Escucha empática. Andrea Álvarez Sánchez

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Escucha empática - Andrea Álvarez Sánchez


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más sabias para sí mismo que de una forma puramente racional (Artiles et al., 1994:188). La psicología humanista considera a cada persona como una individualidad única, ya que la suma de sus múltiples características, situaciones, experiencias y temporalidades conforman cada una de sus partes, lo cual es irrepetible pues es singular y exclusivo de cada ser vivo. Juan Lafarga Corona y José Gómez del Campo comentan que la psicología humanista es

      […] una corriente psicológica que destaca la individualidad de la persona humana, la necesidad de estudiar esta individualidad como un todo inseparable y no en partes aisladas, y el respeto por su desarrollo autónomo (Lafarga y Gómez del Campo, 2011:5).

      La concepción humanista del ser humano se contrapone a la visión autoritaria. Estas dos maneras de concebir al individuo determinan sistemas políticos, educativos, teorías psicológicas y por lo tanto técnicas psicoterapéuticas. Difieren en la forma de concebir las relaciones interpersonales y en el manejo del poder. Erich Fromm, en su libro Ética y psicoanálisis, señala:

      En la ética autoritaria, una autoridad es la que establece lo que es bueno para el hombre y prescribe las leyes y normas de la conducta, en la Ética Humanista es el hombre mismo quien da las normas y es a la vez el sujeto de las mismas, su fuente formal o agencia reguladora y el sujeto de su materia (Fromm, 1997:20).

      A continuación se presentan algunas diferencias de la perspectiva humanista con respecto a la autoritaria (Díaz Marroquín, 2010:7).

      La ética autoritaria:

       Niega formalmente la capacidad del ser humano para saber lo que es bueno o malo. La norma le da una autoridad que trasciende al individuo, y le infunde temor, debilidad y dependencia.

       Lo “bueno” o lo “malo” lo establece la autoridad en función de sus propios intereses, no del bienestar del otro. La obediencia ciega es la máxima virtud y la desobediencia el pecado capital que merece castigo.

       Justifica la represión y el control. El punto de referencia es externo, es ajeno a la persona.

      Por otra parte, para la ética humanista:

       El ser humano tiene la capacidad de discernir lo bueno y lo malo para sí mismo.

       Bueno es aquello que favorece su desarrollo pleno.

       La norma la da el individuo mismo, cuando está en contacto con su bienestar en el más amplio sentido de la palabra.

       La máxima virtud es el respeto al ser humano y a la vida.

       Favorece la educación y la amplitud de la conciencia.

       Se actúa conforme a la conciencia y la convicción.

       El punto de referencia es interno.

      La psicología humanista, en México, deriva en el llamado desarrollo humano. “Desarrollo humano” es un término acuñado por Juan Lafarga Corona, discípulo de Carl Rogers, y se concibe como una forma de potencializar las capacidades de las personas y de transformar obstáculos de la personalidad que estén obstruyendo el crecimiento humano. Myriam Muñoz Polit afirma en su libro Emociones, sentimientos y necesidades que el trabajo emocional humanista promueve el desarrollo de las potencialidades o el desbloqueo de las pautas crónicas que están impidiendo este desarrollo (Muñoz Polit, 2012:147). La autora define el objetivo del proceso emocional en la psicoterapia humanista como “Hacer que la persona recupere fluidez del proceso natural de sentir, para que pueda ser hábil en el descubrimiento de sus necesidades y en la posibilidad de ser o no satisfechas” (Muñoz Polit, 2012:149). En el capítulo VI de su libro menciona ciertas características representativas de lo que busca el enfoque humanista en psicoterapia como objetivos, éstos son:

       Actitudes básicas de relación. Mantener estas actitudes terapéuticas rogerianas, que son: consideración positiva incondicional, empatía, autenticidad y respeto.

       Sólo usando hipótesis siempre por comprobar o desaprobar. Esto quiere decir que se hipotetiza y no se diagnostica.

