Historia del Próximo Oriente antiguo. Marc Van De Mieroop

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puede haber tenido un prestigio regional comparable al de Nippur en Babilonia.

      Otra similitud entre Babilonia y la región del norte es que ambas tenían sociedades multilingües. La mayoría de la población hablaba dialectos semíticos, pero también encontramos evidencias del hurrita, un idioma que no es semítico ni está relacionado con el sumerio. La onomástica es de nuevo el principal indicador de esta multiplicidad lingüística. Los hurritas probablemente predominaban en el norte de Siria, donde más tarde surgió el estado hurrita de Urkesh y Nawar, pero los individuos con nombres hurritas aparecieron poco después del Período Dinástico Arcaico en lugares tan meridionales como Nippur en Babilonia. Las personas con nombres semíticos vivieron también en toda Siria y el norte de Mesopotamia, aunque esta heterogeneidad lingüística no es la base de ningún conflicto social o étnico que conozcamos.

      La organización política del norte —una zona mucho mayor que Babilonia— era, por tanto, esencialmente similar a la del sur. Los centros urbanos eran las sedes del poder y dominaban el campo circundante, aunque los estados del norte fueran geográficamente mayores. Sin embargo, había una diferencia en la base ideológica del poder: en el norte era secular y no religioso. La ciudad de Kish, en el extremo norte de Babilonia, funcionaba como un punto intermedio entre estos dos mundos. Mantuvo estrechos contactos tanto con los estados del sur como con los sirios y pudo haber tenido una organización política basada más en el poder secular que en el religioso. Tal vez no sea sorprendente, entonces, que un hombre de Kish, Sargón, fuera a alterar todo el sistema.

      3.4. LA SOCIEDAD DEL DINÁSTICO ARCAICO

      Para el estudio de la historia social en el Período Dinástico Arcaico debemos confiar principalmente en los documentos administrativos. La organización de la sociedad en «casas» era una característica del período y de todo el tercer milenio. Se trataba de entidades cuyos miembros residían juntos, incluidas varias generaciones de una familia, así como las personas dependientes, como los sirvientes. Las casas se originaron en grupos de parentesco económicamente independientes, pero el concepto se expandió como la estructura de grandes instituciones centradas en torno a los dioses y los reyes. Por ello, la palabra sumeria para palacio era é-gal, «gran casa», y para templo era é seguido del nombre de un dios, como, por ejemplo, «casa del dios Ningirsu». Todos los archivos importantes de tablillas derivan de estas unidades y retratan un mundo con la casa como el centro, dejando sin documentar otras actividades. Cada casa se puede considerar una unidad autónoma y autosuficiente: poseía tierras, ganado, herramientas y barcos de pesca, e incluía agricultores, pastores, pescadores y personas que producían y preparaban alimentos y fabricaban bienes. Las casas más grandes incorporaron varios departamentos con tareas distintas, que a menudo fueron designados por el término é. A finales del Período Dinástico Arcaico, los miembros individuales de las élites también tenían sus propias casas. En Lagash, por ejemplo, la reina tenía una, llamada «casa de la mujer» (en sumerio é-mí), que ella dirigía de forma independiente. Su propiedad era más pequeña que la del rey, pero era autosuficiente y parece que las mujeres administraban el hogar de la reina. No podemos documentar esto en el Período Dinástico Arcaico, pero en el período posterior de Ur III sus funcionarios eran en su mayoría mujeres.

