Los números de la felicidad en dos Perúes. Enrique Vásquez H.
Читать онлайн книгу.muy difícil responder en la encuesta. Por tanto, se aplicó en esos casos una versión resumida de 8 preguntas en vez de las 29. Los propios creadores del cuestionario, Hills y Argyle (2002), habían anotado esta sugerencia. Entonces, la definición que adoptamos en adelante incluye elementos que evalúan el estado de ánimo –componente hedonista–, el cumplimiento de las metas –componente eudaimonista– e incluso algunos elementos actitudinales como el optimismo –más propio de la psicología positiva contemporánea (Diener & Seligman, 2002).
La pobreza, un mal por erradicar
Pasemos ahora al segundo elemento clave del marco teórico. La pobreza sigue siendo uno de los males más grandes del mundo. Cada minuto que pasa, 75,9 personas caen en la pobreza (World Data Lab, 2020). En consecuencia, casi 7 millones de seres humanos se encuentran hoy en condición de pobreza (World Data Lab, 2020); es decir, viven con menos de US$ 1,90 al día (Banco Mundial, 2020b). Sin embargo, esta concepción de pobreza ha quedado corta en los últimos años, pues ¿acaso vivir con US$ 2,00 al día hace que las condiciones de vida de una persona realmente mejoren? ¿O el recibir ingresos suficientes para comprar una canasta de alimentos garantizan también un buen acceso a la salud, la educación, la cultura, entre otros? La respuesta a ambas interrogantes es no.
Por ello, el estar por encima o debajo de un «número mágico» no puede ser considerado como un criterio único e inapelable para establecer quiénes son pobres y quiénes no. En consecuencia, diversas instituciones internacionales (OPHI & UNDP, 2019), así como investigadores de la materia (Alkire & Foster, 2011; Sen, 1976, 1999; Townsend, 2006), vieron necesario establecer una nueva medida de pobreza que permitiera capturar mejor esta diversidad de carencias asociadas con el «ser pobre». Así nació el Índice de Pobreza Multidimensional (Alkire & Foster, 2011). En las siguientes páginas de este libro, se realizará un viaje a través de la pobreza, para conocer qué es y cómo ha sido cuantificada a lo largo del tiempo.
Una definición de pobreza
La pobreza representa una situación o condición negativa: un problema central para todas las sociedades en todo tiempo y lugar. Las Naciones Unidas identificaron la eliminación de la pobreza como el primero de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible8. Es un problema económico, social y moral. La pobreza no solo afecta la supervivencia y el desarrollo material sino también la integración social, la satisfacción de vida y en particular la felicidad, como se espera demostrar en los siguientes capítulos. Recientemente, Adela Cortina (2017) ha logrado que la Real Academia Española incorpore en su diccionario el término «aporofobia», para expresar el rechazo a las personas pobres.
Definir la pobreza no es una tarea sencilla (Alcock, 1993). Etimológicamente, la palabra «pobreza» viene derivada del latín pauper-pauperis –paucus, «poco»; parire, «engendrar»–. Así, el término está asociado a la infertilidad: engendrar poco. Desde el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) (1977), el concepto de pobreza es entendido como un limitante al desarrollo humano. En ese sentido, el ser pobre implica la pérdida de atributos básicos del desarrollo, como una vida larga, saludable, digna, libre y con respecto propio y por los demás. Desde el ámbito académico, una de las primeras aproximaciones está dada por Oppenheimer y Harker (1996), quienes definen la pobreza como la ausencia de lo material, lo social y lo emocional en comparación con el promedio de la sociedad. Asimismo, Townsend (2006) aborda la pobreza como la insuficiencia de recursos necesarios para cumplir con las costumbres y demandas de la sociedad. Por otro lado, Sen (1999) conceptualiza la pobreza como la falta de capacidades que tiene una persona para participar completamente en la sociedad. Mientras que Hammill (2009) la define como la imposibilidad que enfrenta una persona para satisfacer sus necesidades básicas.
