Investigación formativa en los estudios de información documental. Johann Pirela Morillo
Читать онлайн книгу.racionalidad es igual a estar bien informado, lo cual constituye uno de los problemas de nuestra época, en la que se considera que tener acceso a mucha información va a desarrollar la razón. La información es útil precisamente para quien tiene una razón desarrollada, pero no es igual tener información a poseer conocimiento.
Acurero (1998) y Baralt-Torrijos (1993) comparten criterios en este sentido al decir que la información es la doxa y el conocimiento, la episteme. Entre estos dos conceptos hay una distinción importante. El conocimiento es reflexión sobre la información; es capacidad de discernimiento y de discriminación respecto a los datos que se tienen; es capacidad de jerarquizar, ordenar y maximizar la información ambiental y contextual que se recibe. Precisamente hacia estas dimensiones debe orientarse la educación de este siglo; de allí la necesidad de enseñar a aprender, que implica enseñar a utilizar la información para usarla en la acción, en la toma de decisiones y la resolución de problemas, tanto en los ámbitos personal y social como en el académico profesional.
En el marco de estos argumentos adquieren importancia las ideas de la Unesco (1996) para la educación del nuevo siglo, que debe reconocer la existencia de diversos medios y recursos tanto para la circulación y el almacenamiento de informaciones como para su comunicación. Esto le plantea a la educación una doble exigencia: por un lado, debe transmitir masiva y eficazmente un volumen cada vez mayor de conocimientos teóricos, técnicos, evolutivos, adaptados a la civilización cognitiva, porque son las bases de las competencias del futuro. Por el otro, debe encontrar y definir orientaciones que permitan no dejarse sumergir por las corrientes de informaciones, a veces efímeras, que invaden los espacios públicos. Para cumplir con esos dos macropropósitos, la educación debe estructurarse en torno a cuatro aprendizajes fundamentales, que en el transcurso de la vida serán para cada persona, en cierto sentido, los pilares del conocimiento: aprender a conocer, que implica desarrollar los instrumentos de la comprensión; aprender a hacer, para poder influir sobre el propio entorno; aprender a vivir juntos, para participar y cooperar con los demás en todas las actividades humanas, y, por último, aprender a ser.
Es precisamente en este contexto de turbulencias y cambios vertiginosos donde adquiere una importancia creciente el concepto y la práctica de la investigación formativa en la universidad, entendida como la posibilidad de introducir en el currículo universitario estrategias y acciones centradas en que los estudiantes se apropien de la investigación científica: sus lógicas, métodos y técnicas. Se trata de plantear lo señalado por Parra (2004) al concebir la investigación formativa como estrategia para desarrollar conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes de detección de problemas, su caracterización y búsqueda de soluciones, aplicando métodos y técnicas sistemáticas y rigurosas. En este sentido, este tipo de investigación y su enseñanza en la universidad es para que los estudiantes dominen competencias que les permitan desarrollar el pensamiento crítico y creativo en la búsqueda de soluciones a los problemas que se confrontan en diversos ámbitos sociales, culturales, educativos, políticos y económicos.
La investigación formativa, entonces, no debe buscar la generación de nuevos conocimientos. Esta aspiración es compromiso de los programas de maestría y doctorado, desde cuyos espacios se deben generar acciones para continuar la formación de los investigadores, quienes deberán realizar esfuerzos de síntesis creativa y ejercicios de ruptura epistemológica para crear conocimiento que pueda ser útil a la superación de problemas en lo teórico y metodológico. Lo que sí se debe lograr con la investigación formativa es el desarrollo de conocimientos, habilidades, destrezas y actitudes para detectar y problematizar situaciones que se ubiquen en un ámbito práctico, desde donde pueda enriquecerse la acción profesional sobre la base de la aplicación del proceso metodológico de la investigación.
