Universidades, colegios, poderes. AAVV

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Luis de Adamdrat, a requerimiento del síndico del claustro general, Joseph Escrig, mandó suspender el acto de conclusiones para el doctorado en teología del bachiller Manuel de Noé y Guas, debido a la proposición siguiente:

      Rationabiliter Creditur Beatam Virginem Mariam, quod genuit Unigenitum a Patre, plenum gratiae, et veritatis, fuisse in utero Sanctificatam. La qual parecía opuesta al Juramento que en esta Universidad se presta en confeción y defensa del Ministerio de la Puríssima Concepción Ymmaculada…13

      El vicerrector, como se ha dicho, suspendió el acto el mismo día en que se hallaba convocado y citó a junta de claustro general para oír al claustro de teología. El primero en hablar fue el doctor Manuel Miralles, presidente del acto de conclusión y, en consecuencia, padrino del bachiller Noé. Dijo, en primer lugar, que él había hecho el juramento de defender el misterio de la concepción. También dijo «que la Conclusión ni habla ni se propone hablar del Misterio, ni en toda ella [la proposición] hay una palabra que se oponga a él…».14 Explicó que «Rationabiliter» significa: «en fuerza y peso de la razón» y por tanto, acompañado de «Creditur»: «En fuerza y peso de la razón se cree». Y que la última parte, «fuisse in utero Sanctificatam», al ser una oración indefinida abarca todos los instantes del útero. Miralles se salió del claustro para que «pueda con más libertad resolver lo que Juzgare Justo». El claustro de teología, excepto Adamdrat, concluyó:

      Que la referida Propossición no es digna de Censura theológica, pero sí necesita de reforma y mayor explicación, en orden al Misterio de la Ymmaculada Concepción de María Santíssima, según la fórmula que para ello tiene de Juramento la Universidad de Valencia.15

      Una vez escuchada la opinión del claustro de teología, el claustro general de catedráticos, excepto Adamdrat, acordó nombrar comisarios –Joseph Escrig, catedrático de leyes, y Sebastián Sales, pavorde y catedrático de teología– para que avisaran al fiscal Thomás Sanz de Velasco, en tanto censor regio. Si este estuviera de acuerdo se procedería a cumplir los siguientes acuerdos del claustro:

      – Preguntar al impresor de las conclusiones cuántos ejemplares se imprimieron y se entregaron al bachiller.

      – Pedir al bachiller Noé recoger todos los ejemplares y entregar el total al archivo de la universidad.

      – Informar al bachiller de que para graduarse debe defender la tesis con la corrección formulada por el claustro de teología. De lo contrario, se le prohíbe defender la tesis como la ha presentado.

      El claustro general también consignó la posición del vicerrector Adamdrat, el único en contra de la propuesta del claustro de teología. Pidió una resolución más contundente. Sostenía que la tesis era contraria al misterio y que implícitamente le negaba. Con ello, se aborda «el Misterio como Proposición theológica [e iba] contra la virtud de la religión en el Juramento del Misterio». También señaló que la expresión genuit Unigenitum a Patre, tenía sentido herético y estaba prohibida en el «expurgatorio de España». Por tanto, decía, la tesis no debe reformarse para poder defenderse, sino que debe prohibirse.16

      La polémica radicaba, primero, en que al decir que la virgen «fue santificada en el útero» no se establecía que fuera santificada en el instante mismo de la concepción. Entonces, podría haber sido santificada en cualquier otro momento mientras estuvo en el útero. El segundo punto fue si la expresión quod genuit Unigenitum a Patre ponía más el énfasis en la generación temporal que en la eterna. Para salvar el problema, Adamdrat y seguidores sostendrían más adelante que si se cambiaba la expresión y en lugar del ablativo se cambiara por un genitivo se salvaría el problema. Esto, en castellano, significaba cambiar la proposición «que engendró del padre al unigénito» por otra que dijera: «que engendró al unigénito del padre». El tercer punto que estuvo en los primeros momentos de la polémica –y luego apenas se mencionó– fue la expresión: «Se cree muy razonablemente», pues hubo quien interpretó que esa expresión debía leerse «muy probablemente», lo cual restaba certidumbre al misterio.

