Prácticas docentes en el ámbito universitario. Guillermo Londoño Orozco

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Prácticas docentes en el ámbito universitario - Guillermo Londoño Orozco


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a todo se presta una atención presurosa y superficial, y lo que hay que preguntarse es si la educación está criticando o está fortaleciendo ese modelo.

      ¿Cómo superar una época en que la educación corre el riesgo de ser sólo un negocio, donde la excelencia de la educación está concebida para perpetuar la desigualdad, donde la formación tiene un fin puramente laboral y además no lo cumple, donde los que estudian no necesariamente terminan siendo los más capaces de sobrevivir? ¿Cómo convertir la educación en un camino hacia la plenitud de los individuos y de las comunidades?

      Referencias

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      Zemelman, H. (2005). Voluntad de conocer. El sujeto y su pensamiento en el paradigma crítico . Barcelona: Anthropos.

      El sentido del ser

      docente universitario

      Esperanza Díaz Vargas{1}

      La manera de hacer es ser.

       Lao Tse

      Ser uno mismo, con su dimensión humana y profesional actuando en el escenario del sistema educativo universitario cada vez más exigente en la práctica docente, da lugar a la reflexión expuesta en este capítulo. Para Zabalza (2009), “los profesores enseñan tanto por lo que saben como por lo que son”. Esta vieja sentencia pedagógica ha recibido escasa atención en el contexto universitario. Se diría que la dimensión personal del profesorado “desaparece o se hace invisible en el ejercicio profesional”.

      Más aún, es posible asegurar que se están preocupando más las instituciones universitarias por contratar profesionales con gran experiencia en su disciplina y se descuida al ser humano con sus cualidades, actitudes y experiencias, se olvida que éste se dedicará a la educación de profesionales, que requieren y exigen una formación humana y responsable.

      El ser persona con debilidades y fortalezas, con aciertos y desaciertos, con altos y bajos en la vida, constituye un proceso de crecimiento personal permanente; nuestra personalidad es dinámica, cambia a través del tiempo y de las experiencias que día a día surgen en el trajinar de nuestra existencia, así que es un compromiso del cual no podemos escapar los docentes universitarios. Buscar el sentido por vivir y hacer de las actividades diarias algo enteramente agradable es la meta de muchos de los seres que practicamos la docencia; nuestra labor nos engrandece, nos alimenta espiritual, actitudinal e intelectualmente; permite regocijarnos en la más amplia de las manifestaciones humanas: el servicio, el cual hace parte de nuestro proyecto de vida.

      Zabalza (2009) afirma que

      [...] lo que uno mismo es, siente o vive, las expectativas con las que desarrolla su trabajo se desconsideran como variables que pudieran afectar la calidad de la enseñanza. Pero parece claro que no es así y que buena parte de nuestra capacidad de influencia en los estudiantes se deriva precisamente de lo que somos como personas, de nuestra forma de presentarnos, de nuestras modalidades de relación con ellos.

      El estudiante universitario exige cada vez más de nosotros como personas, de nuestra coherencia y eticidad; ellos desean de nosotros un trabajo con sentido, enmarcado en una cultura del servicio y con responsabilidad social. Ellos desean orientación y un acercamiento respetuoso que genere confianza y solidaridad; y para ello se requiere cuestionarnos sobre lo hacemos por ser mejores seres humanos, por no dejar que se deshumanice nuestra labor, en especial en esta época que demanda estándares de calidad más desde lo administrativo y burocrático que desde lo esencialmente humano del docente.

      De acuerdo con Fromm (1998):

      Ser se refiere a la experiencia, y la experiencia humana es, en principio, indescriptible. En cambio, lo que es plenamente descriptible es nuestra persona (la máscara que usamos, el ego que presentamos), pues esta persona en sí es una cosa. En cambio el ser humano vivo no es una imagen muerta, y no puede describirse como cosa. De hecho el ser humano no puede describirse [sic] [...] Nadie puede describir plenamente la expresión de interés, entusiasmo, biofilia, u odio o narcisismo que se advierten en los ojos de una persona, o la variedad de expresiones faciales, portes, posturas, entonaciones que existen en la gente.

      El sentido humano y social del docente universitario es diferente de otras profesiones, lo lleva a descubrirse y redescubrirse permanentemente, a buscar nuevas maneras de aprender y al reto de desaprender, actualizarse y cambiar de pensamiento. Para repensar su sentido como docente, de manera crítica en una autoevaluación y auto-rreconocimiento hecho de experiencia, de vivencias que requieren fundamentalmente de los sentidos, de la atención, de la percepción y particularmente del amor a la ciencia, del amor a la pedagogía.

      Sabemos que que mediante numerosas investigaciones, uno de los componentes fundamentales en el sentido de ser docente es la satisfacción personal, como bien dice Zabalza (2009) en

      [...] una importante investigación


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