Desde Austriahungría hacia Europa. Alfonso Lombana Sánchez

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Desde Austriahungría hacia Europa - Alfonso Lombana Sánchez


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Robert Musil (2009 [1930]), etc. De estos años es también el asentamiento del estudio de las nacionalidades austrohúngaras, lo que inició Steinacker en el año 1934 (Steinacker, 1963b [1934]), así como las primeras manipulaciones históricas con intenciones políticas que tanto se acentuaron con el paso del tiempo.

      Pero es precisamente la segunda fase (1945-1970) la que se caracteriza por ser la instrumentación política del Imperio para la formación del espíritu nacional tras la Segunda Guerra Mundial. István Bibó (1994 [1948]) o Zoltán Horváth (1961) son algunas de las voces de postguerra que recogen el testigo de Die Welt von Gestern (Zweig, 2010 [1944]) tras el desengaño de la Segunda Guerra Mundial. Su tono, sin embargo, carece de la todavía presumible objetividad de sus predecesores. Todas ellas denotan una intención política intentando la presentación subjetiva de los acontecimientos históricos. Esta manipulación de la historia cobró especial atractivo con la reestructuración de las fronteras en el este de Europa y motivó un cierto desencanto hacia los años austrohúngaros. También Taylor (1983) puede enmarcarse en esta tendencia, aunque como contraste evidentemente a una perspectiva occidental y no comunista. El centenario del Compromiso austrohúngaro arrojó por suerte algunos de los libros «históricos» más importantes para el estudio del Imperio, la recopilación de Berger por ejemplo (Berger, 1967), donde se encuentra uno de los mejores balances del Ausgleich hechos hasta ahora (Tröbl, 1967). Los años de desencanto austrohúngaro se despidieron con Danubio (Magris, 1963; 1998) y The Austrian Mind (Johnston, 1972; 2009), dos de los trabajos que marcaron un antes y un después en la comprensión del proyecto cultural austrohúngaro (Pribersky, 2002, p. 322). De este espíritu renovador se impregnaron también otros autores reflexionando desde la perspectiva de los italianos (Veiter, 1965), de los húngaros (Horváth, 1961), de los rumanos (Curticăpeanu, 1966), etc. Con ellos se dio un giro que incentivó el redescubrimiento de un periodo maltratado por la historiografía politizada.

      Se abrió así una tercera fase (1970-1983) entre el olvido y el recuerdo, que funciona como la bisagra para el estudio austrohúngaro más reciente. De magnitudes y contenidos similares al Kronprinzenwerk se inició en 1973 un proyecto mastodóntico para la redacción de un compendio monumental e imprescindible para el estudio del Imperio, Die Habsburger Monarchie 1848-1918 (Wandruszka, et al., 1973-20XX), en cuyos (hasta el momento) varios volúmenes monográficos se recogen diferentes contribuciones concretas sobre la evolución económica del Imperio (I, 1973), un penúltimo volumen sobre las estructuras sociales (IX, 2010), pasando por temas como la administración (II, 1975), las nacionalidades (III, 1980), las confesiones (IV, 1995), la estructura militar (V, 1987), las relaciones internacionales (VI, 1989), la estructura legal (VII, 2000) y la vida política y sociedad (VIII, 2006). Recientemente se ha publicado una parte del volumen dedicado a la Primera Guerra Mundial (XI-2, 2013). La densidad y la extensión de cada uno de los volúmenes hacen de ella un manual imprescindible contra el que apenas pueden competir desde un punto de vista histórico cualquiera de las otras investigaciones citadas. La relativa antigüedad de, por ejemplo, los primeros volúmenes no le resta trascendencia a esta obra central del estudio del Imperio. Y aunque algo marginalmente, también la literatura tiene cabida en ella, por lo que se erige como fuente de información ineludible para hallar lo más objetivamente posible los datos, descripciones e informaciones de cualquier tipo. La compilación responde al deseo de cambio de paradigmas que se percibió también en obras paralelas (Janik & Toulmin, 1973) o con la reinterpretación de Moderne para la Teoría de la Literatura sugerida en la obra de Schorske anteriormente referida (Schorske, 1979), que supuso igualmente una cesura con su planteamiento general al intentar abarcar una globalidad diferente. En esta línea se empezó a alabar el fenómeno de las transferencias e intercambios culturales dentro de los estudios de una cada vez más radiante literatura comparada no solo centroeuropea (Konstantinović, 1978.), sino también general (Wertheimer, 1988). Atendiendo por ejemplo a la cuestión húngara y austriaca surgieron obras dedicadas a las relaciones en autores húngaros (Mádl, 1979) o austriacos tales como Stifter (Fried, 1973) o Rilke y Hofmannsthal (Szász, 1980). Estos estudios suponen la base de lo que corroborarían algunos de los expertos pioneros al alabar científicamente la diversidad austrohúngara (Stourzh, 1985) a partir del camino abierto años antes por Robert Kann (1964), y que debemos entender como una antecámara de la cuarta fase.

