No Hagas Soñar A Tu Maestro. Stephen Goldin

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No Hagas Soñar A Tu Maestro - Stephen  Goldin


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“¡Mierda! Los que llenan las máquinas algún día se darán cuenta que harán negocio si nos ofrecieran cosas decentes. Todo lo que nos dan es lo que los del turno de día no quieren comer, ¡y está todo rancio!”

      El coordinador del programa al final escogió un patético sándwich de jamón y queso y una taza de café negro, pero Wayne estaba más hambriento que él, aunque la oferta no era muy apetitosa. Terminó escogiendo una lata caliente de sopa de tomate, una ensalada ya marchitada, una zarzaparrilla y un plato de un pudin esponjoso para acompañar aquel sándwich de jamón y queso. Intentando que no se le cayera la comida, se dirigió hacia la mesa donde DeLong ya se había sentado.

      DeLong cogió su sándwich y lo estuvo contemplando durante un rato hasta que se atrevió a acercárselo a su boca. “¿Ya sabes” dijo de repente “que Janet tuvo un romance con Vince Rondel?”

      Wayne dejó de tomar la sopa. “Bueno, escuché cierto rumor.”

      DeLong agitó su cabeza. “No es un rumor. No solamente fue algo sabido en toda la cadena, si no que me lo dijo la misma Janet durante una cena. La relación se terminó hasta un año y medio, y fue antes de lo de Spiegelman. Quizás si no hubieras estado tan ocupado intentando rehacer las cosas con Janet, deberías haber prestado más atención con lo que Eliott estaba haciendo, aunque no creo que le podríamos haber parado los pies.”

      “¿Porqué me estás contando esto?” preguntó Wayne “¿Estás intentando traicionar su confianza?”

      “Probablemente” contestó DeLong de una manera despreocupada. “Pero creo que puedo confiar contigo para que no uses eso contra ella, y definitivamente creo que tenías que saberlo.”

      “¿Por qué?”

      “Por que te hará comprender lo sucedido cuando dos Soñadores de la misma cadena dejan que sus emociones los dominen. Janet era una chica confundida cuando llegó para trabajar aquí hace unos pocos años —¿Por qué nunca hay Soñadores sanos?— pero ella tenía mucho potencial. Vince trabajó con ella y su gran talento. Su gran personalidad la ayudaba, pero estoy seguro que hizo mucho por ella como persona.

      “Terminó acudiendo a mi llorando hace un mes, y me dijo que no podía más y que tenía que alejarse de Vince. Tengo que admitir por mi propio ego, que ella es demasiado buen Soñador y que no quería perderla. Entonces ocurrió lo de Spiegelman, y no pudimos permitirnos perderla. Por lo que la coaccioné, halagué y persuadí para que permaneciera con nosotros, aunque eso significar que cada día tuviera que seguir viendo a Vince. No fue algo fácil para ella, creo que una gran parte en ella lo sigue queriendo.

      “¿Cómo termino el romance?” preguntó Wayne.

      DeLong al final mordió un trozo de su sándwich, y se acomodó en su asiento para masticarlo reflexivamente. “La madre de Vince” terminó diciendo. “La Sra. Rondel es la causa de muchas y grandes cosas malas, pero ninguna es Vince en si. Esta comida es realmente desagradable, ¿no? Me doy cuenta de ello cada vez que vengo aquí.”

      Volvió a colocar el sándwich de vuelta al plato de papel y miró a Wayne a los ojos. “Pero ayudando a Janet tras una desafortunada relación, podrás ver la razón por la cual no quiero hacerlo de nuevo. Si algo va mal, uno de vosotros, o ambos, deberíais dejarlo —y tal como dije, vosotros dos sois demasiado buenos. No quiero perder a ninguno de vosotros. Deberías sentirte halagado.

      “Así es, pero...”

      “No soy uno de esos jefes que no quiere que sus empleados socialicen después del trabajo. No estoy diciendo que no puedas ver a Janet, o establecer una amistado con ella, o incluso casarte con ella y tener diecisiete hijos. Lo que dijo es que no la presiones. Deja que ocurra lo que tenga que ocurrir. Todavía hay heridas que no han cerrado.”

