Fotografía de boda. Manuel Santos
Читать онлайн книгу.distraerá la atención de los miembros del grupo. Además usted deseará que le compren sus fotografías y no que circulen otras imágenes de mucha peor calidad de los grupos que usted ha compuesto e iluminado cuidadosamente.
Después de la boda fije una fecha para realizar con más calma los retratos de la pareja en estudio. Recuerde a los novios la conveniencia de ir peinados y maquillados de forma similar a cómo estaban el día de la boda. Esta sesión suele durar alrededor de una hora; en ella el fotógrafo realiza algunas tomas de la pareja de cuerpo entero, seguidas de planos medios de ambos y finalizando con retratos de primer plano por separado de cada uno. Todas las fotografías serán procesadas digitalmente para conseguir eliminar cualquier imperfección y acentuar los detalles más interesantes de la pareja y de sus trajes. A pesar de lo arraigada que está la costumbre de que el novio no vea el traje de la novia antes de la ceremonia, cada vez es más frecuente que algunos fotógrafos de este estilo —e incluso de otros— convenzan a la pareja para realizar una sesión preboda con los trajes reales que van a llevar. Considere y hable esta opción con la pareja, pues esa sesión servirá para que conozca mejor a los novios y también para que ellos le conozcan a usted y su método de trabajo, consiguiendo que el día de la ceremonia estén menos tensos ante la cámara.
Por último, fije una fecha para revisar su selección de fotografías con la pareja, que suele ser reducida, ya que sólo incluye la mejor toma de cada momento y de cada grupo. Sobre dicha selección la pareja puede indicar las imágenes que desea para el álbum, solicitar las copias que requiera y también suele ofrecérseles la posibilidad de que se lleven el conjunto de copias para que sus familiares y amigos puedan escoger las que más les gusten. Este conjunto de copias debería entregarlos a tamaño reducido (9x12 cm) o con algún tipo de marca de agua para evitar reproducciones indeseadas de las mismas.
Estilo fotoperiodista: narrar el evento
Los fotógrafos, que pueden englobarse en este estilo, buscan narrar con sus imágenes el desarrollo de una boda, de la misma manera que lo haría un fotoperiodista al cubrir una noticia. Ello implica realizar las fotografías casi sin que los participantes se den cuenta del trabajo del fotógrafo, siguiéndolos según van desarrollándose las fases de la ceremonia y estando muy atentos a la interacción entre los participantes, así como a las posibles sorpresas que puedan hacer única esa boda: desde las lágrimas del abuelo, cuando ve salir a la novia del coche, al niño que se acerca a la novia y tira de su velo.
Los seguidores del estilo fotoperiodista no dirigen a la pareja ni a los otros participantes, dejan que fluya la acción, no componen en poses, ni les piden que sonrían o muestren alguna emoción en particular. Organizan la composición mediante su posición y el encuadre sólo en su visor, se mueven rápidamente alrededor de la acción y disparan muchas fotografías para lograr atrapar todo lo que va ocurriendo… inclusive las sorpresas. El procesado digital de este tipo de reportajes suele ser reducido, limitándose a los ajustes generales de luces, sombras y equilibrio de color, así como un ligero enfoque. También es muy popular recurrir a la conversión a blanco y negro para acentuar el carácter de reportaje asociado a periódicos y revistas.
Captar instantes cargados de emoción es una de las claves para narrar las historias en los reportajes de El Marco Rojo. Estas son las fotografías que hacen pararse al espectador cuando está viendo el audiovisual o el álbum de la boda. Si logra al menos un par de estas fotografías en cada uno de los escenarios de una boda, la narración del reportaje tendrá picos de emoción a los que sólo tendrá que añadir otras imágenes puente para construir una preciosa historia sobre la pareja.
Nikon D3S, Nikkor 85 mm f/1,4, ISO 800, f/2, 1/2500 segundos.
