La zona extractiva. Macarena Gomez-Barris

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La zona extractiva - Macarena Gomez-Barris


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entrenamos la visión académica para reducir la vida a «sistemas».

      Académicos no Indígenas han advertido sobre la «romantización de los pueblos nativos»15. Sin embargo, estos estudiosos no se ocupan realmente de los peligros que enfrentan los pueblos Indígenas; es decir, de las prácticas genocidas que buscan eliminarlos o de la reducción de la biodiversidad en sus territorios. Los estudios de caso que elaboro tienen lugar en las llamadas «periferias» del capitalismo tardío, donde los pueblos Indígenas se ven directamente afectados por condiciones neoliberales, económicas y culturales que predeterminan sus territorios como zonas de contacto coloniales16. Es, en el corazón de estos ricos territorios, que los pueblos Indígenas existen en una compleja tensión entre el extractivismo y la defensa de la tierra. En estas geografías, estos, antes que reducirse, se multiplican, protegiéndose mutuamente y protegiendo la tierra a un costo personal y comunal extremadamente alto. De hecho, un mapa global de ecocidios recientes o de asesinatos de defensores de la tierra, muestra cómo estos crímenes han aumentado en América Latina y el Pacífico asiático; es decir, en geografías que se superponen a los movimientos sociales que se organizan en contra de la intrusión extractiva17. La organización Global Witness documenta un aumento del 300% en los asesinatos de personas que defienden los recursos naturales frente a la minería, las represas hidroeléctricas o la contaminación.

      En todo el mundo, los pueblos Indígenas están a la vanguardia en la defensa de las regiones que son un foco del extractivismo por su biodiversidad18. Y, al mismo tiempo, vemos la complicidad que existe entre los actores estatales y corporativos, en sus intentos de callar violentamente a los defensores de la tierra. En un Ecuador rico en recursos, activistas antiextractivistas reportan que sus correos electrónicos son regularmente hackeados, que son seguidos e intimidados y, sobre todo, que la policía y los militares recorren a diario sus territorios, facilitando el trabajo de las empresas capitalistas nacionales y multinacionales19. Berta Cáceres, asesinada en 2016, fundó el Consejo de Pueblos Indígenas, en gran parte para oponerse a los megaproyectos extractivos en Honduras20.

      Como han demostrado los estudios Indígenas recientemente, el capitalismo colonial a menudo expande su control sobre los territorios nativos mientras legitima al Estado multicultural neoliberal21. Y es justamente allí que el ejercicio de la autonomía importa. Por eso, en cada capítulo me pregunto: ¿cómo podemos comprender de manera diferente no solo la experiencia y la resistencia al colonialismo extractivo, sino también su capacidad generativa de ver más allá de la brecha colonial? Como elaboro más adelante, los territorios Indígenas a menudo se superponen a las geografías más biodiversas de la tierra, aquellas regiones que el extractivismo marca, delimita y ocupa para la conversión de mercancías a través de tecnologías cada vez más refinadas. Por lo tanto, ¿qué respuestas, compromisos y puntos de vista emergen en las zonas del capitalismo extractivo que no agotan la diferencia, sino que la hacen proliferar?22 ¿De qué manera las poblaciones nativas y afrodescendientes tienen perspectivas sobre el mundo natural que implican un involucramiento y un compromiso con él y no simplemente una toma de recursos? En el marco de un trabajo descolonial, ¿pueden las intervenciones feministas y queer plantear un desafío a la lógica patriarcal, al monocultivo y al capitalismo extractivo? ¿Podemos entender y ocuparnos de una manera diferente de la vida nativa andina y amazónica y del complejo de sentidos que nunca logra subsumir completamente el orden colonial europeo? ¿Qué producción cultural e intelectual nos hace ver, oír e intimar con la tierra de otra manera? ¿Qué sabemos realmente sobre lo invisible, lo inanimado y las formas no humanas que subsisten creativamente al encuentro colonial?

