El rey festivo.. AAVV

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El rey festivo. - AAVV


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de los archiduques. Desde el nombramiento de los archiduques se comenzaron diferentes reformas para adaptarlo a las necesidades de los nuevos monarcas (De Jonge, 1998: 191). Además de las estancias interiores, los archiduques dieron una importancia primordial a su entorno. Los jardines fueron rediseñados para que toda la warande (forma como se conocía al parque que rodeaba al palacio), pudiera también albergar un laberinto, conocido como feuillée; y diversas grutas, fuentes y juegos de agua, siguiendo la moda sobre estos elementos que se desarrolla en toda Europa.

      Lamentablemente, el palacio de Coudenberg sufre un importante incendio en el siglo XVIII que arrasa prácticamente con todo el edificio de este momento5. Los jardines también han ido menguando, y no queda nada del planteamiento que Salomon de Caus (Dieppe, 1576- París, 1626), ingeniero del jardín desde 1601, Pierre Lepoivre y Louis Patte, jardinero de corte, habían dispuesto para este inmenso espacio.

      Es gracias a las recreaciones de la vida cotidiana de los archiduques en Flandes que han dejado sus pintores de corte como Jan Brueghel «el viejo», Joos de Momper, o Daniel y Jan Baptista van Heil, como podemos intuir cómo serían esos jardines y su distribución. [fig. 1] Además, algunas de las cuentas conservadas del palacio indican los pagos hechos a Salomon de Caus por la creación de diversas grutas, máquinas hidráulicas, órganos de agua y fuentes (Duerloo y Thomas, 1998: 161). Todo el espacio está distribuido de modo que la parte más silvestre del bosque, donde vivía multitud de fauna, se compenetraba con la parte más ajardinada donde se disponían espacios florales, plantas aromáticas, medicinales y zonas de huerta, como parece desprenderse de la vista que presenta Lucas Vosterman en el grabado que ilustra la Chorographia Sacra Brabantiae de 1659, [fig. 2] y Jan van der Heiden en una vista parcial del parque de colección privada, fechada también hacia 16606.

      Entre los espacios artificiales que diseña De Caus estaba la gruta principal (Franke, 2001: 83-87), creada hacia 1606 en la hoogen hoff, una terraza ajardinada decorada con los bustos de los doce emperadores7. Ya De Jonghe en su reconstrucción de la warande intenta localizar esta gruta con fuente en el bosque de robles (De Jonghe, 2001: 92-93), pero es más probable que estuviera más cercana al palacio8. La gruta de la que se hace eco De Jonghe, sería, más bien, una más de las que jalonan todo ese espacio. De hecho, en una de las vistas los exteriores de Coudenberg que recrea Jan Brueghel «el viejo» con los archiduques paseando entre las hileras de robles9, se ve como serían esas grutas, con fuentes interiores y juegos de agua. [fig. 3]. Estas grutas artificiales se convertían en salas de recreo, donde además de emular a la naturaleza se podría improvisar salones de banquetes al aire libre, muy propicias en los calurosos días del verano. Como arquitecto de grutas y de autómatas, Salomon de Caus supo entremezclar lo natural con los artificios, dando lugar a las naturalia y artificialia tan propias de las cámaras de maravillas, donde a lo visual se unía el sentido del oído y el olfato, a través de las fuentes, cascadas, juegos de agua, trinos de pájaros, ecos y música hidráulica (Franke, 1998: 203). Una idea de cómo podrían ser estos espacios la ofrece el lienzo de Pieter Paul Rubens y Jan Brueghel «el viejo» del Metropolitan de Nueva York (inv. n° 45.141) [fig. 4], en el que se recrea un banquete de los dioses dentro de una de estas cuevas artificiales ricamente decoradas. En este sentido, las grutas podían ser construidas separadas, como espacio independiente, con paredes artificiales, o podían ser recreadas a través de nichos excavados en el terreno. Los espacios eran decorados con gran primor con piedras preciosas, conchas, corales o cristales, y donde se podían incluir figuras de dioses clásicos relacionados. Estos espacios buscaban el deleite de los sentidos, pero también sorprender al visitante, tanto por su extravagancia como por los efectos ilusionistas que se creaban con los juegos de agua y los autómatas (Deligne, 2005: 139-140; Morgan, 2007: 72-98).

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      Fig. 1. Daniel y Jan Baptista van Heil, La archiduquesa en Coudenberg, Museo van de Stad, Bruselas (inv. n° K.1886-2).

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      Fig. 2. Lucas Vosterman, Palacio de Coudenberg, grabado Chorographia Sacra Brabantiae, 1659.

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      Fig. 3. Jan Brueghel «el viejo», Los archiduques paseando por la warande, Rubenshuis, Amberes (inv. n° RH. S. 130).

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      Fig. 4. Peter Paul Rubens y Jan Brueghel «el viejo», El banquete de Aqueloo, Metropolitan Museum, Nueva York (inv. n° 45.141).

      Además de estas grutas, uno de los espacios más singulares de la warande es el gran lago que rodeaba el palacio de Coudenberg por el sur. Es un lago que reproducen diversos pintores, lo que permite reconocer su aspecto, uso y cambios a lo largo del tiempo, incluso a nivel estacional. Daniel van Heil y Jan Baptista van Heil, lo reproducen con la archiduquesa en primer plano con su corte10. En otros casos, como el atribuido a Jan Brueghel «el joven» del museo del Prado, en cambio, el lago ha desaparecido, y el espacio se presenta como una gran llanura frente al palacio.

      El palacio de Mariemont fue una de las residencias favoritas de la archiduquesa. No es baladí que en el retrato que envía a su hermano en 1615 a través del marqués de Siete Iglesias y se conserva en el museo del Prado Prado (inv. n° P001684)11, aparezca retratada en primer plano frente a una balaustrada que deja ver al fondo el paisaje de Mariemont. [fig. 5]

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      Fig. 5. Peter Paul Rubens y Jan Brueghel «el viejo», La infanta Isabel Clara-Eugenia, Museo del Prado (inv. n° P001684)

      El palacio fue construido para María de Hungría en 1546, siguiendo los planos del arquitecto cortesano Jacques du Broeucq (De Jonge, 1998a: 191–220; De Jonge, 1998b: 161–187; De Jonge, 2004: 1–15; De Jonge, 2005: 45–57). En 1554, fue destruido por las tropas francesas de Enrique II, y no fue hasta la llegada de los archiduques que el edificio vuelve a tener un lugar primordial dentro de la estrategia de los monarcas por devolver a Flandes su antiguo esplendor. Los archiduques encargan la reconstrucción a Jacques Francart en 1605, pidiéndole que siga los planos originales de Broeucq. No sólo el edificio va a ser objeto de cuidado, sino que años antes, en 1601, los archiduques ya habían nombrado a Denis de la Forge guarda del parque de Mariemont. A pesar de esta renovación y el interés por mantener la estructura del palacio del siglo XVI, entre 1617 y 1618 se agranda el palacio al añadirle cuatro pabellones en cada ángulo con terrazas sobre el tejado (De Jonge, 2002: 29–41). [fig. 6] Lamentablemente, el palacio desaparece en 1794, tras el incendio acaecido durante la revolución francesa.

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      Fig. 6. Anónimo, Vista del palacio de Mariemont, Dibujo, Mons, Archives Générales

      Para Mariemont, Isabel había solicitado al ingeniero real, Pierre Lepoivre, y al jardinero de su corte, Louis Patte, unos jardines inspirados en Aranjuez (Demeester, 1978-1981: 195-199, 255; De Jonge y De Vos, 2000: 41; Martens, 2014: 661). Jardines que, por otro lado, la archiduquesa tuvo la oportunidad de disfrutar tras las reformas emprendidas para su acondicionamiento por parte de Juan Bautista de Toledo, y que se continuaron bajo la dirección de Jeronimo Gili y Juan de Herrera (Álvarez de Quindos y Baena, 1804). Son unos jardines que, como Felipe II le había explicado:

      «que las mas cosas de las de Aranjuez habia hecho por las de Marymont, y aora hallamos que es así, porque como andamos compuniendo aquello, se van descubriendo muchas cosas como las de allá, y algunas no se entienden bien, y pienzo que por la traça se entenderán»12.

      Este interés por recomponer la imagen de un pasado glorioso en el palacio de Mariemont del que tiene constancia por su tía-abuela y su padre, y ser lo más fiel al pasado, se une la estrecha relación que tuvo con Aranjuez. Para Isabel Clara-Eugenia fue el lugar donde es nombrada monarca de Flandes por su padre,


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