      La cuarta fase (1983-2000) se caracteriza por su transversalidad, pero sobre todo por un renacimiento del Imperio austrohúngaro sin referencias ni connotaciones políticamente intencionadas. En este redescubrimiento nos encontramos todavía hoy, ya que precisamente la revisión cultural (véase 2.2.2.1) ha impulsado los alicientes de sus reflexiones. Junto a los volúmenes aparecidos del manual de referencia (Wandruszka, et al., 1973-20XX), hay que mencionar a Cornwall (2006) por su perspectiva europea como una de las obras históricas más importantes, además de otros estudios generales por la crítica y reflexión que hacen del papel de la familia Habsburgo (Leidinger, et al., 2003). Otros trabajos recientes se han ocupado de una exposición de los detalles de la unión bicéfala (Pantenburg, 1996), de su complejo entramado institucional (Olechowski-Hrdlicka, 2001) o de su funcionamiento (Somogyi, 1996). La mejor síntesis de los acontecimientos de 1867 (AusgelichKiegyezés) es la obra de Evans (2006), en la que su autor realzó muy satisfactoriamente la vital función de la diversidad siempre presente en este territorio; dicha diversidad se puede apreciar por encima de todo en el ejemplo de Viena (John & Lichtblau, 1990). Especialmente con motivo del centenario de la Primera Guerra Mundial se ha reincidido de nuevo en la revisión histórica del conflicto. Entre las obras más relevantes escritas al respecto, ocupa sin embargo aún el estudio de C. Clark (2012).

      El interés académico hacia la realidad literaria austrohúngara aparece ya reflejado en estudios monográficos y etnológicos contemporáneos. La unidad y heterogeneidad que para el estudio histórico supone Die Habsburger-Monarchie (Wandruszka, et al., 1973-20XX) se echa sin embargo de menos a la hora de la investigación literaria. En este sentido carecemos de obras auténticamente recopiladoras de la diversidad del Imperio, teniendo que conformarnos con las visiones «nacionales», «parciales» o «específicas» de cada complejo. Para una visión de conjunto hay que remontarse a obras previas canónicas, especialmente a la que sigue siendo la última gran historia de la literatura en lengua alemana del Imperio (Castle, et al., 1899-1937). Todavía están muy en su sombra algunos de los estudios recientes más interesantes (Stančič, 2013). En armonía con la renovación cultural de las disciplinas han surgido sin embargo no solo sugerentes obras dedicadas al día a día de la Viena finisecular (Ehalt, et al., 1986), sino también interpretaciones culturales de las ciudades austrohúngaras, especialmente las más grandes, como por ejemplo Viena (Berner, et al., 1986), Budapest (Lukács, 1988), etc. Jacques LeRider (1990) analiza en su conjunto el papel que la literatura desempeñó en estos círculos. Se puede hablar por ello de una cierta «restauración austrohúngara».

      Una visión concreta de los protagonistas literarios de este momento se puede consultar en las múltiples listas que recogen las referencias bibliográficas de cada uno de ellos. En el caso concreto de los autores vieneses más conocidos y gracias a la labor de las asociaciones dedicada a cada uno de los protagonistas, se está asumiendo una labor de recopilación importante no solo de su obra, sino también de toda aquella literatura «secundaria» relacionada con ellos. Esta labor es sin embargo parcial, pues ante la carencia de «grandes nombres» entre los mejores representantes de la diversidad de la literatura austrohúngara en lengua alemana, todas estas interesantes manifestaciones apenas las recogen de forma testimonial algunas obras dedicadas a las fusiones literarias (Eicher, 2001) o aquellas más centradas en las relaciones literarias austro-húngaras (Mádl, 1979; Fried, 2003), austro-croatas (Barbarić & Benedikt, 1998), austro-eslovenas (Brandtner & Michler, 1998), austro-eslavas (Simonek, 2000; Stančič, 2013), etc. Así, la antes mencionada Deutsch-Österreichische Literaturgeschichte (Castle, et al., 1899-1937) sigue siendo la la fuente imprescindible para el estudio de la literatura austrohúngara (Rinner, 1992).

      Haciendo hincapié en aquellas obras más modernas que estudian el intercambio intercultural en el Imperio no podemos pasar por alto ninguno de los estudios regionales sobre la presencia de los alemanes en Budapest (Hambuch, 1998), en Moravia y en Bohemia (Prinz, 1993), en Galitzia, Bucovina y Moldavia (Röskau-Rydel, 2002), en la cuenca del Danubio (Schödl, 2002),


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