      El mapa que produzco no está conectado por historias lineales o de expediciones eurocéntricas, tampoco entro al archivo colonial para seguir su historia, aunque he aprendido de estas metodologías23. El mapa que dibujo es el de los espacios Indígenas y afroIndígenas que existen en los Andes, el sur de Chile o la Amazonía andina. Se trata de territorios continuamente ocupados, ya sea por colonos o por corporaciones multinacionales, y donde historias de descolonización surgen dentro de la condición violenta del extractivismo. Una misma lógica disciplinaria no es suficiente para todos estos lugares, textos y geografías que atravieso con exceso epistemológico. Por lo tanto, en vez de perseguir un marco disciplinario único, activo las teorías descoloniales y del punto de vista, las historias regionales y la crítica relacional para ocuparme de varias escenas de extractivismo de América del Sur. Una entrada descolonial en la zona extractiva revela, entonces, un mundo que se percibe de otra manera, un espacio intangible de emergencia donde los ríos convergen de otro modo en el flujo y barro de la vida.

      Introducción

      Perspectivas sumergidas

      Nunca olvidemos que el poema fue sepultado en un colapso de la tierra. Por hábito, más que por mercancía, la singularidad y multiplicidad de las cosas se presentó en forma de parejas duales y divididas, antes de que se descubrieran los géneros y las especies. Esta cadencia permitió una mejor distinción entre las cosas (todavía pensamos y reaccionamos de esta manera dual, y a menudo obtenemos un placer sorprendente en ello). Pero también estamos a la espera de que la percepción renovada de las diferencias se revele como tal, y que el poema vuelva a surgir24.

      ÉDOUARD GLISSANT, Poética de la relación

      La zona extractiva se ocupa de las regiones del capitalismo extractivo a través de perspectivas sumergidas que involucran la posibilidad de una percepción renovada. A lo largo de este proceso pido que consideremos reinos de realidad organizada de manera diferente, que están vinculados a fronteras coloniales, pero que se mueven fuera de ellas. A diferencia de lo que denomino la «visión extractiva», ilumino perspectivas sumergidas que perciben los terrenos locales como fuentes de conocimiento, vitalidad y habitabilidad. Mi trabajo está ubicado en cinco geografías espaciales específicas de América del Sur: el Biobío en Chile, el Valle Sagrado en Perú, Potosí (y La Paz) en Bolivia, el oriente de Ecuador y el suroccidente de Colombia. Estas áreas representan «otras Américas», o regiones cuyo estatus marginal sigue siendo central para la economía global, y trazan pistas sobre cómo podemos entender una serie de esfuerzos descoloniales en el hemisferio25.

      En este estudio estoy atenta a las cambiantes tierras fronterizas, mundos queer y no reproductivos de afiliación horizontal y anarcofeministas, películas experimentales y performances vernácu­los como sitios de potencial no solo a través de movimientos sociales, sino también de modos de ver, vivir y encontrar fuentes de intercambio alternativas al camino destructivo del extractivismo. La zona extractiva trabaja a través de espacios que, de otro modo, no podrían organizarse juntos en un estudio; de este modo, busca desvincularse de la naturalización de las historias nacionales y de la heteronormatividad del Estado-nación. En este proceso descubro lo que está sumergido en las geografías locales que han sido atravesadas por el colonialismo y el extractivismo para mostrar la fuerza continua del encuentro colonial. Este libro también analiza y se involucra con la mayoría de los territorios Indígenas que a menudo son constituidos como parte de una terra nullius, a pesar de las historias de palimpsesto de su vida social, que no dividen la naturaleza de la cultura, la ecología de lo vernacular o la tierra en propiedad privada.

      La teoría de la relación de Édouard Glissant se ha convertido en una piedra de toque para percibir los modos de diferencia que emergen dentro de los espacios de potencial de otras Américas, donde una cierta sensibilidad y atención a lo oceánico habita; como sucede justamente en su Poética26. En el epígrafe anterior, Glissant se refiere a la «renovada percepción para que las diferencias se revelen como tal, y que el poema vuelva a surgir». El poema de este verso de Glissant es una metáfora sobre cómo ver más allá de la división colonial hacia «una relación entre diferentes personas, lugares, objetos animados e inanimados, fuerzas visibles e invisibles, el aire, el agua, el fuego, la vegetación, los animales y los seres humanos»27. Nombrar las fuerzas visibles e invisibles entre lo humano y lo no humano, entre vida animada e inanimada, es percibir una red con frecuencia ignorada de relacionalidad o «ecologías sociales», como las denomino a lo largo del libro.

      En Poética de la relación, Glissant también hace referencia a las redes rizomáticas que operan como mundos ocultos de opacidad, donde la percepción renovada se refugia en un recinto de contención. Del mismo modo, podríamos


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