Preguntas para pensar en ética. Tomás Miranda Alonso

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Preguntas para pensar en ética - Tomás Miranda Alonso


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normas nos facilita ser aceptados como miembros de un grupo social.

      2. Las normas legales tienen como finalidad regular la convivencia de los miembros de una sociedad determinada. Proceden de una autoridad reconocida como tal, capaz de sancionar su incumplimiento. De este modo, si una persona quebranta una ley, se expone a ser castigada por la autoridad competente.

      3. Los seres humanos nos damos también otras normas que se basan en el tipo de persona que queremos ser y del mundo que queremos construir. Estas son las normas morales, normas cuyo cumplimiento nos permite ir realizándonos como buenas personas. Estas normas se basan en el reconocimiento y respeto de los derechos que la persona tiene como tal y de su dignidad, que es su fundamento. El incumplimiento de una norma o deber moral es sancionado por nuestra conciencia moral.

      Las normas morales y, en parte, las normas sociales tienen también una dimensión de descubrimiento. A lo largo de la historia, los seres humanos vamos descubriendo como resultado de un largo proceso evolutivo aquellos modos de convivencia que nos permiten vivir mejor y respetar los derechos que vamos descubriendo que tenemos como personas. Al mismo tiempo vamos descubriendo y tomando conciencia también de las obligaciones que tenemos de cuidar la herencia cultural que nos han dejado las generaciones anteriores y el medio natural en que vivimos.

      Hay que tener en cuenta que hay normas que pertenecen a más de un grupo. Así, por ejemplo, la norma que nos obliga a respetar la vida de los demás es de carácter legal y moral. Una acción también puede ser considerada legal y al mismo tiempo inmoral, como es el caso de la pena de muerte, que en algunos países es considerada legal en determinadas circunstancias, mientras que en otros está abolida porque se considera que viola el derecho a la vida que todos los seres humanos tenemos por ser personas. Por otro lado, no hay que confundir legalidad con legitimidad. La acción que está de acuerdo con la ley es legal, mientras que la ley que va en contra de los valores que se aceptan como normativos en la propia legislación o en contra de los derechos humanos es ilegítima.

      A veces nos encontramos con el dilema de si tenemos que obedecer antes la ley de la ciudad o la propia conciencia cuando estas se contradicen. Antígona, la protagonista de la tragedia de Sófocles (496-406 a. C.) del mismo nombre, era hija de Edipo, rey de Tebas, y de Yocasta. Cuando el trono de Tebas queda vacío, los hermanos de Antígona, Polinices y Eteocles, acuerdan que se turnarían el gobierno de la ciudad cada año. Pasado el primer año, Eteocles no quiso ceder el gobierno a Polinices, quien, con un ejército extranjero, lucha contra su hermano y los tebanos. Ambos se dieron muerte mutuamente en la batalla, pero fueron los tebanos quienes ganaron la guerra. Creonte, entonces rey de Tebas, prohíbe hacer ritos fúnebres al cuerpo de Polinices, como castigo ejemplar por traición a su patria. Antígona desobedece la orden del rey y entierra a su hermano para honrarlo. Cuando es llevada ante Creonte, explica que ha desobedecido debido a que las leyes divinas prevalecen sobre las leyes humanas. Antígona está orgullosa de su decisión y acepta las consecuencias trágicas que le acarreará su desobediencia.

      Podríamos decir que Antígona, al negarse a cumplir las leyes de la ciudad porque se oponían a su conciencia, a lo que ella creía que era lo correcto, estaba cometiendo lo que ahora se llama un acto de desobediencia civil. En 1848, el estadounidense David Thoreau dio una conferencia en el Concord Lyceum David Thoreau, en la cual exponía los principios de la desobediencia que él mismo puso en práctica dos años antes al negarse a pagar los impuestos a un Estado que protegía la esclavitud y emprendía guerras injustificadas, como la que entonces se estaba llevando a cabo contra México. Thoreau revisó esa conferencia y la convirtió en un ensayo, publicado en 1849, titulado Resistencia al gobierno civil, también conocido como Desobediencia civil.

      Estas ideas y principios tuvieron gran influencia en muchos casos, como en la resistencia pacífica de Gandhi contra la ocupación británica de la India y en la lucha no violenta de Martin Luther King por el reconocimiento de los derechos de la población afroamericana en Estados Unidos. La práctica de la desobediencia civil fue también utilizada por el movimiento sufragista de mujeres para conseguir el derecho al voto. En 1913, más de mil mujeres habían pasado por las cárceles inglesas acusadas de cometer actos ilegales, públicos y no violentos en el marco de la lucha por el sufragio femenino. En 1918, el Reino Unido reconoce el derecho al voto de las mujeres.

      La desobediencia civil es un modo de intervenir pacíficamente en política para cambiar alguna normativa legal considerada injusta negándose a cumplirla. En sociedades democráticas se suele justificar este tipo de acciones manifestando que son coherentes con los principios generales y la declaración de derechos establecidos por las propias constituciones o en declaraciones de derechos y deberes de carácter internacional. Así, en el año 2012, un colectivo de médicos manifestó su decisión de desobedecer la ley que restringía la asistencia médica a personas inmigrantes en situación irregular. Esta decisión la basaban en su código deontológico.

      Aclarando conceptos:

      ¿es lo mismo la ética que la moral?

      Con frecuencia se usan indistintamente los términos «moral» y «ética». Oímos decir con frecuencia que determinada conducta «va en contra de mi moral» o «en contra de mi ética», sin distinguir entre ambas. A veces se usan los dos términos unidos por la conjunción copulativa: «me lo impiden mi moral y mi ética».

      La palabra «moral» procede de la palabra latina mores, que significa, en primer lugar, «costumbres»; posteriormente significó también «carácter». La palabra «ética» procede de la palabra griega ethos, que en su origen significaba «morada» y luego también significó «carácter».

      No hay acuerdo entre los filósofos en la definición de estos términos, aunque la distinción más extendida, y la que nosotros vamos a seguir aquí, es la que se basa en la que hizo José Luis López Aranguren, catedrático de ética y ensayista español del siglo pasado que ejerció gran influencia en el mundo filosófico y cultural, y especialmente en el campo de la ética.

      Voy a entender por moral el sistema de valores y el conjunto de normas que rigen en una sociedad, en una religión, en una comunidad o grupo humano, y que sirven para distinguir lo bueno de lo malo, lo correcto de lo incorrecto. Estas normas y valores proponen también un modelo de vida a seguir y unas virtudes o fortalezas de carácter que han de cultivar y ejercitar los miembros del grupo. En este sentido, cabe hablar de moral cristiana o de moral social española del siglo XIX, título de un libro del propio Aranguren. Decimos entonces que un acto es moral cuando se ajusta a las normas morales, e inmoral cuando no se ajusta a esas normas, cuando se opone a la moral. Lo contrario de «moral» como adjetivo es «inmoral». Un individuo inmoral es aquel que no respeta las normas morales en su modo de actuar. Por último, utilizamos el término «amoral» para referirnos al ser humano que carece de todo sentido moral, que no tiene el sentido de lo bueno y lo malo.

      La ética es una parte de la filosofía que tiene por objeto reflexionar filosóficamente sobre la dimensión moral del ser humano. Por ello, a la ética también se la denomina filosofía moral. La función de la ética, entendida de este modo, no consiste en dictar normas que hayan de cumplir los miembros de un grupo humano determinado, sino dilucidar racionalmente las cuestiones relacionadas con el ámbito de la moral, como, por ejemplo, cómo se pueden fundamentar las normas morales, cómo se forma el juicio moral, cómo establecer una moral cívica, etc.

      También es misión de la ética el cuestionamiento crítico de las morales vigentes y el establecimiento de un diálogo racional para llegar a acuerdos en que se puedan fundamentar principios y normas morales universales que podrían constituir una ética universal.

      Teniendo en cuenta estas distinciones se entenderá por qué es distinta la función del profesorado de moral (la moral de un grupo humano determinado) y la del profesorado de ética o filosofía moral.

      Hay otro significado de la palabra «moral» que no se opone a «inmoral», sino a «desmoralizado». Es el que damos a la palabra cuando decimos de alguien que tiene la moral baja o alta. Como dice Ortega y Gasset (1883-1955), otro gran filósofo e intelectual español, maestro de filósofos y pensadores, la moral tiene que ver con el ser de una persona cuando está en su quicio y


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