Morir en las grandes pestes. Maximiliano Fiquepron

Читать онлайн книгу.

Morir en las grandes pestes - Maximiliano Fiquepron


Скачать книгу
Buenos Aires con Santa Fe, además de otras zonas como San Isidro y Olivos, también abastecedores de alimentos para la ciudad. Ambos, Flores y Belgrano, también eran ruta de paso de mercaderías hacia el puerto de Buenos Aires, nodo principal de la red comercial.

      Si desde el pueblo de San José de Flores un visitante se dirigía hacia el centro de Buenos Aires, se encontraba con la ciudad en la extensa parroquia de Balvanera, donde la zona de quintas y huertos dejaba paso, poco a poco, a un área conformada por manzanas y calles. La actividad comercial de la parroquia gravitaba sobre las calles Rivadavia, Piedad (hoy Bartolomé Mitre) y Cangallo (hoy Tte. Gral. Juan Domingo Perón), lugar de comercio de productos provenientes de pueblos vecinos y del interior del país. Sus principales comercios eran los almacenes y bodegones, que ofrecían muchos de los productos que llegaban a la plaza, además de ser un lugar de sociabilidad por el expendio de bebidas. Luego de los almacenes, las carnicerías predominaban en la zona; se contabilizaron 47, cantidad sobrepasada solamente por dos parroquias: Santa Lucía (hoy el barrio de La Boca) con 50, y Concepción con 57. En general, en estas parroquias periféricas también aparecen actividades vinculadas con oficios como carpintería, zapatería, alpargatería, así como otras asociadas al tratamiento de cueros.[15] El principal centro comercial de esa zona lo constituían los corrales de Miserere, bautizados con el nombre de Mercado 11 de Septiembre en homenaje al levantamiento contra Urquiza de 1852. Este emplazamiento había servido durante décadas como mercado de ventas al por mayor, en especial de granos, lanas y cueros. Su importancia comercial aumentó tras convertirse en terminal del primer ferrocarril del país, el Oeste, inaugurado en 1857; esta línea corría hasta Flores, para luego extenderse hasta las localidades provinciales de Merlo, Luján, Mercedes y Chivilcoy.[16]

      Además del centro comercial que representaba el Mercado 11 de Septiembre, en esta parroquia también se encontraba el Cementerio Protestante. Ubicado entre las actuales Hipólito Yrigoyen, Paso, Pichincha y Adolfo Alsina, había sido creado el 31 diciembre de 1831, cuando las colectividades anglicana inglesa, evangelista alemana y protestante norteamericana compraron la quinta perteneciente a la familia De la Serna. Desde entonces –y hasta su cierre definitivo en 1892– enterraron allí a los difuntos.[17] Algunos kilómetros más al noroeste, se encontraba otro conjunto de quintas que tendrá gran protagonismo en nuestra investigación: La Chacarita de los Colegiales, un predio de 2700 hectáreas (alrededor de cinco kilómetros cuadrados de extensión), destinados al cultivo de frutas, verduras y forraje. Además, La Chacarita contaba con una capilla y un edificio monacal del período en que esas tierras eran utilizadas por la Compañía de Jesús para casa de veraneo de los estudiantes del Colegio Nacional de Buenos Aires, fundado en 1863.

      Figura 6. Mercado 11 de Septiembre hacia mediados de 1860, Archivo General de la Nación

      Sobre la calle Rivadavia hacia el puerto, las casas y calles continuaban siendo modestas, en general con techos de materiales más sólidos que la madera y la paja, pero de un solo ambiente. La edificación más característica era la casa de una planta construida alrededor de uno o dos patios interiores. Las calles, al igual que en la mayoría de la ciudad, eran de tierra, por lo que cambios climáticos ocasionaban grandes polvaredas durante los días secos, y verdaderos pantanos durante las lluvias. Las aceras increíblemente estrechas, construidas por cada propietario por encima de la calzada para librar al peatón de la tierra, el barro o una ocasional correntada, presentaban una variedad de superficies y niveles que con frecuencia constituían un riesgo para los incautos. Estas aceras estaban encerradas entre la calle y las fachadas de las casas, que llegaban hasta la misma esquina de cada manzana.[18] Acercándonos cada vez más al puerto, se arribaba a la plaza Monserrat, otro gran centro de sociabilidad vinculado al comercio, la religión y los locales de expendio de bebidas como los almacenes, bodegones, fondas y, en mayor medida que Balvanera, también cafés y confiterías. Ubicada en la manzana rodeada por las calles Lima, Moreno, Belgrano y Buen Orden (actual Bernardo de Irigoyen), y a un kilómetro del río, desde la plaza podemos realizar una breve caminata por la calle Lima hacia Victoria, donde comienzan a aparecer diversos comercios que van conformando poco a poco una atmósfera de riqueza, elegancia y prestigio que se acentúa a medida que nos acercamos a la Plaza de Mayo. Encontramos las primeras cigarrerías, confiterías, casas de fotografía y sastrerías. Quizás lo más llamativo de esta parroquia sea la presencia de gran cantidad de músicos: allí residían 34 organistas (no había otros en toda la ciudad), dos arpistas y dos afinadores de órganos. Esta particularidad de Monserrat puede entenderse si recordamos que en la zona se había establecido la población negra libre de la ciudad, conocida desde principios del siglo XIX junto a la parroquia de Concepción como el “barrio del tambor”.

