No Hagas Soñar A Tu Maestro. Stephen Goldin
Читать онлайн книгу.bien,” dijo Rondel “Odio decir estas cosas, pero los autobuses no pasan muy a menudo a estar horas de la noche y los taxis son demasiado caros.”
“Tal como dijiste, es a medio camino de mi casa” dijo Wayne. Encendió el coche, y salieron a la noche.
Al principio condujo en silencio. Aunque Wayne había estado trabajando para Sueños Dramáticos durante un mes, él y Rondel a penas se conocían el uno al otro. Rondel hizo un intento de conversación sobre religión con él, pero Wayne se libró de ello. Todo lo que realmente sabía era lo que DeLong le había contado. Rondel era la estrella de la cadena. No solamente el Maestro de los sueños dentro del equipo, si no era alguien de gran talento, quien escribía sus propios guiones y los interpretaba. Wayne estudió parte del trabajo de Rondel antes de llegar a la cadena, y tenía que admitir que era impresionante.
“¿Te importa que te haga una pregunta personal?” se aventuró a decir tras un par de minutos.
“Depende de lo que se trate.”
“Bueno, tan sólo me preguntaba porque estás perdiendo tiempo en una cadena local tan pequeña. Podrías estar en una de las grandes redes de cadenas haciendo cosas realmente grandes.”
Rondel contempló la ventana. “Sí, tengo varias ofertas. Muy buenas ofertas. Pero tendría que irme al Este, y no puedo.”
“¿Por qué no?”
“Mi madre no le iría bien su clima. Tiene una salud delicada.”
“¿Y qué le ocurre?”
“De todo. Sufre artritis, uno de sus riñones no funciona bien, su corazón está enfermo, su sistema digestivo, sus pulmones, y así una larga lista de problemas.”
“Lo siento.”
Rondel mostró un gesto de desdén. “Es la voluntad de Dios, nada puede hacerse. Todo lo que puedo hacer es intentar que se sienta lo más confortable posible.”
El silencio lo volvió a llenar todo en aquel coche mientras circulaba por aquella autopista vacía. Wayne apartó la vista de la carretera varias veces para observar al hombre que tenía sentado a su lado. Intentó imaginar a Janet en los brazos de ese hombre, Janet besando sus labios, sus mejillas, su cuello, el cuerpo desnudo de Janet gimiendo con pasión debajo del de Rondel...
Las ruedas emitieron un ruido como de traqueteo a medida que el coche empezó a girar bruscamente hacia el otro carril. Wayne dio un golpe de volante hacia el lado contrario. No te despistes de la conducción, se dijo a si mismo como aviso.
Rondel, además de él, también reaccionó. “Oye, no te distraigas por mi. No le haré ningún bien a mi madre si muero en un accidente.”
“Lo siento” se disculpó Wayne. “Me he despistado un instante. Ya sabes como va eso.”
“Sí, es nuestro trabajo. ¿Cuál es tu siguiente proyecto?”
“Bill me dijo que un Western. Tendré el guión mañana.”
“Eh, los Westerns siempre son buenos. La confrontación clásica del bien contra el mal. Ya he perdido cuenta de cuantos Westerns hice cuando empezaba. Es un buen campo para afinar tus cualidades.”
¿Qué te hace pensar que necesito afinar mis cualidades? Pensó Wayne con rencor, pero en su lugar dijo en voz alta, “Sí, es lo que siempre dice Bill. Pero no es tan simple. Me gustaría un poco más de desafío.”
“Tan sólo es lo simple como hayas escogido que sea. ¿Tienes una copia del film de McLaglen Camino al Oeste?”
“No. ¿Qué es eso?”
“Es la mejor referencia que he podido encontrar. Costó ochenta dólares, pero vale la pena. Miles de ilustraciones y muchas más fotos antiguas de aquellos días. Es lo mejor que te puede ayudar para visualizar la ropa, los edificios y todo el ambiente del Viejo Oeste. Léelo solamente un par de veces y tu Western será tan real que tendrás a la gente despertando hablando de ello.” Dio una pausa durante un momento. “Tengo una copia en casa. Puedes venir conmigo y te la dejaré.”