Un primer intento de medir la pobreza: el ingreso y el gasto
Por mucho tiempo, hablar de pobreza ha sido equivalente a hablar de «insuficiencia de ingreso para comprar una canasta básica de bienes» (Alcock, 1993). En esa línea, durante varias décadas fue predominante una visión monetaria, unidimensional y simple: pobre era quien estaba bajo la línea de la pobreza. Dicha línea internacional fue en algún momento de un dólar (US$ 1) al día por persona. Hoy es de US$ 1,90 (Banco Mundial, 2015). El dinero es un indicador sintético: permite convertir o sintetiza necesidades y bienes en un valor monetario único. Se puede relacionar con el sentido común del ciudadano promedio en sociedades de libre mercado, quien capta fácilmente que «todo tiene precio». Esta concepción ofrece una ventaja importante frente a otras: es fácil de cuantificar y medir. De ahí que sea útil para hacer comparaciones, no solo entre personas en una misma sociedad sino también entre sociedades diversas –después de ciertos ajustes y conversiones–, dada la internacionalidad del dólar.
Al mirar el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 1 –acabar con la pobreza en todas sus formas–, muchas de las respuestas residen en incrementar el ingreso de las personas (ONU, 2020). Asimismo, en el Perú, el INEI (2019a) continúa calculando la incidencia de pobreza a partir de una línea monetaria, la cual, con base en el gasto mensual, indica si un hogar es capaz o no de comprar una canasta básica de consumo. Esta línea evoluciona con el tiempo y se amolda a la realidad geográfica de las personas.
Figura 1 Evolución de la línea de pobreza en el Perú (2007-2018)
Fuente: INEI (2019a). Elaboración: Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (2019).
De acuerdo con esta definición, al año 2018, el 20,5% de los peruanos eran pobres. Sin embargo, este número se duplica si observamos solo el mundo rural, en donde el 42,1% de los habitantes se encuentran en situación de pobreza (INEI, 2019a). En particular, Cajamarca es el departamento con mayor porcentaje de pobreza monetaria (46,8%) (INEI, 2019a). Asimismo, las personas pobres del país son principalmente los niños de entre 0 y 4 años (30,6%) y de entre 5 y 9 años (29,2%) (INEI, 2019a). Sin embargo, los resultados ofrecidos por la visión de pobreza como insuficiencia de ingreso no han sido aceptados por todos (Baulch & Masset, 2003; Tran, Alkire, & Klasen, 2015). En consecuencia, una concepción de la pobreza ha surgido en el mundo: la pobreza multidimensional.
Más allá del ingreso: el concepto de pobreza multidimensional
La pobreza no solo consiste en la falta de ingresos o riqueza económica. Una comprensión más amplia de lo que el ser humano es y necesita para vivir mínimamente bien en sociedad, para llevar adelante sus planes de vida, desborda la comprensión monetaria. De ahí se explica por qué el círculo de la pobreza no se rompe fácilmente, ni siquiera cuando los individuos llamados pobres han mejorado sus ingresos. Por ejemplo, un hogar pobre que con el tiempo logra captar ingresos muy por encima de la línea de la pobreza se ubica en condiciones potenciales para salir de su situación precaria de manera definitiva. No obstante, puede invertir el dinero en tecnología –como celulares y televisores de última generación– y, aunque mejore parcialmente su calidad de vida, es muy probable que no exista un cambio profundo y que el hogar se mantenga entrampado en la pobreza. Ejemplos similares abundan en todo el globo (Banerjee & Duflo, 2012). Más importante que el acceso a la tecnología de punta es concentrarse en una nutrición adecuada, que no es igual a comer bastante y no morir de hambre. Así, por ejemplo, alimentarse de productos deliciosos –por ejemplo, excesivas golosinas o comida fast food– no es saludable. Es fundamental que los menores reciban los nutrientes adecuados que favorezcan su capacidad cerebral, en particular en los primeros años, lo cual redundará más a largo plazo en su capacidad de estudio y en que efectivamente puedan estudiar y realizar actividades que les permitan elevar su productividad y salir de la trampa de la pobreza.
La cantidad de calorías y calidad de nutrientes que alimentan el cuerpo para un correcto desarrollo, los niveles educativos alcanzados, las condiciones de vida –que sean higiénicas, al contar, por ejemplo, con sanitarios adecuados y agua potable en el hogar–, el acceso a servicios de salud adecuados, entre otros elementos, constituyen dimensiones fundamentales para vivir bien (Alkire et al., 2015). De allí que se entienda desde hace unos años a la pobreza como un fenómeno multidimensional y que las Naciones Unidas y diversos Gobiernos hayan adoptado el Índice de Pobreza Multidimensional