De Friends a Fleabag. Jorge Yebra Romero

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De Friends a Fleabag - Jorge Yebra Romero


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reivindicaciones en televisión, nos encontramos con una comedia más blanca y contenida. De repente, a diferencia de la realidad social que se vivía, la comedia da un paso atrás y se vuelve más conservadora, representando los valores americanos ideales, incluyendo un tono moralista. El género cómico no se complica y vuelve a utilizar lo que le ha funcionado tradicionalmente, lo que también provoca que la comedia sufra un declive frente al drama en la ficción televisiva.

      Otro de los elementos que podemos destacar en esta década es el crecimiento de la comedia afroamericana como producto generalista. Y por supuesto, la comedia familiar sigue siendo el tema predominante. Enredos de familia (Family Ties, NBC: 1982-1989), Cheers (NBC: 1982-1993), La hora de Bill Cosby (The Cosby Show, NBC: 1984-1992), Las chicas de oro (The Golden Girls, NBC: 1985-1992), Los problemas crecen (Growing Pains, ABC: 1985-1992), Alf (NBC: 1986-1990), Punky Brewster (NBC: 1984-1988) o Primos lejanos (Perfect Strangers, ABC: 1986-1993) son series destacables de la época y grandes representantes de la comedia de esos años.

      Imagen de la adorable Punky Brewster con su padre adoptivo Henry.

      En los noventa la sitcom vive una edad dorada. La ficción cómica ha madurado lo suficiente para funcionar con los ojos cerrados y crear productos de éxito de gran calidad. La parrilla televisiva comienza otra vez a ser dominada por este formato, que tiene al público ganado y obtiene grandes audiencias tanto en sus emisiones de estreno como en las reposiciones en las distintas cadenas locales.

      Así, se producen series como la irreverente Matrimonio con hijos (Married... with Children, FOX: 1987-1997), la azucarada Padres forzosos (Full House, ABC: 1987-1995), las luchadoras Rosseane (ABC: 1988-1997 y 2018) y Murphy Brown (CBS: 1988-1998, 2018), la genial Seinfeld (NBC: 1989-1998), la alocada Un chapuzas en casa (Home Improvement, ABC: 1991-1999), la elegante Frasier (un spin-off de Cheers), la exitosa Friends o la premiada Todo el mundo quiere a Raymond (Everybody Loves Raymond, CBS: 1996-2005), representando todas ellas una década llena de calidad y popularidad de la comedia de situación.

      Imagen del elenco protagonista de Friends.

      A partir del nuevo siglo, el formato sufre un estancamiento. La sitcom sigue viviendo de éxitos del pasado y pierde importancia frente a los emergentes grandes dramas. Su terreno ahora es más pequeño, y aunque sigue siendo uno de los productos preferidos de las cadenas en abierto, la sitcom ha dejado de estar en los rankings de series más vistas salvo excepciones, y cada vez se producen muchas menos series hechas de este modo. Frente a esto, empiezan a aparecer comedias distintas que abandonan las reglas del formato clásico y optan por la libertad creativa tanto en el aspecto técnico como en el artístico. Son comedias que han dejado de lado lo tradicional para juguetear con las normas del formato y renovar las temáticas que se habían tratado hasta ese momento. No son ni mejores ni peores, son diferentes, pero lo que también está claro es que, al dejar de agarrarse a unas reglas encorsetadas, estas nuevas producciones tienen más libertad para hacer humor de otra forma y poder contarnos cosas distintas. A continuación, abordaremos las grandes diferencias que tienen estas nuevas comedias en fondo y forma frente a las sitcoms tradicionales, y que ha supuesto todo esto para la televisión cómica.

