Teoría del conocimiento. Juan Fernando Sellés Dauder

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Teoría del conocimiento - Juan Fernando Sellés Dauder


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unificables.

      D) La inteligencia es operativamente infinita.

      Al primero Polo lo llama ‘axioma de la operación’ y se atribuye a todos los niveles del conocer humano. Al segundo lo llama de ‘de la distinción’, e indica que un acto superior del conocer humano conoce más que el inferior, es decir, un tema distinto, y precisamente aquello que el inferior no podía conocer. Al tercero, lo denomina ‘de la unificación’, e indica que es precisamente el nivel superior del conocer humano el que conoce al inferior, por eso lo unifica. Al cuarto, ‘de la culminación’, e indica que el nivel cognoscitivo superior de la inteligencia no son los actos u operaciones inmanentes, sino los hábitos adquiridos, perfecciones intrínsecas de esta facultad que la hacen crecer como inteligencia.

      Dicho autor formula, junto a estos axiomas centrales, otros laterales que apoyan a los precedentes, y que son los que siguen:

      E) No hay objeto sin operación.

      F) El objeto es intencional.

      G) El objeto es formal si es precedido en el órgano por una especie impresa o retenida.

      H) La inteligencia no es un principio fijo. Crece como tal merced a los hábitos.

      La redacción de estas páginas es ascendente. Así, tras ofrecer, en el Tema 1, una panorámica de los cuatro niveles indicados en que se puede dividir el conocer humano: el sensible, el racional, el de los hábitos innatos (al cual en el Edad Media se denominó ‘intelectual’), y el superior, al que podemos designar como ‘personal’, luego se procede a centrar la atención en cada uno de ellos, partiendo de los inferiores y terminando con los superiores –Temas 2, 3 y 4–. Seguidamente se procede al estudio de la verdad, objeto propio de todo nivel cognoscitivo, y del error, que es la falta de verdad debida en cada nivel. Asimismo, a las principales propuestas cognoscitivas de la historia del pensamiento occidental, a saber, el realismo, el nominalismo y el idealismo, las cuales admiten diversas variantes.

      Por lo que se refiere a la denominación de la asignatura conviene llamarla ‘Teoría del conocimiento’, porque es nuestro saber (teoría) acerca de nuestro conocer. No son tan pertinentes los nombres de ‘Gnoseología’, porque la palabra ‘gnosis’ tiene una marcada significación racional, pero en el hombre hay niveles de conocimiento inferiores y superiores a la razón. Tampoco el de ‘Epistemología’, porque ‘episteme’ (término griego) significa, literalmente, teoría de la ciencia, pero nuestro saber humano no se reduce al conocer de la ciencia (ni en el sentido clásico ni en el moderno).

      Por otra parte, a diferencia de otros manuales, aquí no se ofrecerá explicación de algunas de las actitudes subjetivas humanas frente a la verdad y el error, por ejemplo, la certeza o la duda, porque tales actitudes no son propiamente cognoscitivas ni dependen de ningún nivel del conocer humano, sino que son voluntario-subjetivas. En efecto, uno, si quiere, puede dudar o estar cierto de lo evidente, pero con eso no modifica en modo alguno la verdad de lo conocido en error y tampoco gana nada en conocimiento. El que gana o pierde con esas actitudes no es el conocer humano, sino el propio sujeto. Tales actitudes pueden ser éticas o antropológicas, o contrarias a esas disciplinas, pero este estudio es de Teoría del conocimiento, no de Ética o Antropología.

      Otras aclaraciones terminológicas son las siguientes: los términos ‘potencia’ y ‘facultad’ son sinónimos, como lo son los de ‘inteligencia’, ‘entendimiento’, ‘razón’, ‘entendimiento posible’, etc., pues todas estas significan la misma realidad, a saber, una potencia o facultad inmaterial de conocer, a la que de ordinario llamamos razón o inteligencia. Por su parte, la palabra ‘fantasía’ –a veces se emplea ‘imaginación’– designa en general las diversas facultades de los sentidos internos más altos (imaginación, memoria y cogitativa). Para mayor explicitación de algunos términos propios de la Teoría del conocimiento se ofrece al final un breve glosario.