       Somos seres en proceso. Estamos en un continuo estado de cambio; las personas siempre nos pueden sorprender pues nunca acabamos de ser, sino que estamos siendo.

       Cada persona es la autoridad última sobre sí misma. Nadie sabe mejor que uno mismo lo que es mejor para uno y uno tiene el derecho a decidir sobre sí mismo.

       El terapeuta sirve como una presencia presente. Estando con toda su atención plena para el cliente, atento a lo que ocurre en el otro, en sí mismo y en la relación.

       Valorar la novedad. Ya que siempre estamos cambiando, la novedad es una manifestación del mismo.

       Valorar la diferencia. Ésta enriquece y, aunque sea amenazante, también es atractiva pues marca una relación ambivalente.

       Valorar la experiencia. Ésta es más valiosa que las razones de otros pues es el criterio último de la verdad personal.

      La psicología humanista forma parte de un nuevo paradigma que deja de validar únicamente lo racional para comenzar a considerar al hombre holísticamente. Miguel Martínez Miguélez, en su libro La psicología humanista, advierte que la frase de Carl Rogers “El hombre es más sabio que su intelecto” describe la mirada humanista del hombre. El ser humano ha sido definido como un “animal racional” por su distinción de poseer inteligencia, razón y lógica, mas cuando hace lo contrario se dice que procede de forma irracional. Hay un tercer procedimiento que no es lo racional o irracional, sino que es lo a-racional y constituye otra dimensión de la vida humana.

      […] en la orientación humanista se afirma que este camino puede ser más sabio que la misma vía racional. Cuando un individuo está libre de mecanismos defensivos, actúa espontáneamente, observa y ausculta todas las reacciones de su propio organismo, dispone de un cúmulo inmenso de datos que el organismo procesa, a veces inconscientemente, y genera conclusiones que se le presentan como intuiciones. Estos juicios pueden ser más sabios que el pensamiento consciente […] ya que el carácter racional del hombre lo lleva a veces a negarse a sí mismo y a desconocer a aquella parte que se presenta con una aparente incoherencia (Martínez Miguélez, 1999:74).

      Cuando realmente se sabe que se ha comprendido algo es porque se ha entendido en todo el organismo, en el nivel celular y no sólo racional. Esto es entender las cosas en un nivel profundo, de una manera integral y organísmica.

      La ansiedad y el sufrimiento no pueden curarse por medio de teorías […] saber, la mayoría de las veces, no alivia el dolor ni promueve el desarrollo […] Cuando May habla de ser consciente, a lo que se refiere es al darse cuenta (awareness), o sea a una conciencia de todo el organismo, no sólo a un insight de tipo racional (Muñoz Polit, 2008:8).

      La psicoterapia humanista no juzga ni empuja al cliente, respeta, sabe que el consultante es quien mejor puede saber a dónde va, a qué ritmo y qué necesita para conseguirlo. Sin embargo, para llegar a tener este dominio personal es necesario alcanzar cierto nivel de autoconocimiento. Comenzar a conocerse a sí mismo más profundamente requiere de cierto ambiente, no es algo que pueda ocurrir de forma automática; en ello el proceso psicoterapéutico humanista ayuda a que esta sabiduría que habita en el interior en forma esencial, emerja a la conciencia de la persona.

      El ser humano tiene la capacidad latente o manifiesta de comprenderse a sí mismo y de resolver sus problemas […] sin embargo, la actualización eficaz de esta potencialidad no es automática. Requiere de ciertas condiciones, cierto clima interpersonal […] de relaciones humanas positivas, favorables a la conservación y valoración del “yo”, relaciones carentes de amenaza o desafío a la concepción que el sujeto hace de sí mismo (Rogers y Kinget, 2013:65).

      Myriam Muñoz Polit, en su libro La sensibilización Gestalt, hace una síntesis de las principales ideas de la psicología humanista, algunas de las cuales son las siguientes:

       Poner la atención en las capacidades y potencialidades que tenemos como personas.

       Conocer


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