Martí de Viciana: Libro tercero de la Crónica de la ínclita y coronada ciudad de Valencia y de su reino. Rafael Martí de Viciana
Читать онлайн книгу.naturaleza me convidó a leer y entender en libros de aprovados scriptores, e vine por ello a afficionarme a la historia, de la qual propuse tratar y hazer otra con la qual pudiesse a todos aprovechar, por la gracia que le cabe entre las escripturas, que siempre es la más preciada y alabada de los sabios y grandes hombres. El philósofo5 afirma ser muy provechosa para los senados, y esto entendió el emperador Severo, porque en el tratar de altos negocios siempre los consultava con los varones leídos en las historias antiguas. Cicerón, tratando de la Historia, la llama testigo de los tiempos, luz de la verdad, maestra de la vida, vida de la memoria, mensajera de la antigüedad. Otros la llaman fundamento de la verdad, otros imagen de la humana vida.
Que sea la Historia lumbre y luz de la verdad y testimonio de las hedades y siglos, bien se puede afirmar, pues ella conserva, guarda y haze que bivan y se sostengan en la memoria de los hombres las cosas que el tiempo consume y deshaze. Y en tal manera nos representa las cosas passadas, que nos las da a entender como si las vemos y las alcansamos en su ser. Salomón encaresse y alaban todos los sabios y, naturalmente, todos dessean perpetuar su memoria y nombre. ¿Cómo se haría esto —me responde— si no fuera por la Historia? Ciertamente fuera como viento que passa y detener no le podemos. ¿Qué memoria tuviéramos de los grandes hechos en España acontescidos, de la población de ella, de los notables suscessos, de los illustres varones y de sus excelentes asañas si ella faltara de enmedio? Todo lo passado fuera un sueño que, despertados dél, no lo sabríamos contar. Y de esta manera los passados serían privados de su loor y fama e los que hoy somos no terníamos retratos a quien imitar, como Themístocles se incitó por los tropheos de Melcíades y Alexandro Magno, por la historia de Homero quiso seguir a Achilles, y Julio César a Alexandro Magno.Y assí otros a otros imitaron e grandes hazañas hizieron.
¿Quién á conservado las vidas y martirios, e santos exemplos de los apóstoles y mártires, y la mayor parte de nuestra sancta ley sino es la Historia? Ella es el fundamento sobre que carga todo el otro edificio. ¿Qué cosa es el sancto Evangelio sino historia e cuento verdadero? Pues bolviendo a la policía e conversación humana, ¿qué fuera de ella si las chrónicas y memoria de las cosas passadas faltara? La nobleza, antigüedad de linages, la possessión y el derecho de las cosas, las orígines de las gentes, de los reinos; ni pueblos ni leyes para governallos no se hallarán, antes en todo huviera desorden y confución, como vemos ||d que la ay en todas las gentes que carescen della.
También es la Historia maestra y enseñadora de la vida, porque da a los moços prudencia de ancianos y los haze esperimentados sin tener experiencia, y su falta haze, a los viejos, parescer moços e imprudentes. Y por ende dixo Cicerón: «No saber el hombre lo que passó antes que nasciesse, es ser siempre niño». De manera que la historia haze a los hombres sabios, y prudentes y avisados, porque con exemplos y muestras de las cosas passadas da aviso y regla para determinar las presentes, y aun las por venir; porque entendido el principio y medio, conoscen que irán a parar donde pararon los otros que las tuvieron semejantes; porque, según dize Salomón: «No ay cosa nueva debaxo del sol, y todo lo que es ha sido, y lo que ha de ser será como lo passado».6 Claro está que el hombre leído en la Historia mucha parte de los sucessos entenderá, por los principios y medios que les verá a las cosas y hechos que le acaescerán.
La Historia es común a todos, porque los reyes y príncipes hallan a quien imitar y con quien compitan en virtudes y excelencias; y el capitán, avisos, y ardides y actos de esfuerço y fortaleza de que se aproveche y use; los governadores y magistrados, leyes e costumbres e maneras de governar que tengan por dechado. En fin, para todos los hombres en la Historia hay exemplos e reglas de bien bivir y para se guardar de lo contrario. Las otras artes y sciencias cada una tiene un blanco e fin a que se encamina. La Historia todo lo comprehende y es prática y exemplo de los efectos de las otras. La Historia no tiene los interesses de las otras sciencias porque por sí sola se sigue. No se pretiende en ella otro premio sino saber; sola ella puede bivir sin las otras e ninguna de las otras sin ella, y ella á sido guarda e conservación de todas. De manera que, bien considerado todo lo escripto, podemos dezir qué es Historia, pues para memoria e guarda se escrive. Otra excellencia tiene la Historia más que las otras escripturas, que las otras no todas agradan a todos hombres, pero la Historia a todos ingenios es aplazible y graciosa. En algún tiempo fueron echados de Roma los philósofos, en otro los retóricos, en otro los médicos, en otro los mathemáticos y astrólogos, pero las historias y annales de los tiempos passados nunca ha havido ni ay quien no las haya amado e desseado y tenido en mucho los auctores dellas.
Los bienes y excellencias de la Historia son tantas que, pues son cosas sin cabo, quiero dexar el cuento dellas. Baste para muestra de lo mucho que ay que dezir lo poco que tengo dicho. Por todo lo qual fui induzido a scrivir esta historia, e no común, sino de reyes y grandes príncipes, reduziendo todo lo bueno de ellos a compendio, dexando la prolixidad fastidiosa y seca brevedad, en la qual se haze incidentemente memoria de muchas e muy notables cosas. Bien veo que el atrevimiento á sido grande, pero tengo el affecto y desseo por loable, por traher tantas cosas loables de los reyes que hasta hoy no se hallan en un volumen ni aun en muchos, e de todas las ciudades, castillos, villas e lugares que el cathólico rey e señor nuestro, don Phelippe de Austria,7 en este su reino de Valencia por su patrimonio real possee, lo que hasta hoy por ningún otro á sido escrito. E pues soy el primero que este trabajo he tomado aunque huviera muchos que muy mejor lo pudieran hazer, pues no lo hizieron, me contentaré con Plinio en lo que dize que la Historia como quiera que se escribe agrada, por causa de la natural inclinación que tienen los hombres a saber cosas nuevas. E ya que yo no pueda vestir mi historia de otra hermosura, trabajaré cierto, y assí lo prometo, de escrivir verdades, contentándome con lo que acerca de Cicerón dize Catullo que «no es menester ser orador para escrivir historia, que basta no ser mentiroso». Y en persona de Anthonio ||dv dize el mismo Cicerón que assí escrivieron los griegos al principio, solos annales desnudos, e assí Marco Catón y Pisón y otros historiadores romanos. Y por ende escriviré yo según la flaqueza de mi ingenio e la humildad e llanesa que mi estilo y pudiere alcançar. Con lo qual a los lectores ruego se contenten, pues no se les da sino verdad con claridad recontada.
Las faltas que en todo huviere, christianamente les pido sufran en paciencia, porque si serán muchas, pueden ser en una de dos maneras. La una se puede atribuir al impressor, porque puso una letra por otra, o dexó dictión o erró en el número, porque todo esto fácil es donde concurren tantos millares de cuentos de caracteres e minutos e, por ende el benigno lector le perdonará y en su libro lo corregirá, conforme a la corrección que a la fin de este libro assentaremos de las partes erradas. La segunda falta será mía e aquella en una de dos maneras: o en la lengua (que por ser yo valenciano no escriviré tan polido castellano qual se habla en Toledo, e quanto en esto merezco perdón, porque la lengua castellana es diferente entre sí por tener los reinos diversos e espaciosos. E si no scrivo toledano, a lo menos escrivo en todo castellano, e harto mejor que no fueron scriptos los antiguos libros propios castellanos, y el lector que en esto se parare a reprehenderme será como los judíos por quien se dixo: Litera occidit, spiritus autem vivificat;8 no se detenga pues, yo se lo ruego, el benigno lector en estas menudencias, que por advertir en ellas se desadvertirá de lo que más importa saber y entender de la Historia); y la otra falta podría ser en la sentencia o narración.
Y pues desde aquí confiesso ser el menor de los escriptores, yo les ruego que en pago de lo que he trabajado en les dar halgo que les agrade, e no haya sabido, me quieran en particular avisar de mis descuidos, que no pueden ser sino muchos para que me enmiende de ellos, que yo prometo de lo hazer y agradescer al que me hiziere este beneficio. Vale.
||ev AL ILLUSTRÍSSIMO Y REVERENDÍSSIMO SEÑOR DON FERNANDO DE ARAGÓN, DIGNÍSSIMO ARÇOBISPO DE çARAGOçAY DEL CONSEJO DEL REY, NUESTRO SEÑOR. ONOFRE ALMUDÉVAR, EN COMENDACIÓN DEL AUCTOR Y SU OBRA
Soneto
De reyes de Aragón la sacra historia
eternamente ya canonizada,
aunque nunca de olvido fue enterrada,
aquí se nos reduze a la memoria.
Sus hechos memorables, fama y gloria,
dónde