      * * *

      El contenido del manual debe sus principales directrices a Leonardo Polo, cuya teoría del conocimiento está en sintonía con la de Aristóteles y Tomás de Aquino, aunque las corrige en algunos puntos y, sobre todo, las desarrolla enormemente y detalla sus entresijos mucho más que aquellos pensadores, a la par que corrige ciertas tesis de los principales pensadores modernos y contemporáneos.

      Para el esclarecimiento de alguno de los conceptos usados en el manual y para facilitar su comprensión y su estudio hemos añadido al final un sintético glosario.

      LOS AUTORES

      TEMA 1.–LOS NIVELES DEL CONOCER HUMANO

      El conocimiento humano no es simple, porque el hombre tampoco lo es (simple solo es Dios). Si el conocer humano admitiese un solo nivel, siendo el hombre compuesto de muchos, dicho conocer no estaría en consonancia con su modo de ser, pues tal conocer había que colocarlo solo en uno de los planos humanos, de modo que los demás no serían cognoscentes. Ahora bien, de no ser cognoscitivos, tales niveles no solo tendrían menos valor que el cognoscitivo (puesto que es mejor conocer que no conocer), sino que, además, en modo alguno se parecerían al nivel cognoscitivo, es decir, en el hombre existiría una radical heterogeneidad entre sus diversas dimensiones.

      1. La pluralidad de niveles noéticos humanos

      En el hombre no todo vale lo mismo ni está en el mismo plano. Su conocer se encuentra en los diversos niveles del compuesto humano. Con todo, no se trata de elegir entre un tipo de conocer u otro, porque ninguno de ellos es superfluo, es decir, todos cumplen su papel.

      • Jerarquía

      La distinción noética entre los distintos planos cognoscitivos es jerárquica. Esto significa que los niveles noéticos o cognoscitivos superiores conocen más que los inferiores; precisamente aquello que los inferiores no pueden conocer. Por eso las personas, y también las corrientes de pensamiento, que usen sobre todo los niveles noéticos inferiores conocerán por fuerza menos que aquellas que ejerzan en mayor medida los superiores.

      Lo que precede es un planteamiento sencillo y fácil de aceptar por cualquiera, porque todos tenemos experiencia al respecto. Los filósofos lo han explicado usualmente sosteniendo que hay dos niveles en el conocimiento humano: el sensible y el racional, y que este último es superior al primero. Esta es una somera división que no ofrece dudas al sentido común.

      Sin embargo, algunos pensadores y corrientes de filosofía (ej. Hume, el empirismo) han invertido la jerarquía natural entre estos dos planos del conocer humano, pues han sostenido que el conocimiento sensible es superior, más cognoscitivo, que el racional. Por tanto, estos han atendido, sobre todo, al conocer sensible. Por reacción a ellos, otros autores y movimientos filosóficos (ej. Hegel, el idealismo) han centrado su atención preponderantemente en el conocer racional hasta prácticamente despreciar el sensible.

      • Ampliación

      El conocer sensible y el racional no son los únicos en el ser humano, y desde luego, no son los superiores modos humanos de conocer. De modo que afirmar solo esos dos niveles y polarizarse en alguno de ellos es quedarse con un planteamiento inicialmente reducido.

      Desde un planteamiento clásico, se está acostumbrado a definir al hombre como “animal racional”. Esta definición parece que implica la existencia de un conocimiento sensible, que responde a su naturaleza animal, y otro conocimiento racional, que responde a la racionalidad. Pero esta es una conclusión excesivamente simplificada.

      • Dualidades

      Hemos hablado de una dualidad cognoscitiva en el hombre: sensible-racional. Ahora conviene indicar que dentro de lo que los autores incluyen en cada una de esos dos tipos humanos de conocimiento también se pueden distinguir dos dimensiones, es decir, que en el conocer sensible, ese que es propio de la naturaleza corpórea humana, cabe hablar de sentidos externos y de sentidos internos.

      Asimismo, en el conocer que habitualmente se llama racional, cabe distinguir entre un conocer que es propiamente racional o manifestativo y otro que es personal. Esta última dualidad corresponde a la distinción medieval entre acto de ser y esencia en el hombre.

      ¿Se pueden multiplicar las dualidades? Se pueden trazar


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