Desde Austriahungría hacia Europa. Alfonso Lombana Sánchez
Читать онлайн книгу.Nünning, 2008b, p. 2). De esta reformulación se ha puesto de relieve la discusión acerca de su funcionalidad, que puede verse como un leitmotiv continuado desde las revoluciones científicas en torno a 1900. Así lo exponen las distintas contribuciones de la obra titulada idénticamente Wozu Geisteswissenschaften? (Keisenger, 2003), diversos encuentros como el de Innsbruck en 1994 (Reinalter & Benedikter, 1997) o alguna compilación de artículos más reciente (Goldemann, et al., 2007). Aunque con altibajos, la pregunta se ha venido repitiendo también desde finales del siglo XX con gran vigor dentro del ámbito universitario. Así, la aportación de las Teorías de la Cultura debe interpretarse como una reflexión más al debate latente que, desde mediados de los años ochenta, había venido cuestionando la utilidad y funcionalidad del arte y de las Humanidades en general (Krummacher, 1988). Este motivo precisamente reunió a rectores de diversas universidades alemanas en un encuentro el año 1991. Los temas que se pusieron sobre la mesa entonces, tal y como podemos leer en la posterior publicación (Frühwald, et al., 1991), abordaron directamente cuestiones como la naturaleza intrínseca de las Humanidades y su finalidad hasta ese momento. Con una perspectiva de dos décadas, podemos considerar que Geisteswissenschaften heute («Humanidades hoy») fue un punto de articulación en la investigación académica de las Humanidades, y que en él se apuntaron las directrices de su necesaria contemporización frente al nuevo siglo XXI (Fauser, 2004, p. 8).
Esta reflexión surge por tanto en paralelo a los cambios de la revolución cultural. La Teoría de la Cultura con sus nuevos paradigmas (Bachmann-Medick, 2009) no postula un cambio de disciplina, sino que aboga por una metadiscusión interdisciplinar basada en la cooperación transversal del saber específico. La Teoría de la Cultura ha conseguido fusionar la investigación universitaria mediante un concepto que, sin ser estrictamente novedoso, sí que ha permitido recoger el sentimiento contemporáneo globalizado de necesaria apertura y de imprescindible renovación (Müller, 1999, p. 574). Así, en el entorno universitario europeo (principalmente en las Humanidades y en las Ciencias Sociales) tuvo lugar en la década de los noventa el denominado giro cultural (Bachmann-Medick, 2009). Los intelectuales alemanes han hecho acopio de un término ya existente, el de Kulturwissenschaft, y lo han sabido revestir de un espíritu renovador, revitalizante y unificador (Nünning & Nünning, 2008b) hasta la llegada del giro cultural o kulturwissenschaftliche Wende. La renovación de las «teorías» de cultura no se debe por tanto a la innovación sino a la renovación. Es precisamente ese aire distinto lo que impulsará la revitalización de la disciplina, a través de la interconexión del saber (Turk, 2003).
¿Cuál es entonces la necesidad del estudio literario hoy en día? Un alejamiento similar de la teoría y de la realidad se le puede reprochar también al estudio de la literatura, si traspasamos la presente discusión a la Teoría de la Literatura. Hasta ahora ha aparecido frecuentemente el término de Teoría de la Cultura así como, derivado de él, el de Teoría de la Literatura Cultural. Dado su profundo significado requieren en estas primeras líneas una definición y una demarcación de cómo se entienden aquí, así como la exposición del estado de la cuestión de ambos, cuáles son las principales aportaciones académicas en esta discusión y qué papel ocupan en el presente estudio.
Teoría(s) de cultura: antecedentes
Aunque los estudios de la cultura han logrado agruparse en la palabra Kulturwissenschaft, las complejas definiciones diferentes de cultura y sus correspondientes tradiciones de la investigación suponen una casi críptica polisemia de la palabra que impide a su vez una definición unívoca (Nünning, 2004). No se puede perder de vista por tanto la polisemia del término inicial, el concepto de Kulturwissenschaften (tanto en singular como en plural), ni tampoco dejar de apuntar las correctas correspondencias en lengua española de estos diferentes tipos de análisis de cultura. Asimismo, falta también el consenso para determinar su origen y su fecha de nacimiento. (Schößler, 2006, p. 3). No obstante, Nünning propone cuatro definiciones «históricas» para explicar la polisemia de Kulturwissenschaft(en) (Nünning & Nünning, 2008b, p. 5):
1. Un marco de referencia interdisciplinar, equiparable a lo que se viene considerando en la universidad como los estudios de cuestiones humanísticas (Humanidades), o quizá incluso comparable a los Cultural Studies, lo que a su vez podría llevarnos a denominar Estudios Culturales o, por qué no, una disciplina «Humanidades».
