¡No valga la redundancia!. Juan Domingo Argüelles
Читать онлайн книгу.y “autoexpulsarse” son tonterías que no caben en nuestra lengua. El tal Roberto no se “autoexpulsó”, sino que fue expulsado de la cancha por el árbitro, a consecuencia de una falta cometida durante el partido. El verbo transitivo “expulsar” (del latín expulsāre) significa, en la tercera acepción del DRAE, “echar a una persona de un lugar”. Ejemplo: Por comportamiento impertinente fue expulsado del avión y puesto a disposición de la autoridad. El sustantivo femenino “expulsión” (del latín expulsio, expulsiōnis) designa la acción y efecto de expulsar. Ejemplo: Además de merecer la expulsión, el jugador será suspendido varios partidos por agredir a un rival. Dado que la expulsión es un castigo o escarmiento que se impone a un infractor, no existe la “autoexpulsión” ni, por supuesto, el disparatado verbo “autoexpulsar” o “autoexpulsarse”. Hay que dejarse de tonterías. Si hay un ámbito que patea el idioma, ése es el del futbol. Con “autoexpulsión” y “se autoexpulsó”, los futbolíricos quieren dar a entender que la expulsión que mereció un futbolista fue por razones muy tontas o por actitudes muy idiotas. A veces esto mismo lo dan a entender con la perífrasis, no menos ridícula, “se hizo expulsar”. En todo caso si un futbolista, deliberadamente, comete infracciones en el juego, con el propósito y el deseo de que el árbitro lo expulse, su equipo tendría que rescindirle el contrato y mandarlo a su casa. Pero no es esto lo que se quiere dar a entender con la expresión “se hizo expulsar”, sino el comportamiento tonto o imprudente por el cual mereció la expulsión. Sea como fuere, estas expresiones son ridículas. El árbitro expulsa del partido a jugadores que cometen faltas o infracciones a las reglas del juego; si los cronistas y comentaristas del futbol juzgan que la actitud del “expulsado” fue infantil, inocente, torpe o idiota, esto no cambia nada: quien lo expulsa es el árbitro y punto. No digamos memeces. Nadie dice o escribe (hasta ahora) que una persona se “autoasaltó” o “se hizo asaltar” porque, confiadamente, inocentemente, tontamente inclusive, pasó junto a unos asaltantes que le robaron sus pertenencias. Lo asaltaron y punto; por confiado, sí, por inocente, por despistado, pero él no se asaltó, sino que lo asaltaron. Es el mismo caso del futbolista que, por supuesto, no “se autoexpulsa” ni “se hace expulsar” ni mucho menos sufre “autoexpulsión”: ¡lo expulsa el árbitro y sanseacabó!
Estas tonterías son frecuentes en el periodismo impreso y audiovisual. En el diario asturiano El Comercio leemos esta barbaridad:
En buen español, debió escribirse:
26. ¿autojustificar?, ¿autojustificarme?, ¿autojustificarse?, justificar, justificarse
No hay ninguna razón para el uso de “autojustificarse”, verbo espurio en español, pues la forma pronominal del verbo “justificar” (“justificarse”) ya contiene implícitamente el sentido reflexivo: el de recibir el sujeto la acción del verbo. El verbo transitivo “justificar” (del latín iustificāre) tiene en el DRAE las siguientes tres acepciones principales: “Probar algo con razones convincentes, testigos o documentos”, “rectificar o hacer justo algo” y “probar la inocencia de alguien en lo que se le imputa o se presume de él”. Ejemplo: Justificó muy bien su proceder. De ahí también que sea innecesaria la forma “autojustificar”. El uso pronominal “justificarse” (que lo es por contener el pronombre personal “se”) significa “justificar él”, por lo cual es innecesario el elemento compositivo “auto-” a modo de prefijo: partícula que, como hemos dicho, significa “propio” o “por uno mismo”. Ejemplo: Quiso justificarse, pero no tuvo argumentos, o para decir lo mismo con una mínima variación: Se quiso justificar, pero no tuvo argumentos. Dicho más claramente: uno no “se autojustifica”, sino simplemente “se justifica”, del mismo modo que el suicida “se suicida” y no “se autosuicida”. Por ello basta con decir y escribir “justificar” y “justificarse”.
Los falsos verbos “autojustificar” y “autojustificarse” pertenecen al ámbito culto de la lengua, y son el resultado de la ultracorrección de personas que no suelen consultar el diccionario. No están incluidos ni en el DRAE ni el DUE, afortunadamente. Son disparates que abundan en el habla y en internet, pero también en publicaciones impresas firmadas por autores de cierto prestigio. En un libro leemos lo siguiente:
Quizás es el mismo personaje o narrador que estaría buscando una forma de “autosuicidarse”. En buen español debió escribir: