¡No valga la redundancia!. Juan Domingo Argüelles
Читать онлайн книгу.“resumen breve”, “resumen corto”, “resumir abreviadamente” y “resumir brevemente”, más sus variantes, son redundancias brutas, porque no hay resumen que no sea breve o corto ni es posible resumir sin brevedad o cortedad y, en consecuencia, lo que no es breve o corto, no es resumen, y lo que no está expresado brevemente y con precisión nada tiene que ver con la acción de resumir. Y, para que se vea que las cosas siempre pueden empeorar, ya son también abundantes, y repugnantes, los sustantivos calificados “resumen completo” y “resumen largo”, que atentan contra la lógica y el buen sentido, pues todo resumen, por breve o corto que sea, es “completo” y “preciso” si se trata realmente de un resumen. Y, obviamente, de acuerdo con la definición, ¡no puede ser “largo”!, pues el adjetivo “largo” (del latín largus) significa, de acuerdo con el DRAE: “que tiene longitud”, “que tiene mucha longitud” (aunque, en tal caso, sería “muy largo”) y “copioso, abundante, excesivo”. Ejemplo: Tiene el cabello largo y lacio. Lo que ocurre es que no pocos gaznápiros llaman “resumen completo” o “resumen largo”, tratándose de una obra dividida en capítulos, a la “síntesis” (del latín synthěsis, y éste del griego sýnthesis) de cada capítulo para abarcar, linealmente, una obra. Pero tal cosa no es un “resumen”, sino, precisamente, una “síntesis”, pues este sustantivo femenino significa “suma y compendio de una materia u otra cosa” (DRAE). Ejemplo: Síntesis informativa digital del Senado de la República, que recoge y organiza, temáticamente, la información de los medios impresos y audiovisuales: lo más destacado de la política, la economía, la información general, etcétera. Dicho de otra manera, es una suma o adición (“agregado de muchas cosas”) y a la vez un “compendio” (del latín compendium), sustantivo masculino que el DRAE define como “breve y sumaria exposición, oral o escrita, de lo más sustancial de una materia ya expuesta latamente”. Ejemplo: Compendio de historia universal (y es un volumen, el primer tomo, ¡de casi quinientas páginas!). Obviamente, no es un “resumen”, sino una “sumaria exposición” de una materia ya expuesta en un sentido “lato” (del latín latus), adjetivo que significa “dilatado, extendido” (DRAE). Por ello, debe quedar claro que no es lo mismo un “resumen” que una “síntesis” y un “compendio”. Una cosa es hacer el resumen de una historia (un cuento, una novela, un ensayo, un libro de viajes, una obra de teatro, una película, etcétera), y otra, muy diferente, escribir una “historia sintética”. Ejemplo: Historia sintética del arte colonial de México (1922), de Manuel Romero de Terreros, un librito de 90 páginas, que, por supuesto, no es un “resumen”, sino, precisamente, una “historia sintética”. En resumidas cuentas, eso que muchos llaman “resumen completo” o “resumen largo” (con idiotez y contrasentido) es en realidad una síntesis, pues, como ya hemos dicho, todo “resumen” es “completo”, si realmente es un “resumen”, aunque utilice pocas palabras o, más bien, justamente por esto: porque, en pocas palabras, reduce a términos breves y precisos lo esencial de un asunto o materia. Lo demás es una tontería.
Aunque estas redundancias y los horrorosos contrasentidos “resumen completo” y “resumen largo” son utilizados en general, en nuestro idioma, provienen del uso culto de la lengua. Hasta los profesionistas más respetables dicen y escriben “breve resumen”, “resumen breve”, “resumen corto”, “resumir brevemente”, “resumen completo” y “resumen largo” sin que se sonrojen, porque, además, no se percatan de sus yerros. Profesores, periodistas, escritores, traductores, etcétera, se dan el quién vive en esto. En el traductor virtual Linguee (que presume ser “el mejor traductor online del mundo) leemos los siguientes ejemplos:
Lo correcto es, sin duda:
37. ¿buen samaritano?, ¿mal samaritano?, samaritana, samaritano
Se es o no samaritano, por ello es redundante decir de alguien que es “buen samaritano” y un sinsentido afirmar que otro es “mal samaritano”. Estrictamente, a quien llamamos “buen samaritano” es simplemente un “samaritano”, y a quien denominamos, erróneamente, “mal samaritano”, no es “samaritano” en absoluto: en todo caso sería un “falso” samaritano. Veamos por qué. El adjetivo y sustantivo “samaritano” (del latín tardío Samaritānus), se aplica al “natural de Samaria, región de Palestina” y