modelo de Toulmin, lo cual sería pragmáticamene incorrecto, además de ridículo.
El estudio de los tuits no nos ofrece un conocimiento de los actores políticos involucrados, ni siquiera nos permite entender la aceptación o rechazo de los participantes, pero sí nos muestra un modo de interactuar radicalizado que otras disciplinas no observan de manera prioritaria.
El tercer caso toma como objeto de análisis los discursos poselectorales de Andrés Manuel López Obrador en su larga lucha hacia la victoria: en 2006, 2012 y 2018. A diferencia de los dos ejemplos anteriores, en este caso se trata de discursos políticos unidireccionales emitidos ante sus seguidores en el espacio público. Se trata de un género (discurso político) por entero diferente a la discusión cara a cara, cerrada, traslapada y crispada de los representantes políticos en la entrevista radiofónica (disputa erística) y en la discusión despersonalizada y agresiva de las emisiones digitales en Twitter en el caso de los resultados de la campaña política en Argentina (polémica digital).
Estos dos últimos casos son especies de diálogo, donde los elementos erísticos pueden ser claramente reconocibles, como sucede en los textos platónicos en el caso de la disputa erística. Pero Olave considera que la erística tiene una dimensión transversal, pues se aplica tanto al diálogo (oratio concisa) como al discurso continuo (oratio continua). Sin embargo, el fenómeno no es el mismo, pues aun cuando un discurso se inscribe en un gran diálogo discursivo, como si hubiera refutaciones y respuestas en tiempos mediatos, la naturaleza de ambos géneros es diferente, en cuanto a estructura, destinatarios, lugar, tiempo y finalidad. En el diálogo, dos o mas interlocutores se traban en un debate directo con posibilidad de interrupciones en un mismo lugar y tiempo; en el discurso, estos elementos se distienden con rangos variables.
En el caso de situaciones poselectorales, los discursos tienen una mayor individualidad que, por ejemplo, los debates emitidos en la tribuna parlamentaria. Lo anterior no quiere decir que el fenómeno erístico no se manifieste en esas emisiones del habla, sino que la técnica de análisis debe adecuarse a esas condiciones específicas. Debido a ello, podrá observarse que el estudio de los discursos postelectorales de amlo es diferente al análisis de la emisión en video del debate y al de los tuits.
No solo esto sino que también los resultados son diferentes en cada una de las tres situaciones. En 2006 y 2012 los adversarios fueron declarados vencedores por la institución electoral, pero amlo no reconoció la derrota y se declaró triunfador legítimo; en 2018, amlo resultó vencedor y los vencidos aceptaron civilizadamente su derrota. De tal manera, los recursos erísticos son más visibles en los dos primeros casos, pues la lógica erística consiste en no declararse nunca vencido, pues de no hacerlo así se cae en la racionalidad política; el vencedor “legítimo” mueve sus piezas y ofrece sus razones que no tienen que ver con el resultado, sino en los adversarios y en el proceso electoral fraudulento. En la última elección, en cambio, el elemento erístico resulta innecesario, pues al vencedor le corresponde ofrecer el discurso de la razón. Sin embargo, amlo no renuncia al empleo de recursos erísticos y elabora su gran narrativa erística de la larga lucha que lo llevó al poder, dando unidad a su trayecto político encabezado por él de 2006 a 2018, e integrándolo en la también larga lucha histórica por la democracia en México, en abierta polémica con la narrativa creada por los gobiernos neoliberales a partir de 1988.
Giohanny Olave adapta su metodología analítica a la naturaleza de los discursos poselectorales, señalando las diferencias erísticas en los tres casos señalados, aunque en todos ellos el orador tiene una finalidad recurrente: buscar mantener la fidelidad de sus seguidores en las derrotas hasta conducirlos al triunfo.
La lectura atenta de los tres casos estudiados (el proceso de paz en Colombia, las reacciones a resultados electorales en Argentina y los discursos poselectorales en México) permitirá a los lectores valorar la importancia y pertinencia de la aplicación de esta perspectiva del análisis discursivo que ofrece una sugerente riqueza de abordajes propuesta por Olave a partir de una seria revisión crítica de las fuentes antiguas y de las teorías modernas del discurso. Es, al mismo tiempo, una propuesta metodológica que no se cierra en una sistematicidad única, sino que permanece abierta y flexible a nuevas materialidades y a aportes teóricos, pero a partir de un interés central en las confrontaciones públicas que recurren a mecanismos que quedan fuera del campo del intercambio dialéctico ordenado, mesurado y reglamentado.
Gerardo Ramírez Vidal
Universidad Nacional Autónoma de México (unam)
Preámbulo1
Tenemos una enorme capacidad verbal de lucha: nos involucramos a menudo en discusiones tensas, somos sujetos abocados a la disputa; pero ignoramos profundamente la naturaleza de esos combates entre opiniones y voluntades opuestas. Tal vez porque nos arrebata, la lucha es misteriosa para la razón. La comprensión del combate se frena en esa línea gruesa que ha sido trazada en la historia del pensamiento occidental para dividir –inútilmente– lo emocional de lo racional,