      Diferencias entre la comedia clásica televisiva y la nueva comedia

      El cambio en la producción

      Cuando nacieron las primeras comedias televisivas en Estados Unidos, había distintos métodos de realizar esas series, pero con el paso de los años, el formato sitcom comenzó a imponerse y desde entonces ha sido la forma en la que se han producido la mayoría de las comedias televisivas, hasta hace poco. El factor principal por el que la sitcom triunfó es el mismo por el que desgraciadamente se mueve este mundo: el dinero. Y es que las ventajas competitivas que otorgaba este formato con respecto a otras opciones eran más que evidentes. Aparte de su duración, que ya hace de por sí que los costes sean menores en muchos aspectos, su sencilla y barata producción —se necesita apenas un pequeño set de televisión compuesto por un simple decorado y un equipo de cámaras—, hacía que todo fuera mucho más sencillo. El resto lo ponían un pequeño elenco de actores con tablas y unos guiones eficientes. La mayoría de tramas sucederían en los hogares de los protagonistas, principalmente en el salón, la cocina y el dormitorio. Las situaciones que viviríamos en estas comedias serían cotidianas, apoyadas básicamente en el diálogo y en pequeños puntos de comedia física o slapstick. Todo esto devenía en un presupuesto reducido, convirtiéndose en uno de los géneros televisivos más baratos en su proceso de producción (sin contar con los sueldos de los protagonistas, el factor que ha elevado en muchas ocasiones su presupuesto de forma exponencial).

      Esto ha cambiado bastante en los últimos años. Sin haber desaparecido del panorama televisivo, muchas producciones cómicas han abandonado el formato sitcom y han apostado por otras opciones.

      Uno de los cambios más destacables a primera vista ha sido el de dejar de grabar en formato multicámara para pasar a hacerlo con una sola cámara, como se hace por norma general en las producciones dramáticas y en las cinematográficas en general (aclarar que esto nunca se ha dejado de hacer en las comedias televisivas, pero durante muchos años los ejemplos eran muy pocos). En el aspecto de la realización, estas nuevas series han sido influidas cada vez más por el cine y los dramas que ya se hacían en televisión, con una puesta en escena más cuidada y con recursos audiovisuales más complejos como el trávelin, el uso de grúas, el steadycam, etc. A esto hay que sumar que, en general, se ha pasado a grabar con cámaras digitales, agilizando así también los procesos de producción.

      Imagen del plató de grabación de The Big Bang Theory.

      Otro cambio destacado es cómo estas producciones se han alejado de los 3-4 escenarios clásicos formados por decorados y han apostado por una variedad más amplia, llegando incluso a rodar en exteriores, sin limitación de espacio. El hogar o el lugar de trabajo del protagonista ha dejado de ser el centro del universo para ahora poder movernos por donde queramos. Esto ha hecho que la iluminación y la fotografía de estas producciones sea mucho más compleja, pasando de una luz muy general para que todo el plató estuviera iluminado y no hubiera diferencia entre las distintas cámaras que estaban grabando a la vez, a tener un aspecto visual mucho más cuidado.

      Todos conocemos las famosas risas enlatadas que están incrustadas en la banda sonora. El origen de este recurso se sitúa en los inicios de la comedia en televisión, cuando las series comenzaron a rodarse con público en directo en el estudio, y se grababan las risas que producían los gags del episodio que se estaba rodando. Es un método que proviene de los shows de la radio, dónde en ese momento ya se grababan los programas humorísticos con público en el estudio. Se dice que la idea inicial de grabar las risas ocurrió en 1932 en un programa radiofónico que protagonizaba el cómico Eddie Cantor. Aunque el público que asistía a la grabación del programa en el estudio debía permanecer por entonces en silencio, una broma del humorista provocó que los asistentes no pudieran contener las carcajadas. Cuando los productores del programa descubrieron que, tras esto, las audiencias del programa habían aumentado, decidieron incorporarlo de forma permanente, y el resto de programas fueron adoptando la misma idea. The Hank McCune Show (NBC: 1950) es uno de los primeros shows televisivos en utilizar las risas del público. Sus reacciones en el estudio valían también para comprobar si los chistes funcionaban o no. Como en muchas ocasiones ocurría que las risas del público no eran las esperadas para un determinado chiste, duraban poco o, al contrario, duraban demasiado, Charley Douglass, un ingeniero de sonido de la CBS, decidió entonces solucionar este problema editando las risas del público en posproducción. Y así es como nacieron las risas enlatadas, un recurso utilizado prácticamente durante toda la existencia de la sitcom. Aunque


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