      Da igual cómo de buen intencionado seas, si dejas que se caiga, nunca se recuperará. Ambos sois gente muy atractiva, y a la larga es posible que terminéis juntos.”

      “Ya estás otra vez” dijo Wayne. “Primero me dices que sea paciente con mi carrera, y ahora tengo que serlo con Janet.”

      “Parece un disco rallado, ¿no?” sonrió DeLong. “Pero es cierto. Hay gente que han escalado las montañas más altas del Himalaya, con gran riesgo y gasto, para consultar grandes maestros y recibir el mismo consejo que el que te he dado. Amigo, has recibido el saber de los Antiguos gratis. Muestra un poco de gratitud.”

       Capítulo 4

      

      Mientras Wayne decidía la manera en que respondería los comentarios medio en serio de DeLong, Vince Rondel entró en la habitación de la cafetería. Rondel era de estatura mediana pero robusto, como un antiguo jugador de rugby que no dio la talla para profesional. La mayoría de los Soñadores vestían casuales —Wayne con tejanos, una camiseta y deportivas— pero Rondel siempre iba en traje. Tenía un armario con solamente dos trajes, el cual Wayne vio. El tejido era barato, pero siempre estaban bien planchados. El corte de la chaqueta realzaba el cuerpo cuadrado de Rondel, y hacía que su cabeza parecía la mitad de su tamaño real. Su rostro estaba bien afeitado y su pelo rubio estaba bien peinado hacia delante sin rastro de calvicie. Siempre se hacía la manicura, y sus manos siempre estaban limpias.

      Rondel espió lo que hacía DeLong y dijo, “Aquí estabas, Bill. Necesito un favor.”

      Way vio los dedos de DeLong empujando el máquina de café Styrofoam, pero pronto cambió de conducta. “¿Qué ocurre, Vince?”

      “Es mi madre. Ha llamado, debe ocurrir algo malo. Tengo que ir a verla.”

      “Es la tercera vez en esta semana, Vince” dijo DeLong manteniendo la calma.

      “Está vieja, y enferma. No puedo hacer nada. No deja que contrate a una enfermera, y no quiere ir a una residencia en la que puedan cuidarla. ¿Podrías llevarme a casa?”

      “Sabes que vivo en otra zona. ¿Por qué no llamas a un taxi?”

      Rondel ignoró la sugerencia y miró a Wayne. “Corrigan, tú tienes coche, ¿no? ¿Dónde vives?”

      “Van Nuys” dijo Wayne de mal gana.

      Rondel sonrió. “Muy bien. Voy a North Hollywood, justo a medio camino. ¿Podrías llevarme hasta allí?”

      “Bueno...”

      “Bien. Voy a por mis cosas y regreso”. Rondel salió rápidamente de la habitación, y regresó.

      “Deberías aprender a decir no más rápido” le aconsejó DeLong.

      Wayne lo miró sorprendido. “¿Quieres decir que no tiene coche? ¿Cómo llega hasta aquí?”

      “En autobús, cuando no lo lleva alguien.”

      “Pero si gana más que yo.”

      “Casi el doble” dijo DeLong.

      “¿Qué hace con todo el dinero?”

      “Cuando no lo destina a la hipoteca, a facturas o comida, es para las facturas del médico de su madre. El resto, para la iglesia. Su madre le insiste que lo haga.”

      Wayne no podía creérselo. Podría vivir cómodamente con el doble de su sueldo actual —y allí estaba Vince Rondel, la estrella de la cadena, pidiendo que lo lleven en coche porque él no puede. “¿Te importa si me voy ya?” preguntó “He estado toda la noche trabajando, y dijiste que mi guión no estará listo hasta mañana...”

      “Sí, puedes irte” dijo DeLong suspirando. “Tenemos que mantener a nuestra estrella feliz.”

      Rondel regresó a los dos minutos con su maletín, pero Wayne tardó más porque tuvo que ir hasta su pequeña oficina a por su chaqueta. Wayne se tomó su tiempo adrede, y se preguntó la razón. ¿Era porque Rondel había tenido un romance con la chica que Wayne deseaba? La idea parecía demasiado infantil para alguien como


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