María Claudia Falcone. Leonardo Marcote
Читать онлайн книгу.realizado por Pino Solanas y Octavio Getino)
Lamentablemente, aquel pensamiento de época derrapó hacia el breve interregno democrático reconquistado en 1973. ¿Cabía entonces en 1975 apelar a la acción directa contra un gobierno constitucional como el de Isabel - López Rega? La traición al Programa del FREJULI y el asedio paraestatal de la Alianza Anticomunista Argentina nos condicionó a entenderlo así, al punto de pasar a la clandestinidad.
Ante el saqueo y baño de sangre inaugurados en 1976 consideramos erróneamente que semejante embate no tardaría en unificar a la oposición popular. Pero aquella reacción se demoró prudentemente buscando escudriñar al gobierno de facto. La moraleja resultante fue que “cuanto peor… peor”.
El momento que atraviesa nuestro país justifica plenamente volver a preguntarse si hubo en la Argentina reciente más de UN terrorismo. La definición que otorga al término la Real Academia Española es:
1. m. Dominación por el terror.
2. m. Sucesión de actos de violencia ejecutados para infundir terror.
3. m. Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos.
Aunque no comparto la sacralización sin beneficio de inventario de una rebelión generacional fallida, estoy convencido de lo inapropiado de aplicar aquel calificativo para describir su proceder.
Pero como la memoria también es un capital en disputa, concluiremos que su abordaje quedará sujeto al devenir de la lucha política y los relatos legitimadores que esta vaya generando. Hasta que seamos capaces de construir una visión ecuánime y mayoritariamente consensuada.
SIGLO XXI: ANTE NUEVAS FORMAS DE DOMINACIÓN, NUEVAS ESTRATEGIAS DE LUCHA
Referirme a mi hermana siempre me remite a la idea de que no fue ni mejor ni peor que la Generación 2.0, sino igual a la época que le tocó vivir. Y dicha circunstancia remite a un mundo bien diferente a este. Aquel mundo resultante de la segunda posguerra mundial, con un occidente bajo la influencia norteamericana y un oriente bajo la soviética, y un sinnúmero de países no alineados de Asia, África, y América Latina en lucha por su emancipación, constituyendo el llamado Tercer Mundo. Por entonces estaba muy lejos de cumplirse el vaticinio del comunicólogo canadiense Marshall Mc Luhan acerca de la “Aldea Global”, fenómeno que gracias a las TICs ha transformado al mundo en un barrio.
La larga marcha del pueblo argentino emprendida por los malones originarios, la montonera federal, la chusma Yrigoyenista, el movimiento libertario, y los descamisados de Perón y Evita generó hacia mediados de los años 40 una inédita experiencia de organización y fortalecimiento de los sectores populares que - con sus aciertos y limitaciones - desafió a los dueños del poder, quienes hicieron sentir su escarmiento hacia 1955. Los casi 18 años posteriores de resistencia por todos los medios hacia 1973 consiguieron arrancar un breve lapso democrático, abortado en 1976 a causa de la radicalización de la lucha sindical y la creciente demanda de participación en el reparto del PBI por parte de la clase trabajadora. Como si nuestro pueblo hubiera ahorrado durante casi dos décadas un capital de experiencia dentro de una alcancía que el gobierno de facto vino a destruir descapitalizándonos de un patrimonio de lucha (repliegue del pensamiento estratégico, erosión del sentido de solidaridad, mengua del rigor organizativo). El genocidio atentó pues contra la materialidad y la subjetividad de los argentinos: Hubo que desaparecer a cerca de 30.000 personas para hacer desaparecer luego el plato de comida de la mesa de todos los argentinos. La democracia condicionada que sobrevino en 1983 inauguró un período tácitamente acordado entre la clase política y los genocidas en retirada, status quo sólo cuestionado a fondo durante el Argentinazo de 2001.
