"Quiero escribir mi historia". Pablo Francisco Di Leo

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ciertos elementos valorados en los contextos de elección de pareja. Es en esas instancias donde se corporizan las tensiones por el desplazamiento de los dominios en torno a las expectativas de reparación y cuidado, antes presentes en prácticas y/o relaciones de tipo institucional por fuera de la intimidad de las parejas. Las redes familiares y vinculares dentro del barrio otorgan un estatus valorado, y también influyen en la consolidación y el éxito de las parejas. José Luis relata que se juntó con su ex pareja porque era “una chica muy sencilla, muy buena, muy trabajadora”, sin embargo, y a pesar que ella se ajustaba a determinados valores, la influencia de las redes familiares condicionó la ruptura de la pareja:

       A mi familia no le gustó para nada que yo me junte con una mina que tenga dos hijas, con una mina que ya tiene su vida armada y que va a ser difícil la convivencia y no… no aceptaron.

      La normatividad hegemónica supone al amor, entendido como una manifestación de la sexualidad atravesada por el género, como un concepto que emerge con características universales, asimilado y reducido a una única forma de amor legítima: el amor romántico (Fernández, 1994). En este tipo de amor no prima el ardor sexual donde el placer y la pasión podrían habitar (Giddens, 1992), sino la idealización del otro que conlleva el seguimiento de determinadas narrativas de amor ideal o imperativo romántico, que encuentran en el matrimonio heterosexual uno de los horizontes de completud subjetiva y de realización personal. Este modelo normativo de amor define las formas de amar, como también los fracasos devenidos en desamores producto de los desfases entre esos modelos normativos y las experiencias subjetivas, familiares y propias. Las rupturas al exponer la ausencia del vínculo afectivo producto del desencuentro permiten dar cuenta de las tensiones entre los ideales que confluyen en la configuración de los relaciones de pareja.

      Estos desfases entre los ideales acerca de la concreción de pareja y familia más tradicionales, y los sentidos emergentes con relación a las nuevas reflexividades propias de la modernidad tardía, generan tensiones que se exacerban en el contexto barrial sobre la base de las limitaciones espaciales que los procesos macro fueron produciendo.

      Márgenes y espacios de sociabilidad: locus de los refugios afectivos

      En los relatos de los jóvenes el afuera y el adentro barrial no sólo se constituyen en fronteras efectivas, sino también en guías de sentido que permiten dar cuenta de valores asociados a cada espacio y a sus formas de ser habitado. El afuera se valora por sus formas de sociabilidad y por ciertos estereotipos de género asociados a ese escenario. Al respecto Dora relata cómo conoció a su novio y qué rasgos le parecieron a él valorables en ella: “Las chicas de tu edad andaban de joda, o se quedaban embarazadas. Vos no sos como las chicas de acá, vos pensás otra cosa, eso es lo que me gusta de vos”. El padre de Dora también le señalaba su preferencia por amistades que estén por fuera del barrio, y el hecho de que su novio fuera del barrio era algo que constituía una fuente de discusión entre padre e hija. Si el horizonte de pareja no traspasa los límites barriales de forma efectiva, sí lo hacen los ideales deseados.

      Nuestros hallazgos nos muestran una complejidad de situaciones que desbordan los planteos que parten de supuestos anclados en la díada tradicional/modernidad. Con relación a la configuración de lo masculino y lo femenino, retomamos dos aspectos de un mismo fenómeno que ya hemos analizado previamente: en contextos de privatización de los cuidados se produce una expansión de la intimidad donde se observan desplazamientos de incumbencias entre lo tradicionalmente entendido como íntimo/social o privado/público. En escenarios como los descriptos, estas distinciones conceptuales pierden algo de su poder explicativo, ya que parte del andamiaje institucional que sostenía las distinciones entre aspectos privados y públicos se ha desarticulado, dando lugar a otras formas de intervención institucional por fuera de esta lógica.

      Al analizar las variantes de cuidado y protección mostramos cómo las figuras de protector/protectora emergían como variantes de cuidado sostenidas en el ideal protector. En el caso del hombre protector, se conjugan determinados aspectos que tienen como centro la garantía de seguridad, de estabilidad y de presencia estoica. Señalamos al respecto algunos ejemplos en nuestras entrevistas de cómo esta figura del hombre protector se manifiesta en los relatos de los jóvenes varones; dimos el ejemplo del “buen partido”. En este sentido, el ideal del cónyuge protector es un verdadero imperativo normativo que


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