Aproximación histórica a la relación de la masonería . José Eduardo Rueda Enciso
Читать онлайн книгу.de Paúl. Finalmente, se aborda el importante papel cumplido por la contratada comunidad de las Hermanas de la Caridad.
El estudio está acompañado de tres anexos: el primero es la lista de los 305 convocados para ser contribuyentes en la colecta pública para el sostenimiento del Asilo de Indigentes, promovida por la Junta General de Beneficencia, y verificada en 1870, en el que además de reseñar el contribuyente convocado, si contribuyó o no, se trató de determinar su profesión u oficio, su vinculación a la masonería y su filiación política. El segundo anexo es una continuación del primero, pues muestra el comportamiento de los aportes en los dos semestres del año de 1873.
El anexo tres es una tabla resumen de 356 personajes protagonistas, la mayoría de la vida política, económica, cultural y social entre 1845 y 1886, y de alguna manera mencionados en el libro. Reseña el personaje, su fecha de nacimiento y muerte, su profesión y oficios, pues siempre hay que tener en cuenta que los hombres del siglo XIX no solo tuvieron una profesión, o se dedicaron a un solo oficio, se multiplicaron. Se reseña la vinculación a la masonería, su filiación política y una breve biografía sobre su trasegar público. De algunos personajes solo pudimos encontrar una o dos noticias, de allí que falten datos.
Dadas las mencionadas dificultades para profundizar en los archivos de la Beneficencia de Cundinamarca y en los de la masonería bogotana, y ser la beneficencia y la masonería temáticas un tanto olvidadas por la historiografía colombiana, no nos atrevimos a hacer conclusiones, solo consideraciones finales, ya que en buena medida hemos adelantado una descripción aproximada del problema de la relación existente de la beneficencia y la masonería, que puede generar preguntas nuevas, posible temas de investigación y análisis.
José Eduardo Rueda Enciso
Profesor titular de la Escuela Superior de Administración Pública
Notas
1 La masonería en la Independencia de América (2 tomos, Bogotá: Artes Gráficas, 1970); Historia de la masonería colombiana. 1833-1940 (2 tomos, Bogotá: Artes Gráficas, 1975).
2 Como es usual en las obras históricas, al citar la información proveniente de estas fuentes, tratamos de conservar la ortografía y redacción original.
Por lo general, al abordar una temática nueva, el investigador comienza por leer la literatura existente sobre ella. Nuestro proceso, para el caso de la beneficencia, fue un tanto distinto; el desarrollo de la investigación realizada entre los años 2003 a 2010 nos arrojó una cantidad importante de documentación que cuidadosamente fuimos recopilando. Parte de ella, ordenada a partir de las instituciones que en 1869 pasaron a formar parte de la Junta General de Beneficencia: el Lazareto de Agua de Dios, la Casa de Refugio, el Hospital de Caridad y el Hospicio de Niños, fue incluida en los informes parciales y finales de la mencionada investigación. Otra parte de esa documentación no fue trabajada, en ese momento, y constituye una significativa parte del material que conforma el presente estudio.
Con relación a las fuentes primarias publicadas, nos preocupamos por revisar un conjunto de periódicos que abarcan el período 1849-1885. Es así como desde un comienzo la Junta General de Beneficencia publicó las actas y demás noticias sobre beneficencia en el Diario de Cundinamarca, que desde el 1° de octubre de 1869 fungió como órgano oficial del Estado Soberano de Cundinamarca,1 en el que periódicamente se publicó una sección destinada a la beneficencia en la que se divulgaban los datos oficiales de gastos, ingresos, donaciones, etc., destinada a que las asociaciones filantrópicas y el público en general tuvieran un conocimiento cierto sobre el destino de sus contribuciones, lo que no resultó una labor difícil para los promotores de la beneficencia; dado que muchos de ellos tenían una larga experiencia en el manejo de gacetas, diarios, etc., de carácter oficial y eran conocedores de la importancia de la prensa como moderadora de la opinión pública, se preocuparon, desde un comienzo, por publicitar la labor de la Junta General de Beneficencia del Estado Soberano de Cundinamarca.
