Etiopía. Varios

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Etiopía - Varios


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de vidrio, o berele, durante varios siglos. Se dice que siempre hay que beber el tej en el berele y expresarse manteniendo las formas. La cortesía es un aspecto esencial de la vida social en Etiopía. Mantener la calma y hablar a través de metáforas es mantener las formas. Como resultado, cada uno puede decir lo que quiera, con una sonrisa.

      Tuk-tuk

      Comúnmente conocido como bajaj, nombre de la marca india presente en el país, el tuk-tuk es un medio de transporte muy práctico para desplazarse por las ciudades a precios inferiores a los taxis. Están presentes en casi todas las zonas urbanas, con la notable excepción del centro de Adís Abeba. Originario de Tailandia, pero construido por japoneses en 1935, este vehículo de tres ruedas con cabina para tres personas (conductor delante y dos pasajeros detrás) es ahora muy común en África. Sus dueños los decoran a su gusto, desde simples iconos religiosos hasta luces que parpadean por la noche. Recientemente han aparecido modelos chinos más baratos (pero menos sólidos según los habitantes).

      Tukul

      Es el nombre dado en Etiopía y en el cuerno de África a la vivienda rural tradicional, cabañas redondas de madera de dos pisos con paredes cubiertas de tierra seca y techos de paja. La planta baja la ocupan los animales, mientras que la familia duerme arriba.

      Zagwe

      Esta dinastía apareció en el momento del colapso del Imperio axumita en el siglo X y sucedió a la dinastía salomónica. Sus gobernantes, los recién cristianizados agaw de la región de Lasta, trabajaron durante 150 años para extender el territorio del reino mientras restauraban la estabilidad y la unidad del país. Durante este período, el rey Lalibela, deseoso de confirmar su compromiso con la Iglesia etíope, comenzó a construir las famosas iglesias monolíticas en el lugar que ahora lleva su nombre. En 1270, Yakuno Amlak derrocó este régimen y restauró el linaje salomónico, afirmando ser descendiente de Makeda y Menelik.

      Qué hacer / qué no hacer

       Soportar su mala conciencia

      Aunque es difícil mostrarse insensible ante los ruegos causados por la pobreza, a veces flagrante, repartir dinero o regalos indiscriminadamente es, normalmente, contraproducente. En primer lugar, porque fomenta una demanda sistemática y a menudo hostigadora hacia todos los extranjeros, que a veces crea la aparición de verdaderos profesionales de la extorsión con un discurso bien elaborado (esto es especialmente cierto en Lalibela). En segundo lugar, y aparte de los que no tienen otro medio de subsistencia (ciegos, discapacitados o ancianos), repartir al azar, entre la multitud de pedigüeños, muchos de ellos niños, es en sí injusto. Por último, hacer pensar a estos niños que recibir regalos sin dar nada a cambio es normal, les lleva a una falta de discernimiento. Es decir, aunque sepan pedir, no deberían esperar nada a cambio. Por lo tanto, es preferible que su ayuda se corresponda con una justa remuneración a un servicio prestado: vigilante de coches, invitación, guía o cualquier otro. Por ejemplo, como lustrar zapatos es una costumbre para los etíopes, no debería darle apuro pedir que se los lustren con betún por 10 birrs.

      Más adelante, su viaje le permitirá apoyar a una de las muchas organizaciones que luchan contra la pobreza en el país. Tal vez sea esa la mejor ayuda que se puede proporcionar a este país y a sus gentes.

      Seleccionar las compras Durante mucho tiempo, el dinero lo compraba todo en Etiopía y algunos extranjeros con pocos escrúpulos se aprovecharon de ello para despojar al país de sus riquezas. Así, muchos manuscritos antiguos, iconos, cruces e incluso tótems konso han desaparecido, a veces incluso a través de valijas diplomáticas. Hoy en día, la exportación de antigüedades está prohibida y, en caso de duda, los objetos deben ser evaluados por el Museo Nacional de Arqueología. Para evitar este proceso bastante incierto, es preferible comprar objetos de valor solo en tiendas fijas y pedir al vendedor un recibo y un certificado.

       Respetar los principios religiosos

      Además del hecho de que las mezquitas no pueden visitarse en Etiopía y de que muchas iglesias y monasterios están prohibidos para las mujeres, cabe señalar que los etíopes tienen un profundo respeto por la etiqueta religiosa, que también se impone a todos los visitantes:

       Quítese los zapatos antes de entrar en una iglesia.

       Evite fumar, comer o mascar chicle dentro de y en los alrededores de los lugares de culto. Cabe destacar que los etíopes ayunan para poder entrar.

       Nunca intente entrar en el altar mayor, este espacio en el corazón de las iglesias está estrictamente reservado a los sacerdotes.

       Durante un servicio, respete la división entre hombres y mujeres.

       Tras visitar un lugar de culto, se agradece un pequeño óbolo.

       Cortesía y buena conducta

       Como en toda África, la primera impresión es esencial, por lo que cuanto más largas sean las formalidades, mejor será la acogida. El uso de unas pocas palabras en amárico por parte de los visitantes es muy apreciado y facilita el contacto. El contacto opuesto con los hombros, repetido tres veces al estrechar la mano, es el saludo clásico en Etiopía.

       Si comparte una comida con los etíopes, coma solo con la mano derecha.

       No intente robar fotos, pida permiso y luego acuerde el precio si se le pide dinero. En este sentido, a veces vale más perder una foto bonita que aceptar pagar sumas desproporcionadas por este acto inofensivo. No insista en caso de rechazo. Está prohibido fotografiar edificios oficiales e infraestructuras civiles (puentes en particular).

       Ante circunstancias imprevistas —retrasos, trámites administrativos, cambios de programa—, mantenga la calma o, al menos, inténtelo. Acostumbrados a las incertidumbres de todo tipo, los etíopes son por naturaleza pacientes, más bien resignados e insensibles a la agresividad, que incluso puede resultar contraproducente.

      Pinceladas sobre Etiopía

      Geografía

      Con una superficie de 1 104 300 km2, más del doble de la superficie de España, Etiopía está situada en el Cuerno de África, entre el Trópico de Cáncer y el ecuador. Limitado al norte con Eritrea, al este con Yibuti y Somalia, al sur con Kenia y al oeste con Sudán y Sudán del Sur, el país no tiene acceso al mar, aunque dispone de considerables reservas de agua. Su topografía, muy accidentada — va desde los 100 m bajo el nivel del mar hasta más de 26 picos por encima de los 4000 m de altitud —, divide el país en dos grandes áreas.

       Las tierras altas, que cubren el 58 % de la superficie del país, ocupan las regiones de Wolo, Gojam y Gondar en el norte, dominadas por el macizo de Simien y su cumbre, Ras Dashan, que se eleva a 4543 m. En el centro, la inmensa meseta del Choa, el feudo de la capital más alta del continente, está bordeada al sur por las tierras altas de Arsi y aislada del macizo de Bale por el curso del río Wabe Shebelle. Estas mesetas basálticas están entrecortadas por largos valles fluviales y profundos desfiladeros de los ríos importantes que ellas


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