La transición española. Eduardo Valencia Hernán
Читать онлайн книгу.principio de la no-exclusión, al menos entre ellos, y representaba a un extenso espectro ideológico y con la iniciativa abierta a todas las fuerzas políticas de oposición121.
La primera reunión oficial de esta comisión coordinadora se realizó el 25 de febrero de 1968, siendo el 3 de julio del mismo año cuando se dio por concluido el texto definitivo de la declaración fundacional basado en un pacto político resumido en siete puntos programáticos que habrían de definir su propia existencia. Esta comisión fue la coordinadora de grupos políticos más amplia y representativa en su tiempo.
Su creación se produjo en plena crisis del Moviment Socialista de Catalunya (MSC) y pasó a la historia como el germen de donde surgió la Asamblea de Cataluña. La CCFPC, en su primera reunión, estuvo formada por un sector de ERC representado por Josep Andreu Abelló; el FNC, representado por Joan Cornudella y dos más; el MSC, representado por Joan Reventós, Ramón Perelló, Raimon Obiols y Vicenç Ligüerre; el PSUC, representado por Antonio Gutiérrez y dos más; y la UDC, representada por Llorens Gascón y dos más.
El encuentro inicial tuvo lugar en la residencia Can Carner, de Joan Reventós, sita en la calle Nueva, n.º 1 en El Vendrell. El encuentro fue tan emotivo que en conmemoración de este acontecimiento se publicaron unas poesías tituladas Cobles de la Coordinadora entre cuyos fragmentos se decía:
«Amb acord i unitat d’acta
Van plegar al’hora exacta.
Adéu vila del Vendrell,
tornaré quan sigui vell!
Quina històrica jornada.
Suarèm la cansalada!
I ara cal seguir el relat
Perquè tot quedà embastat
I un acord restà indecís.
Ai país, que et veig ben llis!»
Las siguientes reuniones se celebraron en los domicilios particulares de algunos representantes de los partidos; en la torre de la calle Anglí, residencia de Joan Reventós en Barcelona o en el domicilio de Carles Sampons del PSUC, de Cornudella por el FNC y de José Mª Zavala por ERC. Solo UDC, representada por Anton Canyellas y Llibert Cuatrecasas, no ofrecieron sus domicilios122.
Con el tiempo, esta organización se fue consolidando y su influencia avanzaba entre el debate, el entendimiento y la coordinación, definiéndose consensuadamente para:
«Asumir una ligazón de iniciativas y de acciones de oposición democrática para dar una perspectiva de conjunto a estas acciones, elevando el nivel y el contenido político de la lucha por la libertad y por la democracia, ofreciendo al pueblo una alternativa frente a la dictadura.»123
Tras la primera reunión fundacional, la CCFPC estuvo integrada por las siguientes organizaciones políticas: Esquerra Republicana de Catalunya (ERC)124, Front Nacional de Catalunya (FNC)125, Moviment Socialista de Catalunya (MSC)126, Partit Popular de Catalunya (PPC)127, Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC)128 y Unió Democràtica de Catalunya (UDC)129. Su funcionamiento se normalizó mediante reuniones quincenales donde cada grupo estaba representado por dos delegados. Los acuerdos se tomaban por unanimidad con derecho de renuncia al propio voto y el secretario era nombrado rotativamente, siendo cualquier grupo capaz de convocar una reunión130. Otra de las características principales de esta coordinadora fue la existencia de veto a las propuestas aportadas por lo que las resoluciones habían de aprobarse por unanimidad, lo que obligaba a la reserva de los partidos de presentar proposiciones de difícil solución mediante consenso131.
Sus primeros actos políticos, siempre con un remarcado sentido catalanista, fueron el Festival Popular de Poesía Catalana realizado entre el 11 y el 18 de septiembre de 1970 en el convento barcelonés de Pompeia, donde el escritor Joan Colominas tuvo cierto protagonismo; el frustrado coloquio en el centro educativo CIFC (CIC en la actualidad); y el acto de protesta en el Pabellón del Deporte de Tarrasa el 26 de septiembre de 1970, donde llegaron a escucharse voces a favor de los derechos nacionales de Cataluña por líderes del movimiento obrero132.
En el ámbito cultural, en enero de 1969 se publicó el «Diccionari Catalá General» de Miquel Arimany por iniciativa del Institut d’Estudis Catalans. Este acontecimiento formaba parte de un conjunto de actividades con trasfondo político como lo fue que desde la Universidad Catalana d’Estiu se ofreciesen interesantes debates de identificación nacional junto con el movimiento cultural llamado Nova Cançó, que incitaba a la ciudadanía hacia los nuevos cambios aperturistas, complementado con campañas reivindicativas como: «Diguem no» o «Catalá a l´Escola», coincidiendo con la conmemoración del nacimiento del lingüista catalán Pompeu Fabra. Cantantes y compositores como Ovidi Montllor, Jaume Sisa, Pau Riba, Raimon y Joan Isaac fueron abanderados de los primeros grupos de «Rock Catalá» entre 1966 y y 1968. Los cantantes Joan Manuel Serrat, Miquel Porter-Moix, Remei Margarit, Josep Mª Espinàs, Delfí Abella, Francesc Pi de la Serra, Enric Barbat, Xavier Elies, Guillermina Motta, Mª del Carme Girau, Martí Llauradó, Mª Amèlia Pedrerol, Joan Ramon Bonet, Mª del Mar Bonet, Rafael Subirachs y Lluís Llach fueron los artistas más identificados, a escala nacional, como representantes del inconformismo popular, formando parte de los que fueron denominados «Setze Jutges»133.
En febrero de 1969, el arzobispo Enrique y Tarancón que procedía de la Diócesis de Oviedo, fue designado Cardenal Primado de Toledo, una noticia sin gran relevancia política sino fuera por sus connotaciones futuras. Como también lo tuvo, por su interés divulgativo, la publicación del «libro blanco», antecedente de la reforma educativa del ministro de Educación, José Luis Villar Palasí, que llevaría a la práctica tiempo después.
El 25 de marzo de 1969 finalizó el estado de excepción implantado meses antes por el gobierno con un balance de 330 detenciones en todo el territorio español, donde las desarticulaciones de diferentes células del PSUC y del Partido Obrero Revolucionario trotskista de la IV internacional POR(t)134 fue de lo más relevante. La mano dura policial había dado buenos resultados, realizándose detenciones de militantes de partidos, de abogados laboralistas (Lluís Salvadores), de profesores universitarios (Jordi Solé Tura) y de intelectuales nacionalistas (Jordi Carbonell y Ramon Bastardes). Por el contrario, y en contraste con lo anterior, el Consejo de Ministros aprobaba la prescripción de responsabilidades penales en la Guerra Civil, quedando de esta forma jurídicamente inoperante cualquier consecuencia penal de lo que en su día fue una lucha entre «hermanos unidos», según dijo el ministro de Información, Manuel Fraga Iribarne. Esta ley creó una gran frustración entre los funcionarios republicanos, separados de su cargo tras la contienda civil que esperaban ser rehabilitados con ocasión del 1º de abril135.
Por otro lado, y fuera de nuestras fronteras, el mes de abril fue prolijo en noticias de cierto alcance político. El día 16 murió la última reina de España, Victoria Eugenia de Battenberg136 en su exilio de Lausanne (Suiza); mientras que en Francia el presidente Charles De Gaulle, trastocado en parte por los sucesos de mayo del año anterior, dimitió el día 28 al perder un referéndum, siendo sustituido por Georges Pompidou137. Y mientras que al otro lado del océano el pueblo norteamericano celebraba las exequias del expresidente Eisenhower138, en España, como si eso de la política no fuera con nosotros, los amantes de la mejor televisión —la única diría yo— aplaudíamos a la cantante Salomé por su triunfo en el Festival de Eurovisión139.
En Cataluña, como preludio a los actos conmemorativos del 1º de Mayo, la prensa recogió pequeños comentarios censurados sobre disturbios obreros y estudiantiles en Barcelona, en contraste con la XII Demostración Sindical, que contaba con todo el apoyo propagandístico del régimen. El 27 de mayo, siguiendo su política de bloqueo democrático, el Consejo Nacional del Estado elaboró las llamadas Bases del Régimen Jurídico Asociativo que establecía una serie de normas jurídicas que evitaban la posibilidad de formar partidos políticos, centrándose el sistema en lo que se denominaron «asociaciones políticas». Estas, la mayoría afines al régimen, iban tomando forma, algunas con el propósito de «impedir que España se suicidara», según publicaban algunos periódicos, destacando entre ellas: Acción Política, Reforma Social Española, Democracia Social,