Los años que dejamos atrás. Manuel Délano
Читать онлайн книгу.futuras autoridades de gobierno tenían instrucciones precisas de Edgardo Boeninger de no firmar ningún papel que les entregaran los mandos salientes. En todas las reuniones estaba presente el ministro Carlos Cáceres.
Para muchos de los concertacionistas, sobre todo los más jóvenes, llegar al gobierno era entonces algo completamente nuevo. Nunca habían estado en oficinas de ministerios.
El nombrado por Aylwin subsecretario de Desarrollo Regional, Gonzalo Daniel Martner, recuerda que lo recibió el subsecretario en ejercicio, general Luis Patricio Serre. Lo describe como un militar alto, autoritario, rodeado por sus “acólitos”, y cuenta que en la reunión se esforzó por ser cordial y diplomático.
“Mi general Pinochet está muy contento con todo el proceso”, recuerda Martner que le dijo el general Serre, “y nosotros estamos seguros de que ustedes quieren mantener la continuidad de las buenas políticas que se llevaron a cabo, porque hemos sacado el país del caos”.
Martner relata que permaneció en silencio hasta esta última frase. Ahí no pudo soportar más. “Mire señor, nosotros hemos sido elegidos por el pueblo, y de aquí en adelante es el pueblo el que va a determinar la orientación de la política. Nadie más”, replicó. “Ya”, le dijo Serre, “entonces firmemos los papeles”.
Dúplica de Martner: “Mire, tengo instrucciones del presidente de la República, electo por todos los chilenos. Yo soy un mero servidor de él, y él me ha dado la instrucción de no firmar nada”.
El ambiente se puso tenso, describe Martner. Pero el general Serre no insistió. “Ah, ya, muy bien”, le contestó.
El primer funcionario de la democracia que entró a La Moneda para asumir un cargo fue el democratacristiano Belisario Velasco. Llegó en un taxi destartalado el jueves 8 de marzo de 1990, mientras a Pinochet le quedaban horas para terminar su gobierno el domingo 11. Lo acompañaban su jefe de gabinete, Héctor Muñoz, y la periodista Ximena Gattas, que iba a ser su encargada de prensa.
Debió insistir en la puerta porque la guardia de Palacio no quería dejarlo entrar. “A contar de mañana seré el subsecretario del Interior”, les dijo. No se impacientó. Esperó un cuarto de hora hasta que pudo ingresar. Tenía instrucciones detalladas y precisas de Aylwin y Krauss, de comportarse como un “demócrata, con la serenidad, el respeto y la firmeza que la situación requería”, cuenta.
Velasco estaba nombrado por Aylwin y Krauss como coordinador del traspaso de mando, una especie de avanzada del nuevo gobierno y de “los sueños, anhelos y desvelos de millones de chilenos. Era el inicio de un momento cumbre que se producía gracias a la voluntad y el arrojo de miles de compatriotas, muchos muertos, torturados, desaparecidos, presos aún, exiliados, relegados, ofendidos en su dignidad y destrozadas sus familias. Eran ellos los que ingresaban a La Moneda”, relata Velasco en sus memorias38.
Cáceres y el subsecretario del Interior, Gonzalo García, fueron amables con Velasco. Pinochet lo recibió vestido de uniforme con chaqueta blanca, y le recordó que lo conocía desde antes y que su hija Lucía le había hablado bien de él. Ella fue secretaria ejecutiva de Velasco cuando este era gerente de operaciones en la Empresa de Comercio Agrícola (ECA), durante el gobierno de Frei Montalva. Velasco le replicó que siempre había tenido buenas relaciones con su hija.
Pinochet le contestó con un dejo irónico:
–Por eso sería que tuve que mandarlo un par de veces de vacaciones al norte–. Se refería a la relegación en Putre que Velasco sufrió en dictadura cuando dirigía radio Balmaceda, de la DC, opositora a la dictadura, y a otra en Parinacota, después de ser detenido en una reunión con camaradas suyos.
El dictador le informó que había firmado el decreto para que ejerciera como subsecretario a partir del día siguiente, el 9 de marzo. Un día antes de la transmisión del mando Velasco fue a observar cómo estaba el Congreso para las ceremonias de transmisión del mando del 11 de marzo39.
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