2. Un concepto programático para la expansión de disciplinas tradicionales como Filología, Historia o cualquiera de las Ciencias Sociales, así como la intención metodológica de este trabajo, es decir, una «Teoría de la Cultura».
3. Un nuevo término para las intenciones de un ámbito denominado frecuentemente Landeskunde, es decir, algo así como «Cultura y Civilización».
4. El estudio centrado en cuestiones relacionadas con la cultura material, propio por ejemplo de la Etnología y de las otras disciplinas herederas de las «Ciencias Culturales» de 1900. Todas ellas han sido asumidas por la Empirische Kulturwissenschaft («Ciencias Culturales Empíricas»).
El concepto de Kulturwissenschaft como Cultura y Civilización (tercera opción) recoge posiblemente la tradición más antigua del estudio de fenómenos culturales a la que nos podemos remontar. Los orígenes de la Teoría de la Cultura y de las Ciencias Culturales se deben al idealismo kantiano, a las disquisiciones de Herder sobre cultura y a la revolución hegeliana. Relevantes fueron aquí también las contribuciones de Giambattista Vico y Jean-Jacques Rousseau (Borgards, 2010).
La noción de cultura mutó sin embargo en el siglo XIX, alumbrando una redefinición que incorporaron las Ciencias Culturales (cuarta opción). Las reinterpretaciones del concepto de cultura alumbraron una serie de estudios científicos sobre la misma que podemos considerar una dedicación científica a la cultura. Estas «ciencias» surgidas a finales del siglo XIX fueron un primer apogeo de la investigación cultural. Para su constitución fueron fundamentales la visión de Heinrich Rickert de cultura como sistema de valores (1921), la de Georg Simmel como resultado evolutivo (1993 [1908]), la de Ernst Cassirer como conjunto de símbolos (1996 [1944]), la de Max Weber como constructo de lo económico (2010 [1920]) y la de Sigmund Freud en la que define cultura como resumen del «deseo humano» (1997 [1930]). La Empirische Kulturwissenschaft goza en la actualidad de un nuevo renacer académico, al que han contribuido diversos avances en la disciplina que han reimpulsado su presencia en el discurso académico (Johler & Tschofen, 2008). Y hay en esta tendencia también un estudio de la literatura como propone la llamada «revolución antropológica», bien resumida en el volumen de Bachmann-Medick (2004). Esta obra se trata igualmente de un estudio literario con especial atención a los fenómenos culturales, y aunque no sea la opción de análisis de este trabajo, sí que es importante considerarla brevemente aquí. La revolución antropológica en el estudio de la literatura se fundamenta en la obra de Geertz (1973), y en una visión de la literatura conciliadora de las disciplinas:
«Ansätze einer Konvergenz zwischen Ethnographie und Literaturwissenschaft [machen] eine Ausrichtung des kulturwissenschaftlichen Diskurses sichtbar, die immer noch nicht breit genug etabliert ist» (Bachmann-Medick, 2004, p. 11).
«Presupuestos de una convergencia entre Etnografía y Teoría de la Literatura […] una dirección del discurso cultural que todavía no ha logrado establecerse del todo».
El volumen de 2004 es una redición del que la misma autora presentara en 1996, al que sin embargo añade un epílogo en el que se hace un balance esclarecedor del periodo y de la revolución que ha supuesto dicha concepción antropológica de la Teoría de la Literatura:
«Der Diskussionsrahmen hat sich freilich in den letzten Jahren entscheidend verändert, denn die anthropologische Wende in der Literaturwissenschaft mündete zunehmend in eine umfassendere Debatte über Literaturwissenschaft als Kulturwissenschaft: Die „ethnologische Wende“ wurde geradezu zum Sprungbrett einer allgemeineren fächerübergreifenden „kulturwissenschaftlichen Wende“» (Bachmann-Medick, 2004, p. 299).
«El marco de discusión se ha modificado por completo en los últimos años, habiendo derivado el giro antropológico de la Teoría de la Literatura en un debate mayor sobre la Teoría de la