Fisiopatología y nutrición. Juan Carlos López Barajas

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Fisiopatología y nutrición - Juan Carlos López Barajas


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nervioso simpático (vasoconstricción periférica, midriasis, taquicardia, taquipnea, ralentización de la motilidad intestinal, etc.)

      • Liberación masiva en el torrente sanguíneo de glucocorticoides: catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), de cortisol y encefalina.

      • Aumento en sangre de la cantidad circulante de glucosa, factores de coagulación, aminoácidos libres y factores inmunitarios (la sangre se hace trombolítica, con lo que aumentan los riesgos de ACV y otras trombosis).

      Todos estos mecanismos los desarrolla el cuerpo para aumentar las probabilidades de supervivencia frente a una amenaza a corto plazo, pero no para que se mantengan indefinidamente, tal como sucede en algunos casos.

      A medio plazo, este estado de alerta sostenido desgasta las reservas del organismo y puede producir diversas patologías (trombosis, ansiedad, depresión, inmunodeficiencia, dolores musculares, insomnio, trastornos de atención, diabetes, etcétera).

      El estrés (especialmente el distrés) provoca inmunodepresión. La liberación de hormonas de estrés inhibe la maduración de los linfocitos, encargados de la inmunidad específica.

      Las consecuencias, por ende, terminan siendo fisiológicas, psicológicas y conductuales. Estas generan daños en el cuerpo que afectan la calidad de vida de las personas. A continuación, se presenta una lista de los estragos más comunes causados por el estrés:

      • Obesidad y sobrepeso.

      • Pérdida del cabello o alopecia.

      • Depresión.

      • Reducción del deseo sexual.

      • Menstruación irregular.

      • Acné.

      • Cuadros alérgicos.

      • Prurito.

      • Úlceras.

      • Insomnio.

      • Irritabilidad.

      • Disminución de fertilidad.

      • Anedonia.

      • Enfermedades cardíacas.

      Aunque no es causa de asma, puede acelerar una crisis de esta enfermedad (Hüther, 2012).

      El origen del estrés se encuentra en el cerebro, que es el responsable de reconocer y responder de distintas formas a los estresores. Cada vez son más numerosos los estudios que corroboran el papel que juega el estrés en el aprendizaje, la memoria y la toma de decisiones. Un estudio de la Universidad de California demostró que un estrés fuerte durante un corto período de tiempo, por ejemplo, la espera previa a la cirugía de un ser querido, es suficiente para destruir varias de las conexiones entre neuronas en zonas específicas del cerebro. Esto es, un estrés agudo puede cambiar la anatomía cerebral en pocas horas. El estrés crónico, por su parte, tuvo en experimentos con ratas el efecto de disminuir el tamaño de la zona cerebral responsable de la memoria (Hüther, 2012).

      Endocrinología

      Los aportes filogenéticos más antiguos y los mecanismos de la reacción neuroendocrina de estrés del ser humano son prácticamente idénticos a los de todos los demás mamíferos. La percepción de nuevas constelaciones de estímulos, clasificados como amenazadores por procesamiento asociativo, corre pareja con la generación de un patrón de actividad inespecífica en estructuras corticales y subcorticales asociativas. Un papel especial lo juega aquí la corteza prefrontal, y sobre todo el complejo amigdalino. La corteza o córtex prefrontal es una región principalmente responsable de la interpretación de las entradas multimodales sensoriales y de los fenómenos anticipatorios. Sin embargo, aún más relevancia que cualquier zona cortical (ya que el estrés es una respuesta orgánica a estímulos primitivos y su respuesta se encuentra en casi todos los animales dotados de un sistema nervioso central o SNC tengan o no desarrolladas sus áreas corticales) es que en la activación de estas áreas de la corteza asociativa influye la generación de un patrón de activación característico desde el sistema límbico y principalmente desde las «primitivas» y subcorticales áreas del circuito de premio-recompensa y del sistema amigdalino (responsable en gran medida en los humanos del miedo e incluso terror y, por contrapartida, la ira). El estrés procedente del exterior e incluso el endosomático inicialmente provocan sus estímulos de un modo vegetativo e inconsciente o susceptivo (en realidad, si de sujetos humanos hablamos, muchos no saben que están distresados hasta que no saben qué es el estrés, recién descubierto a mediados del siglo XX). En el interior del sistema límbico se encuentra la amígdala (y el ya mencionado complejo amigdalino), la cual tiene una importancia especial, pues aquí los patrones de excitación más minuciosos se dotan de calidad afectiva mediante la activación de redes neuronales innatas, filogenéticamente más viejas. Mediante proyecciones descendentes, en especial en los núcleos centrales noradrenérgicos del troncoencéfalo, se llega a la simulación del sistema simpático yadrenomuscular (SAM).


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