      Claustro de 3 de julio de 1777

      El claustro general volvió a reunirse el 3 de julio para conocer el informe de los comisarios Escrig y Sales.17 Estos relataron que se habían impreso 300 ejemplares y que el pavorde Sales había hablado con el bachiller Noé. Le pidió recoger los que se habían distribuido «y que reformase la Conclusión treinta y nueve», objeto de la polémica. Escrig le propuso que, para reformar su conclusión, el bachiller usara una proposición del papa Benedicto XIV. Entonces, según los comisarios, Noé y Guas «quedó convencido con las razones que se le dixeron».18

      Se buscó a Miralles, presidente del acto de conclusiones, para que aceptase también modificar la tesis original. El pavorde Sales proponía la fórmula: «fuisse in utero santificatam in primo instanti conceptionis» e insistía en dos aspectos más de la tesis: Una en torno a la expresión: «Rationabiliter creditur», diciendo que disminuía «muchos grados» el misterio; y la segunda fue sobre la expresión: «quod genuit unigenitum a Patre», pues «confunden la generación temporal y eterna».19

      El acta dice que se le enviaron tres recados durante los días 27 y primera hora del 28. Al no localizarlo, el pavorde y comisario Sales dijo al bachiller Noé que tenía de plazo hasta el día 28 a las 8:30 horas de la mañana para que «dixese su última resolución». El bachiller no apareció a la cita, ni tampoco al día siguiente, 29 de julio. Entonces, el día 30, el pavorde Sales habló con el bachiller y le llamó la atención por su conducta. El bachiller entregó solo once ejemplares de las tesis, de las cuales solo había recogido una, las demás las tenía en su casa.

      El pavorde le dio unas horas más para tomar su última resolución. El acta da cuenta de que el bachiller compareció en compañía de su padre e insistió en mantener su tesis original con la interpretación de Miralles, presidente de su acto de conclusiones. Sales trató de persuadirlo de aceptar la proposición del claustro, sin embargo, el bachiller Noé dijo que «estava determinado a no graduarse». Aun así, Sales insistió y le hizo ver el escándalo que esa tesis causaría en la ciudad. Sin embargo, el bachiller se mantuvo firme en su posición. Dos días más tarde, el 2 de julio, entregó seis ejemplares, más de las conclusiones.

      Terminado el relato del pavorde Sales, se hizo saber al claustro que el bachiller Noé había retirado ya el depósito que había hecho por los derechos del grado. Entonces, la asamblea de catedráticos, atendiendo al orden de la convocatoria, abordó el asunto en tres aspectos: ver la manera de recoger los ejemplares restantes, que por supuesto eran la mayoría; impedir que el bachiller Noé «vaya a otra Universidad a graduarse»; y, por último, evitar que esta situación se repitiera una vez más.20

      El claustro acordó informar el asunto al rey, tomar en sus manos la recogida de los ejemplares restantes, escribir a las universidades ofreciéndoles una «breve y sencilla relación» de lo sucedido, incorporando un ejemplar de las conclusiones, y escribir también al municipio «y a quien convenga».21

      Para cumplir con estos acuerdos, la asamblea de catedráticos decidió mantener a los mismos comisarios –Sales y Escrig– pero añadir otros dos, a saber, el canonista Joseph Madroño y el médico Joseph Marín, «con las mismas facultades que los primeros tienen». La idea era fortalecer a la comisión y, como puede verse, ahora había un comisario por cada una de las facultades mayores –teología, leyes, cánones y medicina–.

      Tras estos acuerdos se asienta el voto, minoritario, del doctor Francisco Guimerá, catedrático de Filosofía. Este comentó que tal vez debía darse más tiempo al bachiller Noé para recoger los ejemplares de la tesis, pues el bachiller había hecho un gran esfuerzo tratando de recoger los ejemplares. Asimismo, Guimerá dijo que el bachiller entregó al vicerrector Adamdrat un memorial en que quitaba toda duda acerca de la Inmaculada Concepción de María. Sin embargo, el claustro no lo había revisado. Guimerá pedía que se revisara para ver si con ese texto se resolvía el problema, o bien que el claustro decidiera, pero con base en la lectura de ese memorial. Por ello, decía, no era necesario informar al rey de semejante asunto, pues se trataba de algo que el claustro podía resolver «con la mayor cencilles». Como


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