Novios por una semana. Lindsay Armstrong

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Novios por una semana - Lindsay Armstrong


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      Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

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      www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

      Editado por Harlequin Ibérica.

      Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Núñez de Balboa, 56

      28001 Madrid

      © 2000 Lindsay Armstrong

      © 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

      Novios por una semana, n.º 1183- febrero 2021

      Título original: The Hired Fiancee

      Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

      Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.

      Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

      Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

      ® Harlequin, Julia y logotipo Harlequin son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited.

      ® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

      Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

      Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.

      Todos los derechos están reservados.

      I.S.B.N.:978-84-1375-126-9

      Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

      Índice

       Créditos

       Capítulo 1

       Capítulo 2

       Capítulo 3

       Capítulo 4

       Capítulo 5

       Capítulo 6

       Capítulo 7

       Capítulo 8

       Si te ha gustado este libro…

      Capítulo 1

      NINGUNA chica desea ser el melocotón que se encuentra en lo más alto del árbol, donde no se la puede recolectar ni apretar —comentó Lleyton Dexter.

      Vivian Florey suspiró discretamente para ocultar las ganas de manifestar una reacción mucho más evidente, como inclinarse sobre el escritorio del Lleyton Dexter y darle un tortazo en la atractiva mandíbula.

      —¿Quién ha dicho que así sea? —murmuró ella, conteniéndose todo lo posible, incluso cruzando las piernas como si estuviera muy tranquila.

      Tenía los ojos azules y el pelo rubio oscuro. Tras una sonrisa que mostraba la picardía de un hombre de mundo, asomaban unos hermosos y blancos dientes. El resto de él, vestido con unos pantalones de sport y una camisa a cuadros azules y granates resultaba igualmente atractivo, a pesar de que, al ser presidente de la Corporación Clover, Vivian había esperado que fuera vestido más formalmente. La empresa, entre otros productos maravillosos, fabricaba champú.

      Era un hombre alto, corpulento pero esbelto. Tenía un aura de poder que resultaba impresionante, a menos que se odiara a aquel hombre, algo que Vivian estaba segura de sentir en aquellos momentos. Cualquier hombre que considerara a las mujeres melocotones se merecía aquel sentimiento.

      Cualquier hombre que sometiera a una mujer al escrutinio al que él estaba sometiendo a Vivian pedía a gritos que se le odiara. El único problema era que ella no estaba en posición de enfrentarse a él. El poder de la Corporación Clover era evidente solo en aquel despacho. Además de tener unas vistas maravillosas, era el sueño de todo decorador. Pesadas cortinas de terciopelo azul, alfombras blancas, exquisitas pinturas y objetos de arte, además del enorme escritorio con cubierta de cristal que utilizaba Lleyton Dexter, con solo un teléfono y una agenda. Además, tenía unas fotos que ella había llevado. Por lo demás, no había ni un archivo a la vista ni un ordenador.

      A través del cristal de la mesa, él la contemplaba de arriba abajo. Desde el rostro, enmarcado por una melena rizada del color del trigo, hasta su figura, vestida con un sencillo traje turquesa con falda muy corta, para terminar en las piernas, enfundadas en unas finas medias.

      El hecho de que, en aquellos momentos, estuviera descalza, era otra desventaja para ella. Y la razón de aquella situación era lo que más le molestaba.

      Cuando subía al despacho de Lleyton Dexter, se había quitado los zapatos en el ascensor para aliviarse durante un momento los pies. Sin embargo, el ascensor se había detenido súbitamente entre plantas. Cuando las luces se apagaron, el pánico se apoderó de ella. Por ello, cuando volvió a funcionar normalmente unos segundos después, había salido rápidamente del ascensor, temblando… y sin zapatos. El ascensor había seguido su camino.

      Tras apretar frenéticamente el botón de llamada, había conseguido que aparecieran tres de los otros ascensores, pero no en el que ella había estado. Y, por lo que sabía, sus hermosos zapatos color turquesa, a juego con el traje, andaban todavía arriba y abajo de aquel edificio.

      Tras explicarle lo que le había pasado a la secretaria, había entrado en el despacho para tener que volvérselo a explicar a aquel hombre. Fue entonces cuando él le dirigió por primera vez aquella pícara sonrisa.

      —¿No le parece que, con estas fotografías, está sugiriendo una imagen algo idealizada, señorita Florey? —preguntó Lleyton Dexter, contemplando las fotos.

      —No. Sí. Bueno, no se me había ocurrido —confesó ella, frunciendo el ceño—. No estaba del todo segura de a lo que usted se refería con lo de las chicas y los melocotones, señor Dexter, pero, créame, Julianna Jones está encantada de ser la siguiente chica Clover. ¿Es que parece estar descontenta?

      —No, pero parece inalcanzable. A mí me parece algo acartonada, si sabe a lo que me refiero. Es muy hermosa, sí, pero parece carecer de esa chispa de feminidad que resulta esencial.

      —Porque nunca la han recolectado ni apretado —comentó Vivian, sin poder evitarlo—. Oh… —añadió, para aliviar la impresión causada por el comentario—… por el contrario, su pelo es muy hermoso. Créame, a cualquier chica le encantaría tener ese cabello.

      Lleyton Dexter estudio la hermosa melena oscura de Julianna y meditó durante un momento. Entonces, levantó la mirada y sometió a Vivian a otra inspección. Aquella vez, a ella le resultó mucho más difícil mantener


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