La mente del deportista. Simon Marshall
Читать онлайн книгу.meterme en ese personaje: Me convierto en Paddy cuando me pongo el traje de competición, o ciertos tipos de equipamiento de competición para sesiones difíciles.
Cómo actuaré: Evitar el contacto visual con otros competidores antes de comenzar la carrera. Llevar sudadera con capucha y auriculares. Ir a todas partes con un lenguaje corporal fuerte y un verdadero sentido del logro. Hombros erguidos, pecho fuera. Los ojos dicen: «No nos van a machacar».
Cosas que me diré a mí mismo: Siempre luchar. Nunca es el fin.
Algo que llevaré puesto o que haré: Antes de la competición escribirme en letras grandes en el antebrazo «Soy libre» o «Sé valiente». Ser valiente consiste en tener el coraje para darlo todo. «Soy libre» me recuerda el hecho de no tener expectativas. Tanto en los días buenos como en los malos, ser libre consiste en perderse prácticamente en la lucha personal.
EQUIPO DE DESARROLLO DEL ALTER EGO
Nombre: | Da a tu alter ego un nombre que encaje con su personalidad |
Características: | Describe los rasgos de personalidad de tu alter ego |
INSPIRACIÓN
Mi alter ego me recuerda a... | Lista de personas a las que te recuerda tu alter ego |
Su historia de fondo: | Describe el tipo de vida que ha vivido tu alter ego: cosas ya soportadas |
Cómo meterme en el personaje: | Describe cómo harás la transición |
Cómo actuaré: | Describe tu postura, cómo caminarás y hablarás, y otras acciones que te harán entrar en el personaje |
Cosas que me diré a mí mismo: | Incluye frases o mantras que sean típicas de cómo piensa tu alter ego |
Algo que llevaré puesto o que haré: | Describe recordatorios físicos que puedas utilizar que sean bien visibles durante las competiciones |
¡PERO NO SOY DEL TIPO DEPORTISTA!
Solucionar el cierre de la identidad atlética
CONOCE A MI HERMANA, Victoria Marshall, empresaria de 48 años que vive con su maridito y tres hijos en el centro de París (Francia). De adolescente tuvo experiencia con deportes solo cuando se veía obligada a hacerlo por los profesores de educación física, y huía de todo lo que fuera físico y competitivo. A los 15 años, Victoria era lo contrario de una persona deportista. Durante los siguientes treinta y un años no hizo prácticamente ejercicio, no se interesaba en nada por los deportes y no tenía ni calzado deportivo. (¿Cómo es posible?) Llevaba una vida activa, pero solo porque vivía en París y tenía que caminar mucho. Sin duda, nunca pensó que esto fuera ejercicio físico. El autoesquema atlético de mi hermana dejó de crecer a los 15 años.
Cansada de ver que engordaba, y agotada de tanto trabajo, acordó con nosotros que la ayudáramos a iniciar un régimen de acondicionamiento físico utilizando el principio de los pequeños hábitos. (Para más información sobre esta levadura motivacional, véase el capítulo 4.) Sus primeras sesiones de entrenamiento de diez minutos consistían en una carrera ligera de un minuto y después caminar otro minuto. Para ayudar a desarrollar su identidad atlética, siempre hablamos sobre su programa en términos de «sesiones de entrenamiento». Cuando pudo resistir veinte minutos de caminata/ carrera ligera, empezó a hacer caminatas/carreras ligeras separadas de diez minutos cuesta arriba (entrenamiento por intervalos cuesta arriba), más un esprín ocasional de diez segundos, lo más rápido posible (entrenamiento de esprín). Después de tres meses, su maridito y yo la convencimos para que se inscribiera en un 5 000 local para mujeres. Pudo terminarlo y salió reforzada. Al estar rodeada de miles de mujeres que corrían y caminaban se dio cuenta de que no estaba fuera de juego. Después introdujimos el poder del establecimiento de objetivos: un 10 000, posteriormente un 15 000. Aumentó su nivel de energía, tonificó los músculos y disminuyó el nivel de grasa. Quedó enganchada.
Un año después de su primera sesión de entrenamiento de diez minutos de caminata/carrera ligera, mi hermana pudo finalizar una competición de 18 kilómetros de carrera por caminos con cuestas, en la que tuvo que correr continuamente durante dos horas y veinte minutos. Empezó a leer reseñas sobre calzado deportivo y a preguntar por equipos de hidratación. Su cierre de identidad atlética estaba siendo revisado. Nació una nueva y saludable parte del autoconcepto de Victoria.
1 B. W. Brewer, J. L. Van Raalte y D. E. Linder, «Athletic identity: Hercules’ Muscles or Achilles Heel?», International Journal of Sport Psychology 24 (1993): 237-254.
2 S. A. Nasco y W. M. Webb, «Towards an Expanded Measure of Athletic Identity: The Inclusion of Public and Private Dimensions», Journal of Sport and Exercise Psychology 28 (2006): 434-453.
3 B. W. Brewer y A. E. Cornelius, «Norms and Factorial Invariance of the Athletic Identity Measurement Scale (AIMS)», Academic Athletic Journal (otoño de 2002): 103-113; T. J. Curry y J. S. Weaner, «Sport Identity Salience, Commitment, and the Involvement of Self in Role: Measurement Issues», Sociology of Sport Journal 4 (1987): 280-288.
4 E. Berne, Transactional Analysis in Psychotherapy (Nueva York: Ballantine Books, 1986); Dana R. Carney et al., «Review and Summary of Research on the Embodied Effects of Expansive (vs. Contractive) Nonverbal Displays», Psychological Science 26, n.º 5 (mayo de 2015): 657-663; A. J. Cuddy et al., «Preparatory Power Posing Affects Nonverbal Presence and Job Interview Performance», Journal of Applied Psychology 100, n.º 4 (julio de 2015): 1286-1295.
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