      Una vez que atravesamos la calle Piedras, ingresamos a una de las parroquias de mayor prestigio y antigüedad: Catedral al Sur. Las elegantes tiendas y negocios alineados en las seis cuadras que mediaban hasta Plaza de Mayo ofrecían una extensa variedad de bienes suntuosos, lo mismo que las concentradas en la calle Perú y su continuación en Florida, hacia el norte de Rivadavia. Allí, joyerías, peluquerías, relojerías, mueblerías, “tiendas de ropa hecha”, sombrererías y restaurantes convivían con las viviendas de grandes familias de la élite porteña como los Alvear, Mansilla, Azcuénaga, Elizalde y Frías, entre otras.[19] Además, tanto la parroquia de Catedral al Sur como la de Catedral al Norte concentraban el grueso de la actividad comercial de exportación e importación, como también las instituciones y centros culturales y profesionales más importantes. En Catedral al Sur tenían su despacho 64 de los 85 abogados de la ciudad, y 71 de los 194 introductores de productos importados. La parroquia de Catedral al Norte igualaba esos valores, y de esta manera concentraba casi el total de los profesionales en estas parroquias. En el caso de Catedral al Sur, además, poseía un área vinculada con la intelectualidad y la política en la llamada Manzana de las Luces. Allí se encontraban la Iglesia de San Ignacio, los claustros del Colegio Nacional de Buenos Aires, la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires, la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, la Biblioteca Nacional, el Departamento de Salud Pública, el Museo, los Departamentos de Educación y Topografía y los tribunales comerciales. Por otra parte, Catedral al Sur además de contar con la mayor concentración de actividades comerciales dirigidas a atender la demanda de los grupos de altos ingresos y los centros culturales, estaba marcada por la presencia de la Iglesia. Además de tener a la Catedral de Buenos Aires dentro de sus límites, sobre la calle Defensa, dirigiéndose desde la Plaza de Mayo dos cuadras hacia el sur, se llegaba a la “Manzana de las Iglesias”: allí estaban la capilla de San Roque –patrono de las epidemias– dentro de la Iglesia de San Francisco, con el monasterio franciscano adyacente (ambos fundados en el siglo XVII) y el convento de San Ignacio. Cruzando la calle encontrábamos una de las más antiguas instituciones de caridad de la ciudad, la Casa de Niños Expósitos, establecida en 1779. Una cuadra más hacia el sur estaba la Iglesia de Santo Domingo, con su convento.

      Lo que terminaba de darles su carácter conspicuo a las parroquias de Catedral al Norte y al Sur era que allí residían las principales autoridades nacionales, provinciales y municipales. Sitio fundacional, una serie de edificios hacían de este lugar el eje de la vida política y social de la ciudad. Para entonces, la actual Plaza de Mayo se encontraba dividida por una recova, una edificación con arcadas destinadas a cobijar una veintena de tiendas de sastres, zapateros y actividades similares, aunque también se encontraban algunas destinadas al comercio de alimentos. A la zona más próxima al río se la denominaba Plaza 25 de Mayo. Se conectaba con la Casa de Gobierno, lugar de residencia del Poder Ejecutivo Nacional y sus ministros, que para entonces aún tenía resabios de su emplazamiento anterior, el Fuerte de la ciudad. Detrás, se hallaba uno de los edificios más recientes, la Aduana Nueva (inaugurado en 1857). De tres pisos de disposición semicircular, conectaba con un muelle de carga y descarga de productos, y unos metros más al norte, otro muelle de pasajeros. Cruzando la plaza hacia el norte se hallaba el Teatro Colón, también inaugurado luego de Caseros (en 1857), por donde desfilaron artistas y músicos de renombre. De esta manera, como si la Recova dividiera jurisdicciones, hacia el este se hallaban los edificios sedes del poder nacional: la Casa de Gobierno, el Congreso nacional y la Corte Suprema de Justicia; hacia el oeste, el Cabildo (sede de los Tribunales provinciales), la Gobernación de la Provincia (que ocupó la antigua


Скачать книгу