En el caso de las carreras que forman profesionales para gestionar sistemas de información y documentación, bibliotecología y archivística, sería el equivalente a pensar en la necesidad de enfocar la investigación formativa en la identificación de problemas que tienen que ver con la producción, circulación y apropiación social del conocimiento, cuyos espacios de mediación son las bibliotecas, archivos, centros de documentación e información. Los problemas vinculados con estos espacios y con los procesos de gestión asociados apuntan hacia el despliegue de una serie de fenómenos-procesos-acciones, la cual requiere ser abordada con miradas críticas, que tengan como propósito su estudio sistemático y organizado, utilizando diversos métodos y técnicas de investigación científica. Algunos de estos problemas parten en primer lugar de las revisiones, siempre pendientes, de los fundamentos teóricoepistemológicos sobre cuyos cimientos se han estado elaborando conceptos y categorías para explicar los canales que hacen más expeditos el encuentro de quienes producen información y quienes la necesitan. Consideran, además, los procesos que se dirigen hacia la organización de dicha información para hacerla cada vez más accesible a los usuarios, mediante servicios y productos que garanticen la maximización del uso de la información y su conversión en conocimiento.
De acuerdo con la visión que señala el Consejo Nacional de Acreditación, se asume que la investigación formativa es la primera e ineludible manifestación de existencia de la cultura de la investigación en las instituciones de educación superior. Si la investigación formativa es una parte imprescindible en la cultura investigativa de una institución de educación superior, entonces se considera importante establecer sus componentes y dimensiones, los cuales se proponen para estructurar programas académicos en los que tenga un peso específico el desarrollo de competencias para investigar. En este sentido, se trata, pues, de esclarecer cuáles serían tales componentes y dimensiones que habría que incorporar en las mallas curriculares, con objeto de precisar los criterios de organización de los espacios académicos dedicados al fomento del espíritu crítico y la aplicación consciente de procesos cognoscitivos al desarrollo de ejercicios investigativos por parte de los estudiantes.
Para identificar los componentes que integran la investigación formativa es pertinente retomar algunos de los procesos articuladores de la praxis universitaria, expresados en el Proyecto Educativo Universitario Lasallista (Universidad de La Salle, 2007). El primero de estos debe ser dar impulso a una investigación e innovación con impacto social, que a su vez dé respuestas creativas a los retos que plantean las sociedades del conocimiento, para cuya interacción efectiva se requiere el dominio de las herramientas fundamentales de indagación, problematización y búsqueda de alternativas para apalancar procesos de desarrollo humano integral sostenible. Otro de los procesos articuladores de la praxis universitaria, compatibles con la investigación formativa como área estratégica del currículo, es la apuesta por una gestión dinámica del conocimiento, la cual se vincula con el impulso de la investigación bajo contextos de aplicación, esto es, la investigación articulada con procesos de monitoreo permanente del entorno social para saber detectar e interpretar necesidades, convirtiendo los posibles nudos críticos en oportunidades de intervención social transformadora.
En el marco de estos planteamientos, se proponen tres grandes componentes que deben estar presentes en la estructura de la investigación formativa en las universidades, si en realidad se quiere que esta concepción de la investigación contribuya a sentar las bases de la formación investigadora de los estudiantes, la cual no se agota una vez que egresen de las carreras y programas académicos, sino que se expande hacia los niveles de especialización, maestría y doctorado. Los componentes a los cuales se hace referencia son: la inteligencia investigativa, la formación teórica y las competencias infocomunicativas (figura 1). A lo largo de este libro se presenta la relación armónica entre estos tres componentes que debe tener la investigación formativa articulada a los currículos para la formación profesional en el área de las ciencias de la información y la documentación.
Figura 1. Componentes de la investigación formativa en los estudios de información documental
Fuente: elaboración propia.
Si bien los componentes de la investigación formativa para los estudios de información documental conforman un sistema envolvente e integrado, cuyas partes deben funcionar de forma cohesionada, también es importante la identificación de las dimensiones que los configuran, y que interactúan