Poesía digital. Oreto Doménech i Masià

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Poesía digital - Oreto Doménech i Masià


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de sus vicios más enojosos: facilidad y prolijidad. Me atrevería a agregar que la fotografia se atreve incluso a practicar la mentira, gran y siempre floreciente especialidad de la palabra. Es necesario convenir entonces que el bromuro supera a la tinta en todos los casos en los que la presencia misma de las cosas visibles basta, habla por sí misma, sin la intermediación de una mente interpuesta, es decir, sin recurrir a las transmisiones convencionales de un lenguaje.

      Pero, por lo que a mi se refiere, no veo en esto ningún mal; y creo encontrar en ello ciertas ventajas para la literatura. Esta proliferación de imágenes fotográficas de la que hablaba, podría indirectamente acabar beneficiando a las letras (entiendo por ello, las Bellas Letras, o, más bien, las Letras verdaderamente Bellas). Si la fotografía y sus conquistas del movimiento y del color, por no hablar del relieve, nos desaniman para describir lo real, tambien nos recuerdan los límites del lenguaje articulado, y nos aconsejan a nosotros, los escritores, un uso absolutamente ajustado a la propia naturaleza de nuestros medios2.

      Es decir, Valéry presenta, no sin cierta ironía, las “desventajas” que se pueden derivar de una proliferación de la imagen fotográfica sobre la letra como una oportunidad de reajuste del sistema literario: la aparición de esta nueva tecnología que era entonces la fotografía obligaría a la literatura a autoexplorarse, a esforzarse en ello y a ensanchar sus márgenes produciéndose, de rebote, un producto más destilado, más perfecto.

      Valéry no olvida, sin embargo, las posibilidades ventajosas inherentes a la nueva herramienta. Y lo hace desde el punto de vista de la comprensión de la realidad: “Podemos, por ejemplo, distinguir, aunque sea a grandes rasgos, la manera de andar de la gente, pero no percibimos en absoluto su postura en esa fracción de segundo en que alarga el paso. La fotografía, sin embargo, con sus recursos, el ralentí o el aumento, nos la revela”3.

      Desde este punto de vista, y teniendo en cuenta que cualquier manifestación artística es un intento de aproximación a la comprensión del mundo, las nuevas herramientas, por tanto, incorporan nuevas visiones de la realidad porque hacen posible poner de manifiesto aspectos existentes de esta pero imposibles, tiempo antes, de expresar con tanta exactitud. La complejidad de lo que nos rodea será captada con una mayor profundidad gracias a la “nueva herramienta”. Esta profundización por parte del artista gracias a la mirada que le ha proporcionado la nueva posibilidad tecnológica de creación le tendría que llevar a una reflexión sobre la propia práctica artística o literaria, y a producir nuevos discursos aprovechables para comprender (para leer) estas nuevas maneras de observar el mundo. El sistema se reajusta, crece, mejora... La realidad, la intuimos más compleja y, por tanto, más complicada de abarcar.

      Con la aparición de la fotografía algunos miedos se mostraban similares a otros más nuevos y actuales, los relacionados con el entorno digital y la literatura. El miedo a la desaparición de las letras (matizado más arriba por Valéry) o la euforia desmesurada por las posibilidades de expressión de la nueva tecnología (que veremos con más concreción en la cita de Benjamin que sigue), son debidamente ponderados por ambos intelectuales y creadores: “‘El analfabeto del futuro no será quien desconozca la escritura, sino quien desconozca la fotografía’, se ha dicho. ¿Pero no es más analfabeto el fotógrafo que no sabe leer sus propias imágenes?”4.

      Ya hace unos cuantos años que desde un sector de la comunidad académica formada por los estudiosos, creadores y docentes relacionados con las humanidades se observa como el entorno digital influye sobre el hecho literario y estos ejemplos nos sitúan de lleno en la necesidad de conocer, de primera mano, estas nuevas posibilidades de creación. La posición intelectual que se toma en este sentido, sin embargo, no siempre es la que apuntan Benjamin y Valéry.

      El acercamiento crítico a las humanidades digitales tendría que obrar desde la observación, descripción y reflexión del fenómeno literario en el entorno digital según el corpus teórico existente relacionado con la hermenéutica del discurso literario. Necesitamos una mirada analítica hacia las propias prácticas artísticas al tiempo que vinculada a una comunidad global por parte de los creadores digitales y una voluntad de aportar una dimensión pedagógica moderna, actual, útil y valiosa de los estudios literarios para los tiempos que corren en lo relativo a la docencia. Estas son las características fundamentales que se habrían de vincular, en estos momentos ya bien entrado el siglo XXI, al campo del saber relacionado con los estudios literarios y las tecnologías digitales.

      Cabe distinguir, en primer lugar, aquellas obras literarias en las cuales el fenómeno digital no produce un cambio significativo en el artificio literario de aquellas que se encuentran completamente removidas por el medio digital. Entre las primeras, la literatura digitalizada hace evidente la influencia de los cambios devenidos en la era digital sobre el hecho literario en general, pero ni el texto ni la manera de leerlo se ven alterados en profundidad. En estos casos, la digitalidad no transforma tanto las obras literarias como otros fenómenos que las acompañan, relacionados, por ejemplo, con su difusión o con el público lector. Estas obras se pueden desvincular del entorno digital para poder ser leídas; otra cuestión es si esta desvinculación empobrece aquello que supone la implementación de estas obras en formatos digitales, audiovisuales o en ambos.

      Un ejemplo de literatura enriquecida por el medio digital es el libro de poemas Unlimited Sobrassada que ha diseñado Ubicuo Studio5. Es un libro de poesía ilustrada para iPad del poeta Jaume C. Pons Alorda y el ilustrador Tòfol Pons. De los poemas seleccionados por el autor, el medio digital posibilita la traducción instantánea del original en catalán a cuatro lenguas (castellano, inglés, francés e italiano), podemos leerlos y escucharlos recitados por el poeta de manera sincronizada, ver vídeos donde el poeta recita los poemas en diversos lugares, ver al ilustrador pintando un mural en Ciutadella, manipular los dibujos o compartir la experiencia lectora a través de las redes sociales. En la misma línea, el poemario Diamond Bird6 de Rocío Álvarez Albizuri incluye, además, videopoemas y contacto directo con la autora justo en el momento en el cual estamos leyendo (o escuchando, o viendo) el poema. El último libro de poesía para iPad de Ubicuo Studio es Infmit 7 que recupera en el proceso lector, gracias al medio en el que lo leemos, aspectos conceptuales propios de la poesía de Màrius Sampere8 y que conectan con la tradición poética occidental desde las vanguardias, como por ejemplo el acceso aleatorio, el azar y el discurso infinito.

      Estos tres ejemplos resultan muy ilustrativos de cómo el medio digital puede expandir o enriquecer la experiencia lectora de la poesía. El texto, sin embargo, no se ve transformado, sino, más bien, amplificado de una manera que, si lo observamos detenidamente, retorna a la poesía prácticamente a sus orígenes, en los tiempos de la importancia de la voz y la representación recitativa. Este hecho de poder escuchar el poema en cualquier momento y situación, es decir, de manera asincrónica, es relevante pero no es nuevo en absoluto. Solo hay que recordar cómo la aparición de las grabaciones transformó la recepción de la poesía sonora9:

      La relació entre la poesia i l’electrònica neix des del moment que els aparells electrònics estan a l’abast del públic, és a dir, cap a 1950. Tot i que als anys 40 ja es feien gravacions en magnetòfon tant a estudis de ràdio com a discogràfiques, no será fins que aquests aparells es popularitzen que la poesia els comença a utilitzar. [...] De fet, sense tecnologia no es pot parlar pròpiament de poesia sonora; la tecnologia està gravada en el seu codi genètic. El magnetòfon i la possibilitat real de multiplicar la veu del propi poeta, sobreposar pistes (en estudi i en directe) i de manipular la cinta, (tallant i enganxant, manipulant la velocitat, afegint-hi efectes) creen un nou gènere que se separa molt del primitivisme de la poesia fonètica i que definitivament dóna una estocada mortal al que Henri Chopin anomenava la civilització del paper. La poesia sonora, com el text-sound suec, desplaçva l’escriptura a l’estudi de gravació i a l’execució en directe i eliminava el llibre com a suport de transmissió10.

      Además, el contacto directo con los autores sitúa la experiencia de lectura en el ahora y el aquí, recuperando a los lectores la sensación de texto compartido que con frecuencia se tiene con la asistencia a recitales o a lecturas públicas poéticas. De hecho, es como volver a hacer pública


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