Manual de entrenamiento de fútbol. Gerhard Zeeb

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Manual de entrenamiento de fútbol - Gerhard Zeeb


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juego, el cerebro del equipo, uno que “piensa” el juego. De él parten las ideas que generan una jugada, él es responsable de imprimir el ritmo del juego y de cambiar rápidamente de la acción defensiva a la ofensiva (y viceversa).

      El centrocampista defensivo es emparejado en la mayoría de casos al creador de juego contrario y debe impedir precisamente aquello que se espera que haga un creador de juego de un equipo.

      El centrocampista ofensivo es el cuarto punta (junto a los dos extremos y al delantero centro) y debería ante todo realizar los disparos desde la segunda línea.

      Los tres tipos de centrocampistas deben dominar por igual el mareaje en zona y el mareaje individual y distinguirse sobre todo por una buena técnica con el balón. Ya que se suponen el nexo entre la defensa y la delantera se espera de ellos buenas cualidades en los desplazamientos. Además de esto se requiere una muy buena visión tanto global como periférica del juego, así como el dominio del pase corto, largo y en diagonal y del disparo a portería desde la segunda línea.

      De él se espera ante todo capacidad de resolución, es decir, que debe ser bueno en el dribling, en el disparo y en el juego de cabeza. Su cualidad para intuir ocasiones de gol es igualmente importante para crear situaciones peligrosas en el área contraria.

      Los extremos se distinguen sobre todo por su rapidez en las internadas por los extremos, su capacidad de maniobra y su habilidad para el dribling y el regate. El desbordamiento de los defensas por las bandas por velocidad forma parte de su repertorio al igual que la fuerza en el disparo a portería como conclusión de una jugada de ataque.

      TÁCTICA DEL EQUIPO

      La táctica del equipo incluye el sistema de juego (disposición inicial), el comportamiento de la defensa (por ejemplo, mareaje individual o en zona, pressing) y de la delantera (por ejemplo, al contraataque) de un equipo.

      Aquí el entrenador debe partir de las posibilidades de cada uno de sus jugadores y de fijar en base a las mismas los objetivos y conceptos tácticos para que el equipo pueda dar el mejor resultado.

      Para ello deben tenerse en cuenta los siguientes factores:

      - ¿Deben introducirse nuevos jugadores en el equipo y cuáles son sus puntos fuertes y débiles?

      - ¿Qué sistema de mareaje es más indicado para el equipo? ¿Es capaz de poner en práctica la forma buscada de defensa individual y de zona combinadas?

      - ¿Qué objetivos pueden marcarse para el comportamiento de ataque buscado para la delantera; se dispone de los jugadores adecuados para ello?

      - ¿Se ha previsto el practicar la trampa del fuera de juego y existe para ello un “organizador” en la defensa?

      - ¿Está el equipo en condiciones desde el punto de vista tanto psíquico como físico de realizar el pressing?

      - ¿Son adecuados determinados jugadores para determinadas situaciones estándar?

      El sistema de juego fija una disposición básica, que en caso de posesión o de pérdida del balón se modificará en función de la acción de ataque o de defensa buscada.

      Las posiciones, las funciones y los espacios de juego se repartirán entre los jugadores de acuerdo con sus cualidades a fin de obtener un rendimiento del equipo óptimo, es decir, para que pueda esperarse la máxima efectividad posible en el ataque y en la defensa.

      Aquí deberán planificarse los máximos espacios de juego posibles para los jugadores, que les permitan aportar sus propias ideas y que puedan adaptarse ellos mismos intuitivamente a las diferentes situaciones del juego mediante el cambio de posición o de función.

      Los jugadores deben sentirse a gusto dentro del sistema y estar convencidos de sus posibilidades. El sistema de juego no debe encorsetar al equipo, sino que debe constituir una ayuda para conseguir el mejor resultado para el equipo.

      Los sistemas de juego actuales se caracterizan por:

      - una óptima división de los espacios (reparto de las zonas y de los carriles de juego);

      - la participación de todos los jugadores en las funciones de defensa y de ataque;

      - un cambio rápido y adaptado a cada situación de la defensa al ataque y viceversa;

      - un comportamiento táctico de grupo, que imponga al contrario acciones, obligándole a reaccionar;

      - grados de libertad para los jugadores, para tomar decisiones y actuar de forma adecuada a cada situación.

      No vamos a profundizar aquí más en los sistemas de juego habitualmente empleados hoy en día, porque no es tanto el sistema en sí decisivo para el éxito, sino el aplicarlo bien o no, es decir, cómo cumplen los jugadores sus diferentes cometidos.

      Distinguimos claramente dos posibilidades de organizar la defensa, radicando su diferencia en la zona de medio campo: el mareaje individual y el mareaje en zona.

      La mayoría de las veces encontramos, no obstante, formas mixtas, en las que se utiliza mayormente o el mareaje individual o el mareaje en zona.

      El mareaje en zona significa que cada defensa vigila una determinada zona del espacio defensivo cuando el contrario está en posesión del balón y cubre o ataca al contrario que entra en su zona de control.

      Como ventaja cabe señalar que el mareaje en zona es más económico, es decir, que exige menor esfuerzo físico a la defensa que cuando se tiene que perseguir a unos contrarios que cambian constantemente de zona.

      Como desventaja cabe señalar que los defensas, ante los constantes cambios de posición de los atacantes, no pueden adaptarse a la forma de juego de determinados jugadores, que se producen problemas de disponibilidad al permutar sobre todo en los límites de las zonas y que el orden se rompe.

      En el ámbito amateur se utiliza la forma mixta de mareaje individual/ en zona, para así conciliar los pros y contras de las dos formas ya conocidos. Por ejemplo, mientras los puntas son marcados individualmente, en el centro del campo se practica el mareaje de zona. Es de esperar una efectividad aún mayor cuando a este mareaje combinado indivi- dual/en zona se le une un buen pressing.

      Aquí tampoco se imponen barreras a la creatividad del entrenador, y por ello mismo la forma básica combinada de mareaje individual/en zona que exponemos a continuación es sólo una de las muchas posibilidades.

      Los dos puntas contrarios se marcan individualmente; el libre juega detrás de la defensa. El defensa libre se encarga del espacio no ocupado por los puntas, pero puede ser también una especie de “centrocampista-libre” ubicado antes de la línea defensiva y atacar allí, donde el mareaje en zona ha sido superado por el contrario.

      Si dividimos imaginariamente el campo de juego en cuatro zonas longitudinales, se crean en el centro del campo espacios que pueden ser ocupados por sendos jugadores.

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       Fig. 1: Forma básica de un mareaje combinado individuallen zona

      Dependiendo de en qué banda del campo construya el contrario su ataque, la cadena de 4 jugadores se desplazará paralelamente a la línea de fondo, con los jugadores moviéndose en dirección hacia el límite de su zona de cobertura más cercano al balón.

      De esta forma, cada jugador es responsable de una determinada zona y deberá marcar a aquel jugador que entre en su zona, atacando inmediatamente al jugador contrario que lleve la pelota.

      Si se rompe la cadena, por ejemplo un centrocampista ha perdido la pelota en el área de penalti contraria, la cadena se desplaza hacia las 3


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