“No quisiera molestar”
“No lo haces. Solamente será un segundo.”
Wayne no quería gustarle a aquel hombre. Rondel era una súper estrella, el estándar con el que Wayne se comparaba para terminar sintiéndose menos cosa. Rondel había echo el amor a la mujer que Wayne quería, y lo enloqueció tanto que Bill le advirtió sobre cualquier relación que Wayne pudiera desear con ella.
Rondel podría crear un Sueño maestro, algo que Wayne no. Rondel tenía todo lo que Wayne deseaba, y Wayne lo odiaba con todas sus fuerzas. El hombre había sido tan patéticamente amigable, que Wayne poca cosa podía hacer que aceptar la proposición. “Bueno, Vince. Gracias.”
Más silencio. Rondel se aclaró la garganta un par de veces antes de hablar, pero al final se lo repensó. Al final, logró reunir suficiente coraje para entrar en acción. “Ya que me hiciste una pregunta personal, ¿te importaría si te retorno el favor?”
“Creo que no.” Wayne intentaba reaccionar lo menos posible. Aquella proximidad forzada con Rondel lo estaba haciendo sentir cada vez más incómodo.
“Trabajastes... esto, según me han dicho— antes de venir a Sueños Dramáticos— en el porno. ¿Es verdad?”
Wayne apretó de manos. “Sí. ¿Qué sucede?” Lo último que necesitaba ahora mismo era una lección de moralidad, y Rondel era famoso por sus discurso religioso. “Lo hice porque tan sólo era un trabajo el cual lo consideré como principiante. Tal como has dicho, es una forma de afilar mis cualidades.”
“Ah, seguro que lo es. No te estoy criticando por ello. Todos hemos empezado donde hemos podido. Por lo menos, Dios logró que volvieras al camino correcto. Yo solamente... quería saber como fue todo aquello.”
“¿Eh?” Wayne lo miró con sorpresa y encontró a Rondel mirándolo fijamente, sacudiendo sus manos nerviosamente en sus pantalones. “¿Qué quieres decir?”
“Bueno, sobre el sexo. Tuvo que ser excitante.”
Lo fue, en su medida. Como aquel hombre que da gran parte de su salario a la iglesia, al fin y al cabo un hipócrita. Wayne casi se quedó ciego por el flash repentino del alma de Rondel, y saber que aquel era el punto débil de ese hombre hizo florecer su interior. Intentó no mostrar demasiado sentimiento en su respuesta. “No, de hecho era algo aburrido.”
Aquellas palabras tuvieron el efecto deseado. Rondel lo miró perplejo. “¿Aburrido? No lo creo.”
“Seguro, piénsalo un momento. Cuando tienes que hacerlo, el acto físico del sexo es tan sólo un acto repetitivo. Cuando lo estás haciendo, por supuesto, te sientes perdido en las sensaciones con tu propio cuerpo, pero recreando las vistas, sonidos y olores todo se vuelve muy artificial. La mayor parte de la mejor literatura erótica ha sido sobre los preliminares, siendo el sexo en sí solamente una pequeña parte. Además, todo lo que hacemos es una burla. No nos permiten jamás consumarlo.”
“¿Por qué no?”
“Por la misma razón por la que no se nos permite herir o matar a alguien, supongo. Incluso en sueños normales, nadie finaliza el acto. Puedes acercarte muchas veces, pero siempre ocurre algo que te impide llegar hasta el final.
Se quedó parado. “Quizás es la manera que tiene el cuerpo de aguantar la tensión, pero la FCC tiene unas normas muy estrictas para nosotros. Nada de consumación. Si intentamos hacer algo, irán a por nosotros, y casos ocurridos como los de Spiegelman terminan pareciendo una simple merienda.”
“¿Qué tipo de cosas haces, entonces?”
“Cosas rutinarias, la mayoría. Uno-a-uno, fantasías de harén, orgías. Me mantengo alejado de la gente realmente problemática, el S&M, castigos, escatología y cosas por el estilo. Probé una vez con un Sueño gay, pero fue terrible. No iba conmigo, y el jefe me pidió