Fútbol infantil. Endré Benedek

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Fútbol infantil - Endré Benedek


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físicas y psíquicas. Con todo eso no se puede hablar de unas tareas separadas, sino que hay que considerar el proceso de construcción del rendimiento a largo plazo siempre como una unidad, del principiante al deporte de alta competición. El objetivo del entrenamiento con niños, como componente de este proceso, consiste en educar al niño para ser un deportista, un futbolista. La tarea principal para las edades comprendidas entre 6 y 14 años es la transmisión amplia de los fundamentos del fútbol, la expresión individual de las cualidades técnico-tácticas así como la garantía de una formación polifacética. Por eso, la aspiración al rendimiento adquiere en esta fase un carácter distinto que en años posteriores. Los objetivos del equipo se deben colocar razonadamente entre los de la formación de esta etapa de entrenamiento, o sea subordinar al objetivo principal. Ni los equipos escolares ni los equipos de los clubs de la federación deberían tener el éxito como meta a toda costa. Esta ambición se venga más tarde cuando el niño no puede adquirir las bases correspondientes a su edad. Para la fase de formación de 14 a 18 años hay que plantear otros objetivos y tareas principales. Esta etapa está caracterizada por el desarrollo específico de las bases del fútbol preparando el empleo en la categoría sénior.

      Las tareas principales son las siguientes:

      –formación específica técnico-táctica

      –aplicación de lo aprendido de forma variada y competitiva

      –el desarrollo de las cualidades psíquicas

      –acondicionamiento físico específico

      –aspirar a la mejora del rendimiento

      Las cualidades psíquicas se ponen al servicio del objetivo general. Con una edad de 19 a 22 años ya pueden alcanzar la élite. El objetivo de esta fase específica consiste en obtener un aumento constante del rendimiento. A partir de la edad de 22 años se aspira al mantenimiento del nivel máximo de rendimiento, o eventualmente aumentarlo, y al refinamiento de la técnica.

      Un niño no es una persona mayor “en miniatura”. Por eso estamos en contra de aplicar métodos y formas de ejercicios del entrenamiento de alto rendimiento de una forma esquemática también en el entrenamiento de base, un procedimiento que muchas veces todavía se observa en la práctica. Incluso dentro del entrenamiento de base (de 8 a 14 años) hace falta una diferenciación metodológica considerable, ya que se entiende que entre 8 y 14 años existen unas diferencias considerables en la madurez física y psíquica. Por eso hay que fijar objetivos y tareas para las distintas etapas de formación, así como emplear principios, métodos y ejercicios que tengan en cuenta las peculiaridades típicas de cada edad. Solamente así se puede conseguir que los niños jueguen con alegría al fútbol y garantizar un desarrollo continuo en su rendimiento. De esta manera se les pueden proporcionar sentimientos de éxito y delegar a los más dotados a escuelas deportivas, para que puedan participar ahí en una formación dirigida e intensiva.

      “¡Juguemos al balón!” Con niños ya se puede empezar muy temprano con juegos de balón y enseguida ya no quieren dejarlo. Se puede empezar a partir del cuarto año de vida con las formas más simples y básicas de manejar el balón, aprovechando hábilmente el instinto lúdico innato de los niños para familiarizarlos con el balón. Con todo, da igual si se juega el balón con la ayuda de las manos o de los pies.

      En esta edad empieza una nueva etapa de desarrollo físico y psíquico; el comportamiento del niño cambia profundamente. Se alternan el aumento de peso con el crecimiento. El sexto año de vida está caracterizado por una enorme etapa de crecimiento. La estructura ósea y la musculatura empiezan a desarrollarse fuertemente. La función coronaria se adapta a las cargas. La mayoría de los niños alcanza en el sexto año de vida la madurez escolar. El intelecto, las experiencias, los conocimientos y capacidades de los niños se amplían enormemente. Además de tareas autoimpuestas, ya ejecutan los primeros pequeños cometidos.