Publicación de noticias que se cumplió con regularidad, pero, el 6 de octubre de 1870, la Junta decidió difundir quincenalmente la revista De los Establecimientos de Beneficencia. Hasta ese momento, se habían elaborado 295 números del Diario; mientras se afinaban los asuntos relativos a la edición del nuevo órgano informativo, se siguieron transmitiendo en el Diario noticias sobre la beneficencia. Otro conjunto de noticias sobre beneficencia se encontraron en otros periódicos, liberales unos, conservadores los otros.
Nos interesó revisar y analizar las memorias de algunos de los protagonistas políticos del período comprendido entre 1849 y 1886. No obstante, nos encontramos con una particularidad del siglo XIX colombiano, sus protagonistas, fundamentalmente los liberales, no dejaron, salvo algunos casos, este tipo de documentos: “Es un hecho singular el que sólo dos de nuestros hombres públicos —los Generales José Hilario López y Joaquín Posada Gutiérrez— hayan escrito sus Memorias. Entre los muchos que debieron haberlo hecho, el mayor número les faltó tiempo o sea la necesaria holgura en sus finanzas; y a otros les sobró escepticismo”.2
Así, para seguir la trayectoria, pensamientos y acciones de muchos de los hombres públicos del siglo XIX, hay que hacerlo en la copiosa prensa decimonónica.
Dentro de los políticos que dejaron sus memorias, encontramos las de José Hilario López (París, 1857), que comprenden desde 1798 a 1839, fueron redactadas en Roma entre fines de 1839 y julio de 1840. Suministran información importante sobre el proceso de Independencia, esencialmente en los aspectos militares. Ayudan a comprender el malestar de algunos militares por las medidas dictatoriales de Bolívar y a visualizar la formación de las facciones probolivariana y antibolivariana, de la que fue militante López, junto con José María Obando, quienes lideraron la resistencia a la dictadura luego de la conspiración septembrina de 1828, inicialmente en la provincia de Popayán, enfrentándose a Tomás Cipriano de Mosquera, y posteriormente en Pasto. Luego de la muerte de Bolívar, el 17 de diciembre de 1830, López siguió en el sur del país.
A partir de mayo de 1831 centró sus actividades en Bogotá, como comandante de una parte del Ejército Restaurador. Facilita el conocimiento de la década de los treinta, un tanto abandonada por la historiografía colombiana. En noviembre de 1838 fue nombrado Encargado de Negocios de la Nueva Granada en la Santa Sede, en julio de 1839 se posesionó en tal cargo y se dedicó a la redacción de sus memorias. Tal vez, por las medidas vigentes sobre sociedades secretas, no hace alusión alguna a su vinculación a la masonería.
Uno de los más importantes y significativos casos fue el de José María Samper Agudelo, ya que entre 1852 y 1853 se dedicó a escribir de memoria y con vehemencia, sin citas de los documentos históricos en que se apoyó, por haberlos perdido en la coyuntura de su temprana viudez, lleno de apasionamiento y ligeros e imparciales juicios sobre el papel cumplido por el liberalismo, un extenso volumen titulado Apuntamientos para la historia política y social de la Nueva Granada (Bogotá: Imprenta del Neo-Granadino, 1853, 585 páginas), en el que hace una serie de cuadros históricos de 41 años (1810-1851) de historia republicana, autodenominado por él como de historia nacional filosófica.3
Años después, en 1880, escribió Historia de un alma. Memorias íntimas y de historia contemporánea 1834-1881 (Bogotá: Imprenta de Zalamea Hermanos, 1881, 540 páginas), en el que hace un recuento crítico de su extensa vida pública como escritor, periodista, político, diplomático, comerciante, etc., y su evolutiva transformación de masón y liberal radical convencido a liberal moderado, para convertirse en masón arrepentido, conservador y ferviente católico, lo que permite apreciar algunos de los problemas, vicisitudes y angustias de un destacado hombre público durante la segunda mitad del siglo XIX.
Otro ejemplo es el de Salvador Camacho Roldán, quien escribió Memorias (1923), en las que relató una serie de datos y hechos de la época comprendida entre 1846 y 1852, narración cronológica que se detiene y abruptamente hace un salto en el tiempo para relatar la