Algunos de los mejores fotógrafos que han tenido éxito con este estilo vienen precisamente de medios de prensa o televisión. De hecho, Víctor Martí y Antonio Trigo, socios fundadores de El Marco Rojo, eran operadores de cámara en una cadena española de televisión antes de iniciar su andadura en el campo de la fotografía de boda. Estaban habituados a narrar historias con sus cámaras de vídeo para los informativos y, en un momento determinado, decidieron reorientar su andadura profesional hacia el campo de la fotografía de eventos sociales, empezando por fotografiar a los hijos de sus compañeros de trabajo y, posteriormente, realizando sus primeros reportajes de bodas.
Aunque parezca que el estilo fotoperiodístico pueda resultar poco previsible, ya que no organizan ni repiten ninguna fotografía; precisamente por eso, los resultados de los buenos fotorreporteros al cubrir una boda son mucho más emocionantes y dinámicos. Además, en la práctica, interfieren muy poco en el desarrollo de las ceremonias. Por todo ello, muchas parejas de novios prefieren elegir esta clase de reportaje para sus bodas, pues les permite olvidarse de la presencia del fotógrafo, pudiendo así concentrarse en vivir esos momentos tan especiales y atender a los invitados correctamente.
En este tipo de cobertura de bodas suele pactarse en el contrato una cantidad fija por el reportaje completo, que puede variar en función del número de fotógrafos que trabajarán y de los servicios adicionales —sesión preboda, sesión de photocall durante el baile, etc. En ese precio el fotógrafo incluye la entrega a la pareja de una selección de unas 400 imágenes en alta resolución con su procesado completo en una memoria USB o DVD, de manera que la pareja puede realizar directamente las copias necesarias en papel o formato electrónico para sus familiares. Si los novios desean la producción de un álbum u otros productos se les presupuestarán y facturarán aparte.
No es fortuito que haya crecido espectacularmente el número de seguidores de este estilo con el avance de la fotografía digital en el campo profesional. Gracias a su menor peso y tamaño, las cámaras digitales réflex y las modernas híbridas son especialmente apropiadas para los fotógrafos que desean moverse más libremente a la hora de construir el relato de una boda. Su método de trabajo requiere adaptarse a las condiciones de iluminación de la escena, por lo que buscan cámaras que les garanticen poder usar índices ISO elevados (1600 o superiores) con buena calidad de imagen. Suelen preferir objetivos luminosos con aperturas máximas entre f/1,4 y f/2,0, para poder realizar tomas a pulso incluso en condiciones de iluminación muy escasas.
El estilo fotoperiodístico intenta captar la iluminación propia de la escena, sacando el máximo partido a la iluminación natural o artificial ya presente. Su meta es reflejar la atmósfera de luz preexistente y, en caso de necesitar mejorarla, buscan que en el conjunto siga predominando la luz principal de la escena original. Si fotografían al novio ajustándose la corbata en un espejo cerca de una ventana y el resto de la habitación se encuentra demasiado oscuro, puede que enciendan alguna lámpara situada en la habitación para añadir un toque de luz en esa zona o quizás rellenen un poco esas sombras reflejando algo de luz mediante un panel reflector. En su equipo habitual suelen incluir algún panel reflector plegable y también un pequeño flash portátil, que les proporcione una fuente de luz suplementaria en caso de una escena que requiera destacar alguna zona o completar una iluminación excesivamente reducida.
Los primeros reporteros gráficos que lograron captar fotografías de los políticos y famosos en actitudes no posadas, como el celebrado Erich Salomon en la década de 1930, las denominaban fotografías cándidas queriendo remarcar con ese término su carácter de fotografía tomada sin que lo advirtieran sus protagonistas. El estilo fotoperiodístico aplicado a la fotografía de boda supone continuar ese método de trabajo común a todo buen reportero fotográfico, que se caracteriza por tres cualidades: discreción, intuición y rapidez.
La discreción supone no intervenir dirigiendo las escenas y lograr pasar desapercibido por las personas que fotografía; ello implica una cierta mimetización