      Los niños de esta edad tienen un gran afán de movimiento, muchas ganas de competir y mucha alegría en el movimiento. Los niños son fáciles de motivar. Gustosamente son activos en el grupo y se alegran con los éxitos comunes. Por eso se pueden emplear paralelamente para el individuo y para el grupo formas de competición o bien juegos. Lo más apropiado para esta edad son ejercicios por parejas y juegos sencillos, porque organizan razonadamente los logros previos del deporte infantil. Con el juego se les proporcionan a los niños múltiples experiencias motoras. Las impresiones y experiencias adquiridas en esta edad acompañan al hombre por regla general a lo largo de su vida. El que se acostumbra pronto al movimiento, al juego, al juego de balón, más tarde tampoco querrá dejarlo.

      Es decisivo que el balón se convierta lo antes posible en el amigo, en el juguete preferido del niño.

      El instinto lúdico fuertemente desarrollado y el gran afán de movimiento son también característicos de esta edad. Este natural afán de movimiento tiene que ser utilizado para la aproximación al juego del fútbol. El niño juega por el placer de jugar. Este gusto por el movimiento tiene que ser guiado por métodos, juegos y ejercicios propios de su edad. La garantía de la experiencia de juego es un requisito indispensable. Se pueden encontrar posibilidades de juego en el círculo de los amigos, pero también en el trabajo dirigido y organizado. Además hay ocasiones para jugar al fútbol en la escuela o en la familia. Es absolutamente necesario que los clubs creen posibilidades de juego también para los más jóvenes.

      El objetivo para el grupo de edades comprendidas entre los 7 y 10 años consiste en desarrollar la sensibilidad para el balón, despertar el interés para el juego del fútbol y proporcionar fundamentos para poder jugar. Pero a esta edad no se puede de repente empezar una enseñanza de fútbol, ya que la coordinación de movimientos y la capacidad de atención y concentración todavía están poco desarrolladas; tampoco el desarrollo de la musculatura no corresponde con el crecimiento en altura, y la capacidad de rendimiento fluctúa notablemente. Los ejercicios individuales y por parejas tienen que ser utilizados tanto como los juegos reducidos, que son apropiados para educar hacia el compañerismo necesario (respeto por el compañero de juego y por el adversario, ilusión por el triunfo, superación de la derrota, luchar uno por el otro etc.).

      Sencillos elementos del fútbol pueden ser empleados ya en los juegos. Es preferible intervenir poco en el juego; la paciencia desempeña un gran papel entrenando niños de esta edad. A mayor edad, el deseo de aprender crece cada vez más en el niño. La capacidad de concentración y percepción motora, y de este modo la capacidad del aprendizaje motor mejoran constantemente. Los niños de 9 a 10 años son capaces de ejecutar también movimientos difíciles.

      El sistema cardio-respiratorio así como el aparato locomotor se desarrollan ya más equilibradamente, la coordinación motriz mejora, el rendimiento es cada vez más estable. Sigue desarrollándose el sentido de colectividad, la intensidad de lucha por la victoria puede aumentar. Ahora se pueden emplear más los juegos de grupo y equipo. Es conveniente instruir esencialmente la calidad de coordi nación; deberían empezarse a consolidar y ampliar las experiencias motrices ya existentes. Los juegos favorecen la capacidad de aprendizaje motriz, si en ello domina el principio de la destreza. Su aplicación dirigida es más importante que el afán de perfeccionar la técnica. Seguir conociendo el fútbol, ampliar las experiencias motrices y llegar a más fluidez en el juego, todo esto proporciona más placer, aumenta el número de experiencias felices, en una palabra, el entusiasmo aumenta. Son útiles todos los juegos, ejercicios con balón y juegos de fútbol adaptados a las peculiaridades típicas de cada edad y que proporcionan un buen ambiente dentro del equipo.

      Esta fase de la formación de base tenemos que tratarla en dos capítulos, porque los objetivos y las tareas de la formación se cambian y se desarrollan.

       EDAD DE 10 A 12 AÑOS:Fase de la transmisión


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