A 40 años del intento más feroz por postrar a nuestra Patria poniéndola al servicio de las grandes corporaciones multinacionales, este nuevo mundo multipolar nos enfrenta a inéditos desafíos: Ya no se trata sólo de que una clase social prevalezca sobre la otra, sino de tomar conciencia de que la humanidad toda, esclava del paradigma desarrollista del progreso ilimitado, peligra en su totalidad, como lo diagnostican numerosos científicos que vaticinan que a este tren de explotación de nuestros recursos naturales el planeta no duraría más de dos siglos. La latitud geopolítica que ocupamos remite a uno de los más codiciables reservorios de riqueza alimentaria de un mundo severamente hambreado. Como ocurre en estas horas con la Venezuela bolivariana en pos del petróleo, el poder imperial viene sin piedad por nuestras riquezas. Los grandes movimientos nacionales del Siglo XX han cumplido su ciclo ofreciendo lo mejor de sí, el compromiso perentorio de una nueva alternativa popular consiste en ajustar su diagnóstico de la crisis civilizatoria, estudiar el nuevo perfil del colonialismo (que tanto viene comprometiendo nuestra soberanía alimentaria, sobre todo a partir de la expansiva voracidad china), definir a la nueva oligarquía volcada a los agronegocios y el extractivismo, estudiar al nuevo sujeto social del cambio que - superada la era metalmecánica e imperando la telemática - seguramente ya no será exclusivamente la clase obrera industrial que protagonizara las transformaciones del pasado, y - obviamente - poner en debate las viejas ideas sobre la toma del poder. En todo caso, lo más alentador quizá sea advertir a diario que a pesar de la lección más terrorífica de la clase dominante, los argentinos no nos hemos transformado en un rebaño de ovejitas, y seguimos dispuestos a RESISTIR Y LUCHAR. -
JORGE FALCONE
Tengo curiosidad por saber qué cosas dirán de mí; después de mi muerte; cuáles serán tus versiones del amor, de estas afinidades tan desencontradas, porque mis amigos suelen ser como las señales de mi vida, una suerte trágica, dándome todo lo que no está.
Francisco “Paco” Urondo
SE LLEVARON
A MARÍA CLAUDIA
“MI HERMANA no era un personaje épico, ni una guerrillera heroica. Era una mina común y corriente que pensaba fumarse un porro, besarse a un pibe o ir a bailar. Pero tenía –eso nos viene de familia– una enorme sensibilidad social”, dice Jorge Delfor Falcone, hermano de María Claudia y el último secretario nacional de Prensa de la organización revolucionaria Montoneros.
Aun retumban en sus oídos los golpes de su madre contra el postigo de la ventana de su casa clandestina, la madrugada del 16 de septiembre de 1976. “Se llevaron a María Claudia”, susurró Nelva Méndez de Falcone y fue suficiente para que la familia entrara en pánico.
Un mes antes de su desaparición, Claudia había estado junto a su familia celebrando su cumpleaños. Dieciséis años recién cumplidos tenía cuando los militares la secuestraron junto a su compañera María Clara Ciocchini, en el edificio de la calle 56, número 586, de la ciudad de La Plata. En el departamento número 1, del sexto piso, vivía Rosa Matera “Tata”, una tía que estaba enferma y por ese motivo, Nelva y Claudia se turnaban para cuidarla.
Para aprovechar el tiempo que dedicaba al cuidado de la tía, Claudia y María Clara Ciocchini, dirigente perseguida de la UES de Bahía Blanca, que también se refugiaba en aquel sitio, decidieron organizar allí sus reuniones clandestinas. En pocos días el departamento pasó a ser una casa operativa de la agrupación y alteró la rutina de un consorcio tranquilo, que de golpe se vio sorprendido por la cantidad de jóvenes que visitaban a la anciana.
La tarde del 15 de septiembre, Claudia se comunicó con su papá y le pidió dinero para buscar otro refugio. El viejo militante peronista que se salvó de ser ejecutado por la Revolución Libertadora, en junio del ’56, entendió de inmediato la situación y se dirigió a su encuentro. Como era común en esos tiempos, rápidamente le entregó el dinero, y luego de darle un beso, caminaron en distinta dirección.
Las chicas dieron varias vueltas por la ciudad. Cuando comenzaba a oscurecer, y al no haber conseguido otro escondite, decidieron que lo mejor era volver al departamento. No es ilógico pensar que la charla que mantuvieron aquella noche giró en torno a procurar un lugar más seguro, ya que en los últimos días habían dado muchas vueltas antes de entrar al edificio porque temían ser perseguidas. María Clara era dos años más