      Internamente, el personal de cada hogar estaba organizado jerárquicamente. Los trabajadores y trabajadoras (gurush y géme sumerios) se encontraban en la parte inferior de esta jerarquía y eran, con mucho, los más numerosos de sus miembros. Aunque no carecían de libertad, en el sentido de esclavos, eran trabajadores dependientes que podían vivir con sus familias o en alojamientos institucionales proporcionados por la organización para la que trabajaban. Se les recompensaba con raciones: las cantidades estándar de cebada, contabilizadas mensualmente, y de aceite y lana, que se contabilizan anualmente (documento 3.2). Las personas que recibían estos bienes eran principalmente hombres y mujeres activos, pero también incluían a niños y ancianos. Es evidente que las raciones constituían el apoyo que se daba a todos los dependientes del hogar, fueran o no productivos. Las cantidades se calculaban según el sexo y la condición del trabajador: un hombre recibía regularmente el doble de la cantidad de grano que se le daba a una mujer, los supervisores recibían más que sus subordinados, los artesanos especializados más que los obreros no cualificados, etc. Este patrón por el cual el hogar proveía a sus dependientes mediante la provisión de necesidades básicas de alimentos y ropa siguió siendo una característica fundamental de la sociedad del Próximo Oriente a lo largo del tercer milenio. Dado que los bienes entregados no constituían una dieta completa, debemos concluir que estas personas tenían acceso a otros alimentos a través de canales ajenos al sistema de raciones. Las verduras y el pescado eran probablemente cultivados en casa o recogidos por miembros de la familia; o quizás los trabajadores cambiaban parte de sus raciones por esos alimentos.

      Documento 3.2. EXTRACTO DE UNA LISTA DE RACIONES

       Muchas cuentas administrativas enumeran las raciones que se entregaban a los dependientes del templo con gran detalle. Proporcionan los nombres de los destinatarios o los identifican por sexo y edad y enumeran las cantidades de cebada que se les expiden. Estos textos a menudo terminan con un resumen de los totales e identifican al funcionario responsable del desembolso. Por ejemplo:

      En total: 1 hombre a 50 litros

      1 hombre a 40 litros

      5 hombres a 15 litros cada uno

      23 hombres a 10 litros cada uno

      Son varones

      56 trabajadoras a 20 litros cada una

      72 trabajadoras a 15 litros cada una

      34 mujeres a 10 litros cada una

      Un total de 192 personas, entre jóvenes y adultos, recibieron cebada.

      La cebada eran 2935 litros. Raciones de cebada. Las trabajadoras y los niños son propiedad de la diosa Bau.

      Shasha, la esposa de Uru’inimgina, rey de Lagash.

      En el mes de la ingesta de malta para Nanshe, el inspector Eniggal la distribuyó desde el granero de Bau. Es la novena distribución del año 4.

      Traducción según Selz, 1989: 93-94.

      La mayoría de los trabajadores realizaban trabajos manuales repetitivos. Las mujeres estaban especialmente comprometidas como moledoras y tejedoras. La molienda en ese momento era una tarea agotadora que requería que el grano se frotara de un lado a otro sobre una losa de piedra con una piedra de mano más pequeña. Se suponía que las mujeres debían producir cuotas fijas de harina o tela diariamente. Las cantidades producidas dependían de la calidad del producto final, que variaba enormemente. Por textos posteriores del Período Ur III sabemos que las cuotas eran altas: una mujer tenía que producir 10 litros de harina regular o 20 litros de harina gruesa al día. Las cuotas de tejido podrían llegar fácilmente a 2 metros cuadrados al día. Esas eran tareas pesadas y podían conducir a lesiones físicas, como ilustran los esqueletos de mujeres en la excavación del asentamiento neolítico del séptimo milenio de Abu Hureyra en Siria: las rodillas, muñecas y parte inferior de la espalda mostraban signos de artritis, mientras los dedos de los pies estaban deformados por haberlos metido constantemente debajo del pie en una posición necesaria para la molienda2. Mientras que los relatos del Dinástico Arcaico se refieren a las mujeres como grupos, es probable que trabajaran individualmente en el hogar, al mismo tiempo que cuidaban a los niños. Estas tareas eran principalmente industrias artesanales.

      Sin embargo, pertenecer a una gran casa también proporcionó un medio de supervivencia a los débiles de la sociedad. Las viudas y los niños que no podían alimentarse entraban en las casas del templo, donde recibían apoyo básico. Las casas no solo existían en las ciudades, sino también en el campo, donde las comunidades rurales, compuestas por familias numerosas que poseían tierras en común, sobrevivían fuera del control institucional. Su presencia en la sociedad del Dinástico Arcaico —pero también la disminución de su importancia—


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