Nine Coins/Nueve monedas. Carlos Pintado
Читать онлайн книгу.o qué futuro
me alcanza silencioso como el día
que eterno en mí repite la agonía
de no saber quién vela, en el oscuro
crepúsculo, memorias tan atroces?
THE SEDUCTION OF THE MINOTAUR
I know not if I’m man or if I’m shadow,
if what we are returns out from the past,
just like the fleeting moon has given up
its cycles and its story to oblivion.
Perhaps I am Tiresias. But I
cannot divine: What shadow’s left me all
defenseless, unremembered, without a staff
so I can stand erect? What sacred hands
anointed me with oil from godly dreams?
What present, what past or future finds me,
silent as the day repeating in me,
endlessly, the pain of never knowing,
in dimming dusk, who stays awake to keep
the watch upon such terrible memories?
BOOKS & BOOKS, LINCOLN ROAD
La imagen es otra, adolece. El cambio de estación apenas se advierte. Leía Invisible de Paul Auster cuando entraste al recinto: yo sentado y los libros, muchos libros, el olor del papel y de la tinta y nada más. Entre Rudolf Born, Adam Walker, y ella, estaba yo como un testigo absurdo, de paso. Las páginas se sucedían; pensaba en el impulso, en el deseo del impulso, esa materialidad con que se forman las cosas. Invisible y yo, nada más; luego entraste. Vuelve el deseo. Invisible. Invisible. Leo algunas palabras pero la imagen regresa: tú vas de libro a libro, tus dedos rozan las cubiertas luminosas, el papel que guarda todo un mundo en otro idioma. En algún instante Born insinúa que el muchacho debería estar con su amante, con la amante de Born. Yo quiero estar en el mundo del libro, ser un personaje más, decirle a Born que el muchacho puede estar con su amante, con la chica francesa. No son los ciclos del amor, sino del deseo. Todo sucede como en el libro, pero al final estamos él y yo mirándonos despacio, sin lenguaje. Pienso en los límites de la devastación, en la lluvia que afuera cae, en las pocas palabras que el muchacho habla sin yo entenderlo; miro su piel blanca, sus ojos y mis ojos se encuentran en el vacío del aire. No hay triunfo; no lo habrá. Es una imagen, sólo eso, me digo. Antes de irse, sus ojos volvieron a mirarme. Sentí la inutilidad y la idea de pertenecer sólo a un recuerdo momentáneo, a la ausencia de todo, y de las palabras.
BOOKS & BOOKS, LINCOLN ROAD
The image is other, it suffers. The season changing no sooner than it’s noticed. I was reading Paul Auster’s Invisible when you came around: there I was, seated, and the books, so many books, the smell of paper and ink and not much else. There I was, between Rudolph Born, Adam Walker, and the girl, like some absurd witness passing through. Page after page, I kept thinking of impulse, of its desire, that stuff things are made of. Invisible and I, just the two of us; then you came in. Desire returns. Invisible. Invisible. I read a few words but the image returns: you, going from book to book, skimming your fingers across the glossy covers, the paper that contains a whole world in another language. At some point, Born implies that the boy should be with his lover, with Born’s lover. I want to be in the world of the book, to be another character, to tell Born that the boy can be with his lover, with the French girl. It is not cycles of love, but of desire. Everything happens like in the book, but in the end, here we are, he and I, regarding ourselves slowly, without language. I think on the limits of devastation, of the rain that falls outside, of the little words the boy speaks without my understanding; I see his fair skin, his eyes meet mine in the empty air. There is no triumph, and there won’t be. It’s an image, nothing more, I tell myself. Before he left, his eyes came to rest on me again. It was futility that I felt, the idea of belonging only to a moment’s memory, the absence of everything, and of words.
LA FUNCIÓN
¿Quién diría
que la sonrisa es falsa,
la sonrisa
como dádiva piadosa,
tristemente dibujada
por la misma mano
que horas después,
—terminada la función—
borrará el trazo
con esa furia
que nos impone el silencio?
THE PERFORMANCE
Who could say
the smile is false,
the smile
like an offering,
sadly drawn
by the very hand
that, hours later
—after the performance—
will rub away the lines
with all the fury
of silence?
EN UNA CALLE DE ALEJANDRÍA
Cómo ignorar que en este instante
un muchacho camina junto a mí en Alejandría,
que al mirarnos su hombro y mi hombro
chocan como esos barcos que la marea impulsa,
y que ese instante, apenas perceptible,
es más eterno que el tiempo que pasa
por las doradas arenas del desierto.
Cómo ignorar que ahora mismo
podemos ser aquellos que entraron, lascivos,
siglos atrás—lámparas del deseo—a la casa
de Constantine Cavafis,
cuando ya el poeta no estaba,
y muy tristes se quedaron mirando los objetos,
hojeando algún libro hasta encontrar
aquel poema que hablaba de dos muchachos
caminando en Alejandría, rozándose los hombros,
mirándose, levemente, reconociéndose,
como barcos que la marea impulsa.
A STREET IN ALEXANDRIA
How could I miss, in this moment,
a youth walking beside me in Alexandria,
how he sees his shoulder knock against
my shoulder like ships driven by the tide,
and how that moment, barely noticed,
is eternal, beyond time as it passes
through golden desert sands.
How could I miss, just now,
that we could have been the ones, ages ago,
who went into Constantine Cavafy’s house
—lewd, lit with desire—
while the poet was out,
and remained there sadly, looking at the objects,
leafing through a book until we found
that poem, the one that speaks of two young men
walking in Alexandria, shoulders grazing,
glancing, just slightly, recognizing each other,
like