Retos y aprendizajes para el turismo de naturaleza en Colombia. Daniel R Calderón Ramírez
Читать онлайн книгу.El turismo de naturaleza, asociado al desarrollo local, puede entenderse como un proceso reactivador de la economía y dinamizador de la sociedad, mediante el aprovechamiento eficiente de los recursos existentes en una zona determinada; capaz de estimular y diversificar la economía, generar empleo y mejorar la calidad de vida; siendo el resultado de un compromiso de solidaridad activa, que implica cambios en grupos e individuos. (Sánchez y Cebrián, 2015, p. 340).
Para Sánchez y Cebrián (2015), el territorio y la comunidad son dos elementos esenciales para alcanzar el desarrollo endógeno por medio del turismo de naturaleza. En este caso, el territorio se considera como un espacio cargado de identidad y representaciones culturales claramente visibles en la configuración de los paisajes naturales y culturales.
En un caso de estudio dentro del Parque Ecológico Ejidal de Cacalomacán, un espacio concreto en el área del nevado de Toluca (México), los autores identificaron y analizaron el papel que juegan los recursos naturales y paisajísticos, los cuales actúan como motores de desarrollo local, de crecimiento económico y de generación de empleos alternativos a los tradicionales del medio rural. Los autores concluyen que “el éxito de los proyectos comunitarios con miras hacia la sostenibilidad, dentro y fuera de los espacios protegidos, depende de la disponibilidad y voluntad de los actores implicados” (Sánchez y Cebrián, 2015, p. 361).
De esta manera, son múltiples las alternativas al desarrollo convencional que se establecen alrededor del turismo de naturaleza. Sin embargo, poder alcanzar dicho desarrollo alternativo es uno de los retos por considerar, principalmente cuando se tiene en cuenta que el turismo de naturaleza puede llegar a ser una estrategia de conservación (Ospina, 2017).
3. EL TURISMO DE NATURALEZA A PARTIR DE LAS ACTIVIDADES AL AIRE LIBRE
Desde el punto de vista de la oferta, el producto de turismo de naturaleza está dirigido a un segmento del mercado selectivo. Generalmente, este producto está apoyado por una interpretación del patrimonio ambiental y cultural, y en muchas ocasiones se establece una interacción directa entre el turista y la comunidad local, lo que enriquece la experiencia de vista (Ascanio, 2012, p. 99). Parte de esta experiencia se relaciona con el sentimiento de satisfacción de los turistas por contribuir en la conservación de las áreas naturales protegidas que visitan (Osorio et al., 2017; Ospina, 2017).
El comportamiento del turista de naturaleza ha sido estudiado desde perspectivas económicas y sociales que han servido de base para los estudios de mercado (Ospina, 2017). Basándose en la motivación del viaje y en las prácticas desarrolladas por cada grupo, Vera et al. (1997, citados en Ballesteros, 2014, p. 35) clasifican a los consumidores de turismo de naturaleza en los siguientes grupos: (a) aventureros, que buscan un reto en la naturaleza, la exploración y el desarrollo de una actividad física intensa; (b) naturalistas y admiradores de la naturaleza, interesados en conocer e interactuar con la dinámica ecológica del lugar; (c) campistas, que buscan un escenario para descansar en medio de la naturaleza; (d) turistas de naturaleza ocasionales, quienes participan de la naturaleza accidentalmente, como parte de un viaje más largo; (e) colectivos de estudiantes y gente mayor, grupos organizados con múltiples propósitos y que pueden seguir programas de educación ambiental, turismo científico y recreativo.
En cuanto a la oferta de actividades en el turismo de naturaleza, las de aventura y las deportivas se destacan como las más demandadas por diferentes tipos de personas. Según Ballesteros (2014), “las actividades deportivas son uno de esos elementos que pueden hacer más atractivo un destino turístico frente a otro que no tenga capacidad para acoger la práctica de deportes” (p. 38). Por lo tanto, las actividades deportivas y de aventura al aire libre son consideradas como excelentes complementos a la hora de ofertar destinos turísticos de naturaleza. Este tipo de afirmaciones han sido corroboradas por medio de investigaciones como la de Ballesteros (2014), en la que, a partir de estudios comparativos, se analiza el éxito de destinos turísticos de naturaleza en Europa.
Así mismo, Rivera (2018) afirma que el turismo activo, en el cual se practican deportes al aire libre, forma parte de las actividades más desarrolladas en la modalidad de turismo de naturaleza y, por ende, contribuye al éxito de los destinos turísticos. Según las investigaciones de Rivera (2018), entre los destinos turísticos de naturaleza más visitados en Europa durante los últimos veinte años se encuentran especialmente aquellos con atractivos naturales como montañas, donde se pueden practicar actividades de escalada, montañismo y senderismo; también se destacan los escenarios marítimos, en especial los litorales, ideales para los deportes acuáticos. Por lo tanto, Rivera afirma que la práctica de los deportes en los destinos turísticos de naturaleza se ha convertido en la imagen de marca de los destinos, y ello ha creado un imaginario en la sociedad que es utilizado como estrategia de mercado.
Por otro lado, Osorio et al. (2017) afirman que “el comportamiento del visitante de naturaleza tiene una explicación no solo a partir de sus motivaciones e interés ambiental, sino desde sus imaginarios” (p. 713). Según Osorio et al. (2017), “estos imaginarios se relacionan con unos modos de interacción con la naturaleza, en los que se concibe de una manera distinta el ambiente” (p. 718). Frente a estas diferentes perspectivas del ambiente, los seres humanos, principalmente las sociedades modernas, tienen un imaginario sobre el ambiente como (a) escenario para la acción, (b) sistema social, (c) un territorio emocional, (d) una fusión de la naturaleza con el ser humano y (e) la indivisibilidad entre naturaleza y ser humano.
Las investigaciones de Osorio et al. (2017), que se relacionan con entender las motivaciones de viaje en el turismo de naturaleza, permiten deducir que los imaginarios de los turistas guardan una conexión más estrecha de lo que se piensa comúnmente, ya que, “dependiendo del tipo de imaginario que se tenga construido sobre la naturaleza, será la manera en que el visitante se comporte con relación a ella y a su cuidado ambiental” (p. 725). Según los autores, este resultado hace posible realizar una gestión del turismo de naturaleza que, desde la educación ambiental, pueda generar sentimientos e imaginarios de los turistas hacia la preservación de la naturaleza de los destinos que visitan.
4. PLANIFICACIÓN DEL TURISMO DE NATURALEZA
Las actividades alrededor del turismo de naturaleza, por estar estrechamente relacionadas con los espacios naturales y, en muchas ocasiones, por llevarse a cabo dentro de áreas naturales protegidas, requieren de una planificación y de un ordenamiento que prevengan cualquier tipo de impacto negativo que pueda ir en contravía de los objetivos de conservación de los espacios naturales (Fundación Reserva Natural La Palmita, Centro de Investigación, 2016). De esta manera, se ha avanzado en crear instrumentos de planificación cuidadosos, que aseguren la sostenibilidad de la actividad.
López (2007) relaciona la planificación del turismo como una acción de ordenar el territorio para que pueda cumplir con dicha finalidad dentro de un marco de sostenibilidad. La planificación turística puede ser entendida como el instrumento de una política pública capaz de dar una orientación hacia cómo desarrollar el turismo sin que este genere impactos negativos irreversibles sobre el ambiente y la sociedad.
La planificación territorial del turismo es una de las nuevas herramientas, tal como se deduce del análisis de la evolución de las políticas territoriales y turísticas y también de la producción científica reciente sobre dichas políticas y sobre la innovación en la gestión pública. (López, 2007, p. 52).
El paradigma de la sostenibilidad ha dirigido el objetivo de realizar una planificación turística en la que se considera que el territorio es el espacio utilizado y transformado para el desarrollo turístico, el cual debe ser orientado desde la sostenibilidad. Como ya se explicó, el término “sostenibilidad” no es homogéneo, así como el concepto de “planificación turística” tampoco lo es. Esta es una gran ventaja a la hora de proponer medidas de planificación para las características y especificidades territoriales, que no admiten la homogenización de estructuras metodológicas que encaucen la complejidad territorial. Pero, por otro lado, la amplia gama de interpretaciones de lo que es sostenible y aquello que no lo es hace que el concepto, que orienta la planificación, sea cada vez más difuso.
Sin embargo, la planificación turística adopta, de algún modo, el concepto