La mente del deportista. Simon Marshall
Читать онлайн книгу.y conflicto (más piezas de ajedrez), tal vez atrapado en el pensamiento de que un bando debe ganar para que seas feliz (¡oh, Dios, otra pieza más!). Antes de que te des cuenta, puede parecer más una partida de jenga, y eso es muy agotador. La buena noticia es que hay un elemento crítico que falta en tu analogía: el jugador de ajedrez. Así que esta es la lección que puedes asimilar: Los pensamientos y sentimientos que experimentas en realidad no son tú en absoluto, porque tú eres un ajedrecista, no una pieza de ajedrez. Tú experimentas tus pensamientos, pero en realidad no eres ellos. Tú eres quien contiene la experiencia; no eres la experiencia en sí misma. Si alguna vez vas a liberarte de los pensamientos y sentimientos que no quieres, el primer paso es practicar una estrategia llamada desapego. El desapego es una técnica diseñada para librarte de la forma en que te experimentas. Espera, ¿qué? Demostremos este acertijo existencial con el ejercicio 1 (página 44).
Modificar la narración sobre ti mismo
Por lo general, los deportistas que luchan con conflictos de identidad se han convencido a sí mismos de que ellos son sus pensamientos y sus emociones. Decirte a ti mismo que nunca serás un verdadero deportista o que eres un corredor en grupo muy lento es cometer el error de creer que los pensamientos y los sentimientos son lo mismo que tú. Sí, deja de hacer eso.
Puedes decidir qué pensamientos y sentimientos relacionados con el deporte quieres ignorar y cuáles quieres escuchar. Lo que escuchas en la actualidad es el equivalente de tu identidad atlética. Por eso la identidad atlética no consiste en velocidad, puntuación, delgadez o cantidad de entrenamiento. Una identidad atlética madura es simplemente una configuración especial de pensamientos sobre emociones. Para los locos del ajedrez, pensad en el ataque stonewall o el ataque indio de rey: el equilibrio perfecto entre confianza y riesgo. Aunque no siempre sientas tener el control de lo que son esos pensamientos y sentimientos, siempre tienes el control de lo que decides hacer con ellos. Esta es una distinción crucial: no podemos hacer que ciertos pensamientos y sentimientos desaparezcan de forma mágica, pero podemos controlar cuáles de ellos escuchamos, y podemos emplear acciones para ayudar a configurarlos. Pero antes debemos saber más sobre ti.
En el ejercicio 2 (página 45), tómate un minuto para describirte como deportista. Una vez que hayas etiquetado tu autodescripción, puedes empezar a localizar posibles discordancias entre los hechos sobre ti mismo y tus pensamientos. No te quedes atascado en palabras o frases exactas, concéntrate en temas generales. Por ejemplo, «Dudo de mi habilidad, pero en realidad he logrado muchas cosas».
OBSERVAR LO MALO
Haz este ejercicio mientras estás sentado cómodamente en un ambiente tranquilo.
Recuerda una experiencia reciente que hayas tenido en el deporte, que no haya sido buena, es preferible una que te haya fastidiado por completo. Puede ser una competición que no te fue bien, una sesión de entrenamiento que se fue al garete, o alguna otra circunstancia que percibiste como desagradable.
Recrea esa experiencia en tu cabeza: las visiones, los sonidos y los olores; todo lo que pueda revivirla. No te preocupes si lo consideras difícil. Lo es. Una vez que estés viendo la película, abandona tu cuerpo y planea por encima de él, como si fueras un dron humano, dando vueltas sobre ti mismo, viéndote experimentar la situación difícil. Puedes verte a ti mismo, pero en ese momento tú no eres tú. Lo sé, parece una tontería.
Recopila los pensamientos y sentimientos que estás experimentando sobre «ti». Intenta ser lo bastante consciente como para etiquetar la experiencia, pero no para tenerla (un poco como ver la mueca de un amigo durante una competición y saber qué hay dentro de su mente). Si te resulta de ayuda, observa burbujas de pensamiento que surgen con el material que corría por tu mente. Ahora empieza a describir y etiquetar lo que ves y los pensamientos y sentimientos que recuerdas tener: «Oh, sí, ese es el momento en que Judith me atrapó. Viene por dentro. Y ahora me está adelantando. Este es el primer pensamiento: “¿Judith me está pasando? ¿De verdad? ¿La j*dida Judith?”. Y aquí llega el segundo pensamiento: “Debo estar teniendo un mal día si ella me atrapa. ¿Ves como todo mi cuerpo empieza a ponerse tenso porque me siento fatal?”». Etcétera. Si te encuentras divagando y te sientes en el interior de tu cuerpo, ¡vuelve a subir a tu dron!
Sigue etiquetando las burbujas de pensamientos otros pocos minutos.
¡Enhorabuena! ¡Acabas de lograr desapegarte de una experiencia cognitiva y emocional! Tu yo real (el ajedrecista) estaba arriba en el dron, mientras que tus pensamientos y sentimientos (tus piezas de ajedrez) se encontraban ocupados debajo, convirtiendo tu vida en un infierno. La próxima vez que te sientas abrumado por sentimientos de no ser lo suficientemente bueno o valioso como deportista, utiliza este ejercicio para separar el yo real del doloroso autoesquema que te causa problemas. Esta técnica se utiliza bastante en la práctica de la meditación, porque nos ayuda a evitar quedarnos atascados o a sentirnos abrumados por pensamientos y sentimientos negativos.
HÁBLANOS DE TI COMO DEPORTISTA
En el espacio que hay debajo, descríbete como deportista. Nadie va a leer esto, así que intenta ser todo lo sincero que puedas. No hay respuestas correctas ni incorrectas: es solo una oportunidad para que escribas sobre ello del modo que te parezca más natural.
Ahora vuelve a leer tu autodescripción y rodea con un círculo las palabras o frases relacionadas con el tú definible (cosas que sean objetivamente ciertas). Léelo una segunda vez y subraya todas las palabras o frases que contengan pensamientos o sentimientos sobre ti como deportista.
A continuación, un ejemplo de autodescripción, que contiene hechos, pensamientos y sentimientos:
Cotejar los datos de tu autoesquema
Para realinear nuestro autoesquema debemos revisar las marcas distintivas de una identidad atlética madura. ¿Por qué? Para 1) identificar cuál de nuestros pensamientos y sentimientos actuales son compatibles con esta, 2) destacar los pensamientos a los que debemos prestar más atención para mejorar la identidad atlética, y 3) identificar acciones concretas que podamos adoptar de forma regular para contribuir a «fijar» los buenos pensamientos. Observemos algunos ejemplos:
ATRIBUTO N.º 2: Me considero un deportista
Pensamientos y acciones actuales:Sí, entreno y compito en un equipo local de campo a través. Siempre estoy leyendo revistas de esa disciplina. ¡Los compañeros de trabajo me llaman Forrest Gump!En secreto, me encanta que me consideren un excelente deportista. | Lo que me diría a mí mismo: Cuando me encuentre en las competiciones más importantes o cerca de los mejores, me diría que he trabajado y que pertenezco a este ambiente.Acciones que realizaría: Ser más proactivo con los pequeños logros. Hacerme un análisis biomecánico (¡por fin!) ¡y usar el rodillo de espuma seis noches por semana! |
ATRIBUTO N.º 4: No siento la necesidad de demostrárselo a otros
Pensamientos y acciones actuales: Sí, soy culpable de publicar mis estadísticas de entrenamiento en las redes sociales para demostrar que soy bueno. Quiero que la gente vea lo duro que trabajo y me encanta ver que la gente lo comenta. |
Lo que me diría a mí mismo: Me preguntaría por qué publico eso. ¿Para presumir? ¿Para animar a otros? ¿Realmente sirve para algo?
Acciones que realizaría: Dejar de publicar en las redes sociales capturas de pantalla de mis entrenamientos, solo para recibir |