La transición española. Eduardo Valencia Hernán

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La  transición española - Eduardo Valencia Hernán


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o de Industria y, por qué no, primer ministro. Desde luego lo veo difícil si nosotros no queremos renunciar y no debemos renunciar a la defensa de nuestra identidad, pero hay el otro objetivo, que nosotros debemos tener una política de proyección a escala española y naturalmente esta será diferente pensada desde Barcelona que no desde Madrid. Nosotros tenemos unas líneas definidas para la actuación política en España, la línea europeísta que nos viene dada por la geopolítica. Cataluña es una marca hispánica que nació como frontera sur de los francos, no como último reducto de los visigodos.»410

      Sin duda el sentido geográfico e histórico del futuro presidente de la Generalitat era clarividente. Su identificación más con el norte europeo que con el resto peninsular lo identifica a mí parecer de una forma desafortunada cuando justifica la diferenciación cultural desde una perspectiva superior e irreal buscando el distanciamiento entre Cataluña y el resto del Estado ligado al hecho diferencial de la cultura franca comparada con la visigoda.

      La temporada estival de 1974 arrastró esta vez una serie de conflictos laborales y universitarios sin resolver. El 6 de julio de 1974 se convocó una huelga general que se extendió en el Baix Llobregat por las localidades de Cornellá, Sant Joan Despí, Martorell, Molins de Rei, Sant Felíu y Esplugues de Llobregat, a raíz de los conflictos de las empresas ELSA y Solvay.

      El SCPAC, en el marco estratégico de apoyo a la lucha obrera, distribuyó un comunicado que, no por ser repetitivo, dejaba de tener impacto en la sociedad, exigiendo el derecho de huelga, las libertades sindicales y políticas en el contexto del derecho de asociación, de reunión, de expresión, y de un sindicato obrero. Sin embargo, aquel mes de julio fue en cierta manera diferente a los anteriores, pues coincidió que, por aquellas fechas, la salud del dictador comenzaba a dar señales de debilidad extrema. Esta situación fue utilizada por la oposición como medida de presión ante los previsibles cambios políticos que se avecinaban; véase como ejemplo que el título «Franco cerca de la muerte» fue el elegido por la Asamblea como cabecera en sus últimos comunicados por su impacto emocional. El SCPAC, en previsión de los nuevos acontecimientos, prefiguró los llamados «centros de poder popular» que en su momento podrían conectarse con la constitución de un hipotético gobierno provisional. Así, pues, todo indicaba que la vida del Caudillo se extinguía después de treinta y cinco años de dictadura y de mantener el país «atado y bien atado» como el último reducto del autoritarismo en Europa, sobre todo después de los recientes cambios democráticos en Portugal y Grecia.

      Josep Tarradellas, que fue invitado al acto, excusó su asistencia y envió un telegrama que fue leído en público. Los eventos preparados al efecto se desarrollaron en medio de numerosas banderas catalanas y francesas y con diversos mensajes de adhesión a la Asamblea, pidiendo Amnistía, Libertad, Estatut y Coordinación.

      Es interesante puntualizar que las resoluciones aportadas en esta reunión fueron encaminadas en la urgente necesidad de proceder a la creación de un gobierno provisional y la necesidad de que las delegaciones de la Asamblea del interior y el exterior de Cataluña contactasen con el presidente de la Generalitat para constituir dicho gobierno. También se añadió un informe sobre el concepto de amnistía y su diferenciación del indulto, sobre a quienes había de afectar y, por qué la voluntad de pedirlo. Lo firmaron: Comissións pro-Asamblea de Andorra, Inglaterra, Beziers, Burdeos, Marsella, Montpellier, París, Perpiñán, Suiza y Tolosa.

      393. Tele/eXpres, 20-12-1973.

      394. Movimiento Ibérico de Liberación (M.I.L.), nacido entre diciembre de 1971 y enero de 1972. Su militancia provenía de los Grupos Obreros Autónomos (GOA) que era una escisión de carácter más ácrata de las denominadas Plataformas. Estas fueron creadas por iniciativa de Manuel Murcia, perteneciente al grupo denominado «Qué Hacer», trabajador del metal, que procedía de la JOC, y del teórico José Antonio Díaz. El M.I.L. era un nuevo estilo de organización obrera contraria a lo que se consideraba la burocracia naciente sindical en las clandestinas CC.OO. y exaltadores de la espontaneidad de las asambleas de cada lugar de trabajo como forma de actuar. Sus publicaciones serían Nuestra clase y el Diccionario del militante obrero, cuya divisa «Dos pasos adelante y ninguno atrás» fue adoptada por el M.I.L. Los miembros de este grupo denominados Grupos Autónomos de Combate (GAC) eran los que atracaban bancos y facilitaban el dinero al grupo teórico que publicaba a través de Ediciones Mayo 37 sus publicaciones entre